Catedral
de Baeza
La jiennense Catedral de
Baeza está dedicada a la Asunción de la Virgen. Como
casi todas las catedrales, ésta de Baeza tiene una larga
historia de construcciones y reconstrucciones. Parece ser que en
este lugar hubo un templo romano pagano y luego cristiano. Sobre
él, los musulmanes edificaron una mezquita que llegó
a ser convertida en templo cristiano efímeramente en 1147
en tiempos de Alfonso VII, cuando Baeza fue conquistada hasta su
pérdida poco después por el empuje almohade.
Ya en el siglo XIII, Baeza
es reconquistada definitivamente por Fernando III (1227) y de nuevo
reconvertida al culto cristiano.
A
lo largo del siglo XIII o comienzos del XIV se construyó
sobre esta mezquita un templo de estilo alfonsí, seguramente
como otros construidos en Córdoba y Sevilla, aunque mudejarizado.
De esta época es
la portada occidental, de arco de herradura apuntado y polilobulado
y el rosetón superior de traza cisterciense y decorado con
puntas de diamante pero con tracerías mudéjares. Este
rosetón ha de admirarse con cuidado pues lleva bustos de
personajes en una de las molduras concéntricas.
También se aprecia
en la fachada septentrional el guardapolvos de arco apuntado y puntas
de diamante de esta iglesia medieval.
Las reformas siguieron y
en el muro meridional se abre una portada del gótico final
(puerta del Perdón) de finales del siglo XV.
Sin embargo, la catedral
de Baeza va a sufrir una radical transformación en el siglo
XVI, convirtiéndose en una bella catedral renacentista.
El proceso tampoco fue sencillo
pues en esa centuria se van a dar proyectos distintos y una larga
lista de maestros y constructores, entre ellos, el célebre
Andrés de Valdelvira, además de Cristóbal Pérez, Francisco
del Castillo, Villalpando y Alonso Barba.
En 1529 se inició
un templo de gusto todavía tardogótico de tres naves
separadas por pilares cuadrados rodeados de columnas y cubierto
con bóvedas de crucería compleja estrellada.
En 1567 estas bóvedas
-salvo los dos primero tramos de la cabecera- se hundieron por lo
que se aprovechó a darle un nuevo aire completamente renacentista
al edificio. Por de pronto, se remataron los soportes con capiteles
clasicistas y se sobreelevaron estos apoyos con entablamientos para
recoger los nuevos arcos que soportan bóvedas baídas
muy decoradas interiormente.
A pesar de estas dos fases
sucesivas, el interior de la catedral de Baeza presenta un aspecto
bastante unitario, además de muy amplio y luminoso, gracias
a que se articula mediante tres naves de igual altura separadas
iluminadas por grandes ventanales.
También se acometieron
obras en el exterior. Por ejemplo, el muro norte que tiene una gran
portada del año 1587, obra de Juan Bautista Villalpando.
Es adintelada enmarcada por pilastras.
El cuerpo superior, entre
pináculos y otras dos pilastras lleva un relieve con la Natividad
de la Virgen.
Las ventanas superiores
de este muro tiene un gran sabor renacentista al estar compuestos
por vanos adintelados que flanquean otro central con arco de medio
punto, todo rematados por frontón triangular.
En el extremo noroeste se
levanta la torre de planta cuadrada de origen árabe y reformas
de los siglos XIV, XVI y XIX.
El claustro está
situado al lado sur y pede que ocupe el espacio del patio de abluciones
de la mezquita primitiva. Es de planta rectangular con pandas cubiertas
con techumbre de madera y abiertas al patio central mediante sobrios
arcos apuntados reforzados por contrafuertes. Una interesante particularidad
son las cinco capillas que se abren a la panda sur, cuatro mudéjares
con arcos túmidos como entradas y una gótica.