Catedral
de Calahorra
Introducción
La Catedral de Calahorra
-desgraciadamente una de las menos conocidas de España- es
el principal monumento de una ciudad rica en ellos y con un legado
arqueológico extraordinario, especialmente de tiempos romanos.
Historia
No
se sabe con seguridad el proceso y los antecedentes ya que los orígenes
de la catedral de Calahorra se pierden en la noche de los tiempos.
La leyenda atribuye la primitiva fundación al apóstol
Santiago en el siglo I, pero lo cierto es que los primeros datos
de una sede episcopal no aparecen hasta el año 400. Tradicionalmente
se ha supuesto que la catedral visigoda se encontraría en
la parte alta de la ciudad, en un edificio que sería destruido
en el año 932, tras la conquista musulmana. Sin embargo,
esta hipótesis nunca se ha podido probar.
Tras la fortificación, el templo se trasladaría
a un arrabal extramuros, junto al río Cidacos. Parece que
allí ya había un baptisterio dedicado a los santos
Emérito y Celedonio. A partir del 1045 la ciudad fue recuperada
por los cristianos, y ese mismo año los reyes de Pamplona
García Sánchez III (1035-1054) y Estefanía
de Foix hicieron importantes donaciones a la diócesis, consagrando
el edificio a la Asunción al año siguiente.
Debió existir un templo románico, que
quizás pueda corresponderse con el espacio que ocupa la actual
nave del evangelio, y que debió ampliarse hacia el sur tras
las donaciones regias. Es posible que en 1132 el templo se volviese
a acrecentar, esta vez hacia el este. Ese año se celebró
el traslado de los restos de los dos Santos Mártires. Algo
similar debió ocurrir en 1243, cuando se volvió a
celebrar una fiesta de estas características, y debieron
acometerse nuevas obras, esta vez siguiendo ya las nuevas formas
del gótico, pero respetando el edificio anterior.
En el siglo XV el templo se había quedado pequeño,
y se tomó la decisión de destruirlo para acometer
la construcción de una nueva fábrica. Ésta
se realizó a partir del año 1484 y, con varios añadidos,
es la catedral que podemos ver en la actualidad.
La Catedral de Calahorra en la actualidad
La iglesia catedral de Santa
María de Calahorra que nos ha llegado a nuestros días
es un templo construido básicamente durante el siglo XV.
Por tanto correspondiente a un estilo gótico muy tardío
que enlaza ya con estructuras y ornatos claramente renacentistas.
Sin embargo, exteriormente hay que fijarse en los ventanales y otros
aspectos menores para percibirlo, pues las obras de los siglos XVI
al XVIII modificaron sustancialmente el aspecto externo.
Interior
En el interior de la catedral
contemplamos un muy amplio templo cuya planta muestra tres naves
paralelas (la central más ancha y alta que las laterales) atravesadas
perpendicularmente por un crucero y una cabecera heptagonal con
girola.
Cada una de las citadas naves se divide en tres
tramos separados por pilares austeros de tipo poligonal con pilastras
adosadas.
La capilla mayor se precede de un testero recto. Entre
los contrafuertes laterales, y en la girola, se abren pequeñas
capillas. Estas últimas fueron realizadas en el siglo XVII.
Como corresponde a un momento
tardío del gótico, las bóvedas son de crucería
compleja o "bóvedas estrelladas" a base de terceletes
y arcos combados. Dichos nervios bajan hasta apoyarse en pilares.
En la parte de la cabecera se encuentran dos antesacristías,
realizadas en los siglos XVI y XVII, y la sacristía, que
también fue ejecutada en el XVII, aunque su decoración
se corresponde ya con el barroco tardío.
Arte mueble
Entre las numerosas obras de arte mueble que se conservan
en su interior, destaca la pila bautismal, situada en el mismo lugar
en el que la tradición dice que martirizaron a los santos
Emérito y Celedonio. Se trata de una pieza gótica,
con una iconografía que gira en torno a la salvación
por medio del Bautismo.
El retablo que admiramos en la actualidad es una réplica
contemporánea de un original de principios del siglo XVII
que, lamentablemente, se perdió por un incendio en el año
1900.
Fue encargado por el Obispo Manso de Zúñiga
a Pedro González de San Pedro, a cuya muerte asumió
la finalización su propio yerno Juan Bazcardo. Se consideraba
una de las piezas romanistas de esta naturaleza más importantes
de España.
Dedicado a la Virgen, se divide en una amplia predela
con escenas de la Pasión de Cristo flanqueando el sagrario
y, sobre ella, otros dos cuerpos divididos en tres calles con escenas
alusivas a la vida de María; apareciendo en hornacinas de
las entrecalles las imágenes de San Emeterio, San Celedonio,
San Prudencio y Santo Domingo de la Calzada.
En cuanto al coro se refiere, situado hoy en los dos
primeros tramos de la nave central aunque originalmente se planteó
en alto, fue iniciado en 1526 por el maestro Pedro Olave.
La sillería, en madera de roble, despliega a
lo largo de sus dos órdenes de asientos motivos decorativos
tanto religiosos como paganos de marcado sabor clasicista, presentando
ciertas similitudes con los de la catedral de Santo Domingo de la
Calzada y Santa María la Redonda de Logroño.
Completan la nómina de bienes muebles
una reja también clasicista obra del forjador pamplonés
Pedro de Lazcano, y un precioso órgano rococó de mediados
de la decimoctava centuria encargado por el mitrado Andrés
de Porras.
Exterior
Ya
fuera de la catedral, hay que fijarse, como dijimos, en algunos
ventanales góticos que son perfectamente visibles, sobre
todo, en el costado septentrional, aprovechando el desnivel de la
calle con relación al templo.
También en este muro
norte hay que deleitarse con la magnífica Puerta de San Jerónimo,
obra del siglo XVI, de estructura gótico-renacentista y hermosa
decoración propia del Plateresco.
Puerta principal
Con todo, la parte más
llamativa para el visitante de la Catedral de Calahorra no es la
arquitectura medieval y renacentista del interior, sino la fachada
occidental que se adosó en en dos distintos momentos de los
siglos XVII y XVIII, sustituyendo a una puerta gótica de
la que queda constancia.
El proyecto y parte baja
fue proyectada por los hermanos Raón, mientras que el nivel
superior con frontón es del siglo XVIII, obra de Antonio
de Beriñaga.
Esta fachada se expone a
un espacio completamente diáfano y amplio, por lo que la
perspectiva visual es grandiosa.
Se trata de la clásica
fachada tipo retablo del barroco, estructurada en tres cuerpos horizontales
rematados por frontón triangular. El cuerpo bajo es el mejor
compuesto, mediante un gran vano de entrada de medio punto, flanqueado
por columnas corintias a modo de arco de triunfo.
Las hornacinas de la fachada está ocupadas por
numerosas estatuas de alabastro, entre los que distinguimos a San
Emeterio y Santiago (en los laterales San Pedro y San Pablo). También
la Asunción de la Virgen y escudos de jarrones de azucenas entre
ángeles tenantes.
Puerta de San Jerónimo o del Fosal
Se encuentra en el costado septentrional de la catedral
y está compuesta por dos partes de distinta fecha y estilo.
La parte superior está datada alrededor de 1520 y se trata
de una estructura tardogótica con elementos renacentistas.
Aquí podemos ver la Coronación de la
Virgen entre figuras de los mártires. En la arquivolta, la
Resurrección de Cristo, además santas y ángeles.
Las santas son, de abajo a arriba y de izquierda a derecha, Margarita
de Antioquía, Catalina de Alejandría, Lucía,
Isabel de Hungría, Perpetua y Felicidad.
En las enjutas hay relieves renacentistas de ángeles
trompeteros sobre cráneos (muy clasicistas).
La zona inferior es de un plateresco muy puro, realizada
en 1558 a base de los habituales candelieri, grutescos, escenas
alegóricas y mitológicas paganas.
El campanario
de la catedral se encuentra junto a esta fachada, en su parte meridional.
Enfrente de la catedral
está el palacio Episcopal, de los siglos XVI al XVIII.
Por último, diremos
que, a diferencia de lo que suele ser habitual, la catedral de Calahorra
no se encuentra en el centro del casco antiguo y monumental sino
junto al Cidacos, en la zona baja de la localidad. Se trata del
lugar donde, según la tradición padecieron martirio
los santos San Emeterio y San Celedonio, patronos de Calahorra.
Museo Diocesano de Calahorra
Hacia el lado de la epístola se abre el ala
norte del claustro. Se realizó en el siglo XVI, y solo se
construyó una de sus pandas, debido a los problemas que surgieron
por las crecidas del cercano río Cidacos. Tiene siete tramos
con arquerías que se asomarían al patio.
Desde el año 1977, en el citado claustro y en
la sacristía se encuentra instalado el Museo Diocesano, que
alberga piezas de indudable interés. Este museo se creó
en 1958, con la finalidad de proteger las piezas más importantes
y algunos restos arqueológicos de la catedral y de otras
parroquias cercanas que se encontraban amenazadas por el expolio
y la despoblación.
Aquí pueden verse numerosas piezas que testimonian
el primitivo edificio románico-gótico, como dos pequeñas
columnas, con sus correspondientes basas y capiteles moldurados.
Sus basas son áticas, con toros, escocia, y decoración
de bolas en los ángulos, y los capiteles presentan una sencilla
decoración vegetal.
También de este edificio se conserva una basa
doble, que debe ser de la misma época, y cuyo fuste no ha
aparecido. Al igual que las columnas, también es ática,
y está decorada con toros y Escocia, decorada con formas
geométricas.
Otra pieza interesante es una tabla pintada por ambos
lados, que procede de la localidad de Medrano, que tal vez originalmente
formó parte de un retablo. No se conoce su autor, pero se
trata de una de las pocas pinturas del gótico lineal que
podemos encontrar en La Rioja. En uno de sus lados puede verse un
obispo, que no se ha identificado, y en el reverso un monarca, un
obispo y otra figura masculina, que resultan difíciles de
distinguir debido a la pintura parduzca con que se cubrió
en algún momento posterior.
La conocida como Custodia de Enrique IV, o del Ciprés,
es una de las obras más emblemáticas del museo. Según
consta en la inscripción que recorre la basa, fue realizada
en el año 1462 por el orfebre alemán Jahns Delaz,
por encargo de Enrique IV (1454-1474). se trata de una custodia
portátil, en donde se distingue el escudo real en el pie,
y dos leones que aluden a la realeza en el espacio del viril, y
que enmarcan el busto del rey. En la parte superior puede verse
una microarquitectura que recuerda a los cimborrios y las capillas
de planta centralizada tardogóticas.
Aunque de un momento muy posterior, se debe destacar
también dos imágenes policromadas que pudieron ser
realizadas por el taller de Felipe de Bigarny. Se trata de dos esculturas
de san Pedro y san Pablo sentados, y bendiciendo. Se ha sostenido
que fueron ejecutadas entre 1515 y 1520 para el retablo mayor de
la iglesia de Ezcaray, cuya estructura no se ha conservado.
Otra obra interesante es el retablo de la capilla mayor
del antiguo convento de Santa Clara de Arnedo, realizado a finales
del siglo XVI por el imaginero Martín de Foruria.
Por último, llamamos la atención sobre
el palio del pelícano. Es una obra barroca, donada por el
obispo Pedro de Lepe (1686-1700). Recibe este nombre por su iconografía,
pues en el centro tiene bordado un pelícano que se lastima
el pecho para alimentar a sus crías, simbolizando el sacrificio
de Cristo.
Autores del texto del artículo:
Víctor López Lorente, José Manuel Tomé
y David de la Garma