Biografía
de María de Molina, Reina de Castilla
Introducción
a la figura de María de Molina
María
de Molina (1265- Valladolid 1321). Hija de infante Alfonso de Molina,
reinó Castilla- no sin dificultades- hasta en tres ocasiones:
una junto a su esposo Sancho IV, la segunda como regente de su primogénito
Fernando IV y la última, justo antes de su fallecimiento,
como tutora de su nieto, el futuro Alfonso XI.
María
Alfonso de Meneses o María de Molina casa con Sancho
de Castilla a pesar de que él ya estaba comprometido con
otra mujer, Guillermina de Moncada. El matrimonio, unido en 1281,
fue, según sus protagonistas por amor. Uno de esos raros
casos en los que los casamientos entre nobles supera la conveniencia.
De él surgieron siete vástagos a los que María
de Molina supo muy inteligentemente unir en matrimonio, convirtiendo
los enlaces en piezas clave para la estabilidad de su poder y el
de sus hijos.
A su hija Isabel
- la mayor de todos los siete que tuvo- la prometieron, con tan
solo nueve años, con el rey de Aragón, que contaba
con treinta. Esta unión no duró mucho ya que, en 1296,
una vez la infanta vivía en la corte aragonesa, fue devuelta
a casa de su madre porque el rey aragonés, siempre atento
a las intrigas y las luchas de poder, encuentra un matrimonio más
ventajoso para su causa. El destino de Fernando, heredero al trono,
quedó unido a Constanza de Portugal.
Además
del compromiso previo de Sancho con la rica heredera catalana, existió
otro problema aún más grave en la vida de los esposos:
María era prima hermana del padre de Sancho, Alfonso X el
Sabio, un grado demasiado cercano de consanguinidad como para permitir
la unión por lo que en un principio el Papa les negó
la dispensa papal para legitimar su matrimonio.
La vida como
madre-reina de María fue muy complicada. En su primer reinado
debe luchar junto a su marido por el trono y es que su esposo no
debía heredarlo según las últimas disposiciones
de Alfonso X, su padre, sino que debían ser los hijos de
su hermano fallecido (es decir sus sobrinos, conocidos como infantes
de la Cerda) quienes a pesar de su minoría de edad asumiesen
el poder. La causa de los Infante fue promovida- según M.
T. Álvarez - por Doña Violante, la madre de Sancho,
que siempre se había opuesto a su reinado.
Después
de mucho batallar es finalmente Sancho el que gobierna el más
grande y poderoso de los reinos de la Península. A partir
de este momento el monarca dona a su esposa María el
Señorío de Molina
Los problemas
vuelven en 1295 cuando muere su marido sin que llegase la bula papal
que autorizaba su matrimonio y por tanto legitimaba el trono. Sin
ese documento se plantea el problema de si debe ser ella la que
recoja el poder en Castilla o debe cedérselo a su hijo que
en ese momento contaba con once años. Decidiese cualquiera
de las dos opciones los infantes de la Cerda iban a cuestionar su
poder y reclamarían el trono. Desde ese momento, la función
más importante de la reina fue asegurar el trono de su hijo
quien un día después de la muerte de su padre entra
en Toledo para ser designado rey bajo la tutoría de su madre.
Para conseguir el apoyo del pueblo según cuentan los cronistas,
la reina entendió a la perfección que lo más
importante era tener contentos a la burguesía urbana y a
ciertos sectores de la nobleza.
En los años
de tutela no tuvo un momento de descanso pues las intrigas eran
una constante en las cortes de ese período. Probablemente
el momento más duro en su reinado fue la conjura de los dos
secretarios de su hijo, don Juan y don Juan Núñez
quienes acusaron a la reina de haber robado y vendido joyas del
fallecido Sancho. Otro momento de gran tensión fue el protagonizado
por Jaime II de Aragón que aprovechando los problemas de
María y su hijo, invadió Murcia, apoyado por la nobleza
y por Dionís de Portugal quien declaró la guerra a
Castilla.
María
de Molina estaba ya descansado de sus funciones cuando muere su
hijo Fernando con tan solo 27 años, dejando un heredero de
uno: el futuro Alfonso XI. María debe volver a la corte a
hacerse cargo de la situación.
En 1313 las
Cortes, convocadas en Palencia, decidieron que fuese de nuevo María
de Molina quien, como hizo con su hijo, se encargase de su tutoría.
Por ello la reina es llamada por el Consejo de Regencia junto a
los infantes don Juan y don Pedro. Estos murieron en 1320 y se formó
un nuevo Consejo con don Juan Manuel, el infante Felipe y María
de Molina, lo que acentuó la guerra civil entre las facciones
castellanas.
La reina enferma
y en muy poco tiempo fallece. Corre el año 1321.
Con todo lo relatado, María de Molina
ha pasado a la historia con todo merecimiento como una de las grandes
reinas españolas, por su capacidad de trabajo y tenacidad
que supo combinar con astucia y gran habilidad en las negociaciones
haciendo primar siempre la concordia frente al conflicto y el enfrentamiento.
Según el historiador del siglo XVIII, Enrique Florez, María
de Molina siempre actuó en la defensa de "los bienes
de la Corona" y del "bien común".
(Autora
del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón