Alcázar
de los Reyes Cristianos de Córdoba
Introducción
El popularmente conocido como Alcázar
de los Reyes Cristianos de Córdoba se emplaza en el corazón
de la Córdoba medieval, a escasos metros al oeste de la Mezquita
y estratégicamente elevado a la misma orilla del río
Guadalquivir.
Declarado
Bien de Interés Cultural desde 1931 y formando parte del
conjunto histórico artístico cordobés distinguido
como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la década
de los noventa del pasado siglo, se trata de uno de los monumentos
más visitados de la ciudad y, quizás junto a la Mezquita-Catedral,
el que mejor nos revela gracias a los diferentes restos en él
conservado el dilatado devenir histórico de la urbe cordobesa.
El actual Alcázar fue levantado
sobre los restos de lo que fueron la Aduana y las residencias del
gobernador y del cuestor de la Córdoba romana. Durante los
siglos de la monarquía visigoda, el edificio apenas sufriría
modificaciones, sin embargo, tras la conquista árabe y el
establecimiento de la capital emiral en Córdoba, el solar
fue aprovechado para erigir el llamado Palacio Omeya, que en origen
extendería sus terrenos desde la Mezquita aljama hasta la
misma judería.
Tras sucesivas reformas y adaptaciones
a los usos de cada momento acometidas por los emires Abderramán
I, Alhakén I y Abderramán II, el Palacio Omeya pasaría
a un segundo plano con la llegada al poder del califa Abderramán
III, quien centraría su empresa en la construcción
de la ciudad palatina de Medina Azahara.
Tras la conquista cristiana en tiempos
del rey Fernando III, el enorme solar del Palacio Omeya fue parcelado
y repartido entre la propia corona, la mitra cordobesa con el fin
de erigir el palacio episcopal, distintas familias nobiliarias y
la Orden de Calatrava.
Tras una serie de adaptaciones sobre equipamientos
anteriores acometidas a instancias de Alfonso X el Sabio, el Alcázar
de los Reyes Cristianos tal y como lo conocemos hoy en día
fue mandado construir entre los años 1328 y 1329 por el monarca
castellano Alfonso XI con el fin de servir de residencia de la Familia
Real durante sus estancias en Córdoba.
Sirvió de corte provisional a los
Reyes Católicos durante los años del asedio a Granada,
coordinado desde el propio Alcázar cordobés, el cual,
además, fue escenario de numerosos episodios relevantes en
el devenir histórico de la Castilla de finales del siglo
XV, como por ejemplo de la primera audiencia de los monarcas con
Cristóbal Colón, del nacimiento de la infanta Doña
Juana, etcétera.
Tras la Caída de Granada en 1492,
los Reyes Católicos cedieron el Alcázar a la Iglesia
con el fin de albergar la sede del Tribunal del Santo Oficio, la
cual permanecería allí instalada hasta su abolición
en 1812. Posteriormente fue utilizado como cárcel y cuartel
hasta su cesión en 1955 al Ayuntamiento de Córdoba,
funcionando desde entonces además de cómo monumento
visitable, como escenario para distintos actos oficiales o celebraciones.
A día de hoy, el Alcázar
de los Reyes Cristianos ocupa una superficie total de unos 4000
metros cuadrados divididos entre el propio espacio residencial y
los magníficos jardines que se extienden por su sector occidental.
El núcleo fortificado presenta
una planta casi cuadrangular de unos 66 x 62 metros definido por
una potente muralla almenada aparejada a soga y tizón y con
torres angulares que originalmente quedarían unidas entre
sí mediante adarves, de los cuales, tan solo ha llegado practicable
a nuestros días el que recorre el lienzo norte.
El acceso actual se acomete a través
de la Torre de Los Leones, levantada en su ángulo noroccidental.
Se trata de una torre de planta cuadrangular dividida en dos pisos;
el inferior a modo de salón de recepción, y el superior
-conocido como la Capilla de San Eustaquio- que serviría
como capilla privada de los reyes.
Ambas estancias se abovedan mediante soluciones
goticistas de crucería nervada sobre columnas angulares.
En el ángulo noreste se yergue
la Torre del Homenaje, conocida también como del Reloj. De
planta octogonal, cuenta en su interior con un salón noble
también abovedado en crucería probablemente inspirada
en las existentes en la contigua Torre de Los Leones.
En el sector sur del Alcázar se
elevan la reconstruida Torre de la Paloma o de la Vela al este;
y en el vértice suroeste la Torre de la Inquisición,
de planta circular, remontada en tiempos de Enrique V y así
llamada porque durante siglos albergó el archivo del Tribunal
de la Inquisición.
Más allá de las torres,
las principales estancias habitacionales conservadas en el Alcázar
se adosan a las caras internas de los muros norte y sur, quedando
entre sí comunicadas por una pieza central perpendicular
que, a su vez, sirve de división entre sus dos patios principales.
A levante se abre el llamado Patio de
Las Mujeres, así conocido porque durante los tiempos en que
el Alcázar fue utilizado como cárcel, acogía
a las presas de sexo femenino. En él han aparecido numerosos
restos de su pasado romano, visigodo e hispanomusulmán.
Al otro lado de la pieza central y mucho
mejor conservado, el nominado como Patio Morisco cuenta con corredores
porticados por tres de sus lados con la única excepción
del adosado a la muralla. De inspiración andalusí,
cuenta con un surtidor central en torno al que se despliegan pequeños
parterres y sendas albercas en sus costados norte y sur.
Una de las estancias más interesantes del Real Alcázar
son los llamados Baños de Doña Leonor, dispuestos
junto al lienzo norte y mandados levantar por el rey Alfonso XI
para su favorita Leonor Núñez de Guzmán.
Inspirados en el modelo de baños
árabes que tan frecuentes serían en la Córdoba
islámica, fueron construidos y decorados en estilo mudéjar
por el cantero Mohamad y su yerno carpintero Yuçaff. Constan
de un vestuario desde el que se accede a los tres ambientes termales:
frío, templado y caliente, alimentados todos ellos por un
aljibe anexo a un horno situado bajo la Torre del Homenaje.
En el piso superior, justo sobre los Baños
de Doña Leonor se despliega la Sala de los Mosaicos, una
estancia profundamente remodelada en estilo dieciochesco que alberga
una magnífica colección de mosaicos romanos descubiertos
en el subsuelo de Córdoba.
Junto a esta sala de mosaicos se expone
un soberbio sarcófago romano esculpido en una sola pieza,
perteneciente al siglo III d.C. y que fue hallado en 1958 en la
Huerta de San Rafael del Brillante de Córdoba. Se trata de un jurista
potentado y de su mujer -ambos acompañados por consejeros-
retratados ante las puertas semiabiertas del Hades o lugar de ultratumba.
Por último, buena parte del encanto
del Alcázar de los Reyes Cristianos lo aportan los preciosos
jardines desplegados hoy en día al oeste del conjunto fortificado
sobre lo que sería la primitiva huerta.
Herederos del concepto de jardín
islámico en el que el agua es un elemento indispensable,
fue revitalizado en época de los Reyes Católicos,
distribuyéndose actualmente en tres sectores aterrazados
por los que discurre, en torno a bucólicos estanques y surtidores,
el llamado Paseo de los Reyes.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)