Guía
de la Alcazaba de Merída, Badajoz
Introducción
Distinguida
como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y mundialmente conocida
por los innumerables restos conservados de su esplendoroso pasado
romano, la ciudad de Mérida atesora también un monumento
que, pese a pasar en ocasiones desapercibido ante la magnificencia
de sus ruinas clásicas, forma parte indisoluble del paisaje
urbano emeritense. Nos referimos a su Alcazaba Árabe.
Se sitúa la Alcazaba en el casco histórico
de la ciudad, en la misma orilla del río Guadiana justo en
la desembocadura del conocido Puente Romano, ostentando el honor
de ser la fortificación defensiva islámica más
antigua conservada en la Península Ibérica.
Tras
su caída en poder de las huestes musulmanas de Musa Ibn Nusair
(Muza) en el año 713, la ciudad de Mérida fue convertida
en la capital de una de las "corá" más importantes
en que se dividía el Califato Omeya de Córdoba.
Pese al dominio musulmán, fue notablemente abundante
la población mozárabe residente en la ciudad, protagonizando
sobre todo durante el primer cuarto del siglo IX continuos alzamientos
y revueltas contra el poder cordobés, motivo por el cual
en el año 835 el emir cordobés Abderraman II mandó
levantar la Alcazaba, encomendando sus planos al arquitecto Abd
Allah.
Además de su concepción eminentemente
defensiva y militar, la Alcazaba emeritense funcionó también
como sede de la administración local, como palacio del gobernador,
como lugar de refugio para la población en momentos de algaradas
y, sobre todo, dada su privilegiada posición a orillas del
río frente al principal puente de acceso a la urbe, como
paso obligado y filtro para quienes pretendían acceder a
la ciudad.
Tras la reconquista cristiana de Mérida a manos
del rey Alfonso IX de León en 1230, la urbe emeritense fue
convertida en sede de una encomienda de la Orden de Santiago, acometiéndose
en la alcazaba una serie de reformas que afectarían principalmente
a su sector nororiental, en el que se añaden una serie de
nuevas dependencias, entre ellas, la capilla y una torre del homenaje
erigida en torno a 1480 por encargo del maestre Alonso de Cárdenas.
Ya en el siglo XVI, tras establecerse en ella la sede
provisional del Priorato de San Marcos de León, se llevan
a cabo nuevas intervenciones, entre ellas, la construcción
de una iglesia conventual santiaguista dotada de un elegante patio
renacentista.
En la actualidad la alcazaba, en su sector noroeste,
acoge la sede de la Presidencia de la Comunidad Autónoma
de Extremadura.
Este conjunto es perfectamente visitable pudiéndose
comprobar la perfecta armonía en que conviven restos romanos
reaprovechados, las estructuras militares hispanomusulmanas, así
como las distintas dotaciones con que fue ampliado tras la reconquista.
Centrándonos en la primitiva obra original levantada
en tiempos del califa Abderraman II, la Alcazaba, siguiendo modelos
bizantinos puestos ya en práctica en el norte de África,
fue concebida como un enorme recinto cuadrangular de unos 130 metros
de lado y un total aproximado de 550 metros de perímetro.
A lo largo de todo el cinturón fortificado se
articulan un total de 25 torres embutidas en los propios lienzos,
funcionando a la vez como contrafuertes estructurales y como barbacanas
estratégicas comunicadas por paseos de ronda.
Al propio carácter inexpugnable que le conferían
sus muros de unos 10 metros de altura y hasta 3 de grosor en algunos
tramos, se le añadía el amplísimo foso que
circundaba su perímetro por tres de sus lados, todos menos
el encarado al Guadiana, donde el propio río actuaba como
defensa natural.
A lo largo y ancho de los muros perimetrales de la
alcazaba son perfectamente visibles restos romanos y visigodos reaprovechados,
habiendo aparecido incluso material de acarreo labrado funcionando
como escombro o ripio para dotar de grosor a los lienzos murales.
El acceso principal a la Alcazaba se acometía
desde el puente romano, tras el cual, y atravesando un arco de herradura
flanqueado por dos torres, se ingresaba en un primer recinto cuadrangular
independiente conocido como "el Alcazarejo".
Esta pequeña estructura cumplía la misión
de filtrar el transito de personas que atravesaban el puente ya
que desde él podía accederse bien a la Alcazaba propiamente
dicha, o bien a la ciudad.
Sobre el arco de herradura de acceso al Alcazarejo
se conserva la réplica de una de las lápidas fundacionales
de la fortificación, fechada en abril del año 835
y en la que puede leerse:
El interior de la Alcazaba se encuentra hoy notablemente
transformado respecto a como sería en origen. A partir de
diversas campañas de excavaciones allí practicadas
han podido revelarse varias de sus estructuras como las calles,
e incluso la mezquita.
En la actualidad, rompe la monotonía interior
la instalación de un pintoresco jardín de antigüedades,
configurado a partir de los numerosos restos romanos y visigodos
aparecidos tanto en la propia Alcazaba como en el entorno.
Como elemento más interesante del conjunto y
que afortunadamente ha llegado a nuestros días en buen estado,
cabe destacar el antiguo aljibe, verdadera seña de identidad
del monumento y probablemente el más importante equipamiento
de esta naturaleza conservado en la Península Ibérica.
Se compone de una estructura arquitectónica
externa de volumen cúbico cuajada de pilastras visigodas
labradas con tallos ondulantes formando óvalos que encierran
grandes hojas y racimos de uvas.
En su interior, tras un breve vestíbulo, se
accede a una monumental escalera abovedada en medio cañón
con potentes sillares granítico que, en franco descenso,
conduce hasta la gran cisterna, horadada en el subsuelo de la muralla
y que a través de un dique romano permitía el acceso
de agua del río Guadiana.
Esta magnífica obra de ingeniería permitía,
en tiempos de asedios prolongados, disponer de agua potable durante
mucho tiempo a la población o a los dignatarios allí
pertrechados.
De las reformas cristianas acometidas principalmente
en el ángulo nororiental, destaca la iglesia conventual santiaguista,
dotada de un elegante claustro rectangular de dos pisos de sabor
renacentista.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)