Biografía
de Abderramán I
(Abd al-Rahman I)
Abderramán
I, príncipe Omeya
Abderramán
I "El Emigrado" (Abd al-Rahman I al-Dahil) nació
en un lugar próximo a Damasco (Siria) en el año 731
y murió en Córdoba en el 788. Era nieto del califa
Hisham.
Fue el primer emir Omeya
de Al-Andalus, iniciador de una dinastía y de un régimen
político que se constituiría en la célebre
Al-Andalus Omeya (primero Emirato y más tarde Califato),
uno de los estados más importantes del Occidente altomedieval
y que perviviría casi tres siglos, hasta la caída
oficial del califato en el año 1031.
Abderramán era un
príncipe de la dinastía de los califas Omeyas de Damasco.
Como es bien sabido logró salvar su vida en la matanza de
Abú Futrus sufrida por su familia en el año 750 a
manos de la facción enemiga de los Abasidas. Este hecho supuso
el cambio de dinastía en el Califato de Damasco.
Huyó con algunos
seguidores hacia el sur y logro llegar a África hasta su
extremo occidental, a Ceuta, donde fue acogido por la tribu de Nafta
de la que era originaria su madre.
Abderramán comprendió
que podía buscar apoyos en España en los sirios leales
a su familia, descendientes de aquellos que habían intervenido
en la conquista de la Península, cuatro décadas antes.
De esta forma, Abderramán,
embarcó para llegar a las costas de Granada (Almuñécar)
en el año 755, con la intención de buscar nuevos seguidores
que afianzaran sus posibilidades de alcanzar el poder que no había
logrado en África. En aquellos años Al-Andalus era
un territorio debilitado por continuos enfrentamientos étnicos
tribales. Para comprender este hecho no hay más que percatarse
en el conglomerado de razas y religiones que constituían
este territorio.
En el aspecto
étnico, convivían hispanorromanos, visigodos, sirios,
árabes y bereberes. En lo relativo a los credos religiosos,
coexistían musulmanes "viejos" que no eran otros
que los propios conquistadores y sus descendientes, antiguos cristianos
convertidos recientemente al Islam para evitar impuestos (llamados
muladíes), cristianos que deseaban mantener su religión
(mozárabes) y un importante grupo de judíos.
Por otro lado, el emir Yusuf
al-Fihrí no era un gobernante con personalidad suficiente
para asumir un poder centralizado capaz de contener las innatas
tendencias de disidencia en Al-Andalus.
Abderramán reunió
un ejército de leales formado por sirios, yemeníes
y beréberes, y derrotó, tras una breve guerra, al
emir Yusuf. Es así como Abderramán entra en Córdoba
en el año 756 y se convierte en el primer emir independiente
de Al-Andalus.
Abderramán
I se mantendría en el trono hasta su muerte y en los más
de treinta años de gobierno sus esfuerzos fueron dirigidos
a crear un estado organizado y fuerte, siguiendo el modelo de gestión
de los omeyas de Damasco.
No fue tarea fácil
porque tuvo que dedicar sus mayores esfuerzos a sofocar rebeliones
de numerosas facciones, entre las que se cuentan las del emir derrocado,
Yusuf al-Fihrí, y de sus hijos, de los sirios partidarios
de los abbasíes y de los bereberes.
Tampoco faltaron las intrigas
de palacio que Abderramán tuvo que sofocar con sangre.
Repercusión
del gobierno de Abderramán I en la historia medieval de España.
La importancia de la llegada
de Abderramán a Al-Andalus y la instauración de emirato
omeya tuvo una relevancia que pocas veces es suficientemente destacada.
Podríamos decir,
sin pecar de exageración, que la llegada de este hombre y
su instalación en el trono de Córdoba tuvo casi la
miasma relevancia que la ocupación musulmana peninsular acaecida
40 años antes.
Y es que Abderramán
I creó un fuerte estado (emirato-califato de Córdoba)
que a pesar de sus constantes tendencias disgregadoras e independentistas,
fue capaz consolidar un estado musulmán en la Europa occidental
y arremeter contra la nueva organización de resistencia cristiana
del norte.
Aunque sea historia-ficción
no es difícil imaginar que los nuevos reinos cristianos hubieran
evolucionado mucho más rápidamente en sus reconquistas
si el enemigo musulmán hubiera sido débil y fraccionado.
Algo que es lógico suponer a la vista del rápido avance
que los reinos cristianos, especialmente Castilla y León,
conseguirían en los cincuenta años de vida de los
primeros Reinos de Taifas, tras la supresión del Califato.
Sin embargo una Al-Andalus
unida (aunque con fuertes fuerza centrífugas) logró
atajar o, al menos, ralentizar durante casi tres siglos los esfuerzos
de reconquista y repoblación cristiana.
Abderramán
I y el arte
Abderramán I ha pasado
a la historia también por ser el iniciador de la Mezquita
de Córdoba en el solar que ocupaba la basílica visigoda
de San Vicente, en el año 785.
En ella se reutilizaron
numerosos elementos de acarreo romanos y visigodos y se mixtificaron
elementos estéticos sirios con hispanorromanos y visigodos
que fue el germen del arte andalusí.