Guía
del Románico en las comarcas del Cinca Medio y Bajo Cinca (Huesca)
Cinca
Medio y Bajo Cinca son dos comarcas del oriente de la provincia de
Huesca que limitan con Lleida al este y Zaragoza al sur. No son precisamente
los territorios con mayor densidad de románico oscense, más
bien al contrario escasea bastante, posiblemente por su ubicación
meridional en el contexto aragonés y la tardía ocupación
de este territorio.
Sin embargo, hay algunas construcciones
bien interesantes que merecen ser divulgadas en esta página.
Nos referimos a los dos monumentos románicos de Monzón
(capilla y otras dependencias del castillo) y la concatedral. Más
al sur, tenemos la iglesia (en ocasiones también denominada
ermita) de Santa María de Chalamera. Modesta, pero atractiva
es la Ermita de San Valero de Velilla de Cinca.
Por último visitaremos
la iglesia románica más meridional de las comarcas de
Cinca Medio y Bajo Cinca, que no es otra que la parroquial de San
Pedro de Fraga.
Castillo
de Monzón
El célebre
castillo de Monzón, monumento nacional, se encuentra en el
sur de la población y desde él se puede otear todo el
casco urbano de esta ciudad de 15.000 habitantes que es considerada
la capital del Cinca Medio.
Hace unos años
el castillo de Monzón se hallaba en en estado de ruina, aunque
en los últimos años se han acometido intermitentes obras
de restauración.
Se trata de una
fortaleza de origen musulmán, conquistado por los aragoneses
cristianos en el año 1089 (durante el reinado de Sancho Ramírez).
Sin embargo,
a pesar de esta temprana conquista, el dominio pleno de Monzón
no se asentó hasta décadas más tarde, allá
por 1141.
En 1143, tras
la muerte de Alfonso I el Batallador fue donado a la Orden del Temple,
pasando a convertirse en la principal encomienda de la Orden. Es en
esta época (finales del siglo XII y comienzos del XIII) cuando
se construyeron las principales edificios del interior del recinto.
En el castillo
de Monzón fue educado el futuro rey Jaime I el Conquistador.
Los monjes guerreros
templarios poseyeron esta fortaleza hasta la disolución de
la orden en el siglo XIV, pasando a manos de la Orden de Los Hospitalarios.
Más tarde fue, en diversas ocasiones, sede de Cortes de los
Estados de la Corona de Aragón.
Ocupado permanentemente
durante los siguientes siglos, fue externamente fortificado en los
siglos XVI y XVll mediante obra de ladrillo
Su planta es
muy irregular. Lo más interesante se halla dentro del recinto
murado, encontramos el espacio medieval templario, un complejo religioso
militar de extraordinario valor. En este espacio se hallan de forma
dispersa una serie de edificios que constituyen el complejo castillo-iglesia:
la Torre del homenaje, la iglesia
románica y los edificios denominados Refectorio y Sala de Monjes.
Concatedral
de Monzón
La visita a Monzón
debe acometerse primero por el casco antiguo, en cuya Plaza Mayor
se halla el Ayuntamiento. También hay que visitar en Monzón
algunos palacios, la iglesia gótica de San Juan y, sobre todo,
la concatedral de Monzón.
La concatedral de Santa María
del Romeral de Monzón es otro poco conocido templo aragonés.
Es colegiata desde 1607 y fue convertida en concatedral junto a la
de Barbastro en el año 1995 con la creación de la Diócesis
Barbastro/Monzón.
Se trata de un gran edificio
románico de finales del siglo XII y comienzos del XIII, constituido
por tres naves y cabecera de tres ábsides escalonados de planta
semicircular, aunque el del Evangelio fue sustituido por una capilla
gótica.
También el cimborrio
sufrió diversas actuaciones en siglos posteriores de tipo mudéjar
y barroco.
Las naves llevan bóveda de cañón apuntado con
arcos fajones de refuerzo que se apoyan en pilares cruciformes con
semicolumnas adosadas. Se conservan numeroso capiteles interiores
con decoración geométrica y vegetal, muy influidos por
el espíritu anicónico del Císter.
En definitiva es un edificio
muy interesante, de un románico maduro que sorprende al entrar
en él, pues, salvo la cabecera románica, desde el exterior
apenas deja traslucir su carácter medieval.
Chalamera.
Iglesia de Santa María
La iglesia de Santa María
en Chalamera es la joya del románico del Bajo Cinca, al menos
en el plano arquitectónico. Se ha especulado con que fuera
la iglesia de una encomienda templaria o bien el templo de un monasterio
benedictino.
Se encuentra situada alejada
del núcleo urbano de Chalamera sobre un otero estepario, muy
cerca del barranco a donde se asoma por su cabecera y que permite
ser dividida sin problemas desde la carretera A-131.
No sólo el lugar citado
en que se encuentra es espectacular sino que al estar completamente
aislada y sólo rodeada de naturaleza en una zona donde la presencia
humana es escasa le presta una imagen de lugar de místicas
sensaciones
También hay que destacar
el buen estado de conservación del templo ya que algunos desperfectos
que afeaba su fisonomía fueron acertadamente restaurados hace
unos pocos años.
La iglesia de Santa María
debió construirse muy a finales del siglo XII o más
probablemente a comienzos del XIII siguiendo la corriente de monumentalidad
arquitectónica y austeridad decorativa imperante por aquellos
años en buena parte del románico español que
no es otra que la imponen los monasterios cistecienses.
Se trata de un edificio con
acusada planta de cruz latina formada por una sola nave, más
transepto y cabecera de tres ábsides, siendo los tres semicirculares
al interior pero cuadrados los laterales al exterior
El ábside central tiene
tres ventanales.
La citada nave se cubre con
medio cañón apuntado reforzada por fajones que se apoyan
sobre pilastras adosadas a los muros.
En el crucero, lugar de intersección
entre nave y transepto hay un corto cimborrio ciego (sin vanos de
iluminación) asentado sobre una cúpula semiesférica
que se alza sobre trompas.
De nuevo la monumentalidad
arquitectónica de esta joya tardorrománica del Bajo
Cinca se demuestra en la puerta que se abre en el muro oeste.
Tiene siete arquivoltas semicirculares
muy abocinadas y amplias que apoyan sobre seis pares de columnas (perdido
uno de los fustes) cuyos capiteles muestran animales y cabezas humanas
entre hojas.
Desde el punto de vista escultórico
e iconográfico, los capiteles interiores de la cabecera son
los más interesantes pues muestran escenas de guerreros, sirenas,
cuadrúmanos, etc.
Velilla
de Cinca. Ermita de San Valero
La Ermita de San valero de
Velilla de Cinca es útil para conocer la deriva del románico
catalanoaragonés en el siglo XIII a medida que las conquistas
de Jaime el Conquistador descienden hacia el sur.
Este
modelo de iglesia se repite en numerosas construcciones tarraconenses,
castellonenses y valencianas y han sido denominadas iglesias de reconquista,
constituidas por una nave rectangular, sin cabecera, arcos diafragma
apuntados que soportan una techumbre de madera y alguna sencilla puerta
de arquivolta/s de medio punto. Se trata, por tanto, de la mínima
expresión del un románico completamente funcional y
que par algunos autores nace del éxito práctico que
supuso la construcción de los dormitorios de Santes Creus y
Poblet.
Curiosamente, la iglesia de
Velilla del Cinca tiene su puerta principal en el testero oriental,
y la secundaria, más sencilla aún, en el sur.
Los citados muros de cerramiento
muestran sillares reutilizados de una construcción romana anterior.
Fraga.
San Pedro
Fraga es una ciudad que es
la capital de la Comarca de Bajo Cinca. Desde el punto de vista histórico
es conocida, entre otros hechos históricos, por la famosa batalla
en que fue derrotado y herido Alfonso el Batallador, que murió
poco tiempo después.
En el plano artístico y monumental Fraga es afamada porque
en su término se encuentran las ruinas romanas de una magnífica
villa bajoimperial, la Villa Fortunatus, donde se han hallado numerosos
mosaicos de primera calidad.
Bastante menos conocida es
la iglesia parroquial de San Pedro, erigida en el solar de la mezquita
mayor musulmana, que conserva algunas partes del templo tardorrománico
de comienzos del siglo XIII aunque la mayor parte del templo es consecuencia
de las obras de reconstrucción del siglo XVI.
Para nosotros, nuestra atención
ha de centrase en el ábside y la portada, aunque también
la base de la torre campanario es románica.
El ábside de San Pedro
participa, de nuevo, de la monumentalidad y sobriedad intrínseca
a la arquitectura dominada por la impronta cisterciense y de las órdenes
militares. Tenemos ante nosotros un semicilindro de gran altura, de
superficie básicamente lisa, sólo interrumpida por un
ventanal de arco con fino baquetón sobre columnas.
Mayor atractivo plantea la
portada que se sitúa e el muro meridional. En este caso, sin
embargo, se invierten los conceptos. Desde el punto de vista estructura
y arquitectónica esta pequeña puerta no tiene nada de
especial y además está muy transformada. Cuenta con
dos arquivoltas de medio punto. Sin embargo, se engalana con una rica
decoración escultórica bien conservada donde el hieratismo
románico comienza a relajarse en beneficio del naturalismo
gótico.
Las escenas representadas
son la Tentación de Cristo, El Seno de Abraham, y dos escenas
de combate contra el diablo, una protagonizada por San Miguel y otra
por San Gabriel.