Iglesia
de Beleña del Sorbe
Beleña
del Sorbe se encuentra en el corazón de la provincia de Guadalajara.
Ciertamente, el acceso a esta localidad no es fácil y las
carreteras que nos llevan a ella son difíciles de recorrer.
Sin
embargo, al otear desde la lejanía, este pequeño pueblo
se nos muestra con toda la belleza de su caserío, con la
iglesia porticada como protagonista, más los restos del castillo
y un verde follaje que rodea todo el conjunto.
El
castillo
Las
viviendas de Beleña del Sorbe se recuestan sobre una verde
ladera que mira al sur. En lo alto se encuentran algunos paredones
carcomidos de su antiguo castillo, lo que habla de esplendores pasados
de una población que llegó a ser villa.
Si
nos llegamos a este punto alto de la población comprobaremos
que todavía aguantan vestigios de varios lienzos de murallas
medievales, aceptablemente conservados, en su flanco occidental.
Los
especialistas datan el origen de este castillo en época musulmana
aunque fue empleado posteriormente como defensa tras la conquista
cristiana. Desde este castillo partían murallas que envolvían
el caserío.
Iglesia
de San Miguel de Beleña del sorbe
El
origen del templo de San Miguel se retrotrae a 1170, al donarlo
Alfonso VIII a la familia Valdés, sacándolo de la
Comunidad de Villa y Tierra de Atienza. Sin embargo, los restos
románicos que hoy admiramos, principalmente galería
porticada y portada, no debieron construirse antes del año
1200. Lamentablemente, el ímpetu constructor del siglo XVI
también alcanzó a este templo, derribándose
en esas fechas la original cabecera y sustituyéndola por
crucero y ábside cuadrado con bóvedas tardogóticas.
Por
tal razón, desde el punto de vista románico, nos interesa
exclusivamente la galería porticada y la puerta que se ubica
en el muro meridional.
Galería
porticada
La
galería presenta un gran arco de entrada sostenido por dobles
columnas. A sus lados se suceden con diversa alternancia pilares
de diferente grosores, en ocasiones con columnas unidas.
El
pórtico continúa por su extremo occidental mediante
doble arco ajimezado con columna central, cuyo fuste y basa son
restaurados. En general, los capiteles conservados son de esquemática
figuración vegetal, a la moda cisterciense, pero se encuentran
en mal estado de conservación.
Puerta
La
puerta está ubicada en el muro meridional. Es elegante y
está bien conservada. Su fábrica es a base de sillares
de piedra caliza de tonos claros. Tiene cuatro arquivoltas, habiendo
desaparecido el guardapolvos. Las extremas son planas y de arista
viva, la segunda, contada a partir de la más externa, combina
superficie plana y borde de grueso baquetón, mientras que
la cuarta descrita es donde se adosaron radialmente -al estilo románico
puro- las maravillosas tallas del calendario agrícola o mensario,
que luego describiremos. Las arquivoltas externas apoyan sobre las
jambas, mientras que las dos intermedias lo hacen sobre columnas
con capiteles figurados de gran expresividad plástica y catequética.
Es
más que evidente la relación estilística entre
las esculturas de Beleña del Sorbe y las de interior de la
famosa iglesia soriana de San Juan de Duero.
El
capitel izquierdo muestra a Adán y Eva tras el pecado original
y, en el siguiente, un diablo cornudo y cabello crispado atormenta
a un pecador. Parece que estos capiteles pretenden mostrar al aldeano
de la época el origen y la consecuencia del pecado y los
sufrimientos que acarrearon a la humanidad.
En
las columnas del lado derecho se muestra la buena nueva de la Resurrección
de Cristo. En efecto, en una de las caras del capital exterior aparece
un ángel con una cruz en la mano señalando con el
dedo índice de su mano derecha que el sepulcro de Jesús
está abierto y vacío. Aunque desgastada, la otra cara
del mismo capitel muestra a los soldados que custodiaban la sepultura
con sus atuendos, lanzas y escudos.
El
capitel contiguo completa la escena. Aquí se identifica perfectamente
a las tres Marías regocijadas y sorprendidas ante los acontecimientos.
Como es habitual, su vestimenta es la propia de las mujeres casadas
medievales y portan ungüentarios en las respectivas manos izquierdas
para embalsamar el cuerpo de Cristo.
Es
claro que, ante la pesadumbre del pecado original mostrado en el
los capiteles izquierdos, en éste de la derecha se emite
un mensaje esperanzador: Jesucristo crucificado ha resucitado, y
con ello señala el camino de la salvación futura de
todos los hombres.
Calendario
agrícola o Mensario
Las
tallas de la arquivolta citada anteriormente no sólo constituyen
uno de los más llamativos conjuntos escultóricos de
Guadalajara, sino de toda Castilla. No sólo importa su calidad
plástica, sino que es toda una lección viva de las
actividades que desarrollaban los campesinos medievales de aquella
época. Para el hombre de aquellos siglos el discurrir de
la vida no era percibido de la manera que lo hace el actual. No
existía el moderno sentido del tiempo como algo lineal y
en progresiva evolución.
En
la Edad Media, los cambios políticos, sociales, técnicos
y científicos eran tan lentos que el hombre nacía
y moría en una sociedad prácticamente idéntica.
Por ello la noción del tiempo, para la humanidad medieval,
era cíclica. Desde que nuestros primeros padres, Adán
y Eva, cometieron el pecado original, el hombre se encuentra obligado
a sobrevivir mediante su duro trabajo a lo largo de los ciclos anuales.
Esta situación repetitiva sólo tendrá su alivio
definitivo al término de los tiempos con el Juicio Final
y la Resurrección.
Vamos
a llevar a cabo la descripción de las tallas de izquierda
a derecha, siguiendo la orientación de las manecillas del
reloj.
Primer
dovela
La primera figura representa un ángel con los brazos y piernas
cruzados y sus alas desplegadas que generalmente y quizás
de manera simplista, se ha asociado al "bien" como concepto
genérico.
Enero
La
siguiente escultura inicia el mensario propiamente dicho con el
mes de enero, donde un campesino clava su cuchillo en el cuello
de un cerdo sobre una tabla inclinada para aprovechar su sangre
para la charcutería.
Febrero
El
mes de febrero es representado por una persona que calma su frío
levantando sus faldones y mostrando sus genitales al amor del fuego.
Marzo
Marzo
es simbolizado por la podas de las vides con un instrumento llamado
"foçes podaderas".
Abril
En
abril, una mujer joven muestra ramilletes de flores en sus manos,
dando la bienvenida a la primavera. Probablemente sea la manifestación
de las fiestas mayas o primaverales en que participaban las aldeas,
donde las flores y ramas de árboles eran protagonistas.
Mayo
La
siguiente escultura representa mayo con un noble a caballo con su
brazo extendido y un halcón en la mano, dispuesto a la práctica
de la cetrería. Hay que recordar que el comienzo del buen
tiempo y alejamiento de fríos, nevadas y lluvias suponía
el comienzo de este tipo de actividades y también de las
campañas guerreras.
Junio
En
junio se vuelve a las tareas agrícolas del campesino, que
en este caso, se encuentra cortando cardos o malas hierbas con la
ayuda de la azada.
Julio
Julio
es representado por la siega de los cereales con la hoz.
Agosto
En
agosto, el labriego realiza la trilla o separación del grano
de la paja. Esta actividad se podía hacer mediante mayal
o palo con que se golpeaban las gavillas o bien con un trillo tirado
por dos bueyes. Es el caso del mensario de Beleña del sorbe,
se emplea el trillo.
Septiembre
En
la siguiente dovela se representa el mes de septiembre mediante
la vendimia, donde el campesino se agacha con cuidado para recoger
los racimos de uvas y depositarlos en un cesto de mimbre.
Octubre
En
octubre, nuestro protagonista vierte el mosto, depositado inicialmente
en un odre de piel, a la cuba de madera.
Noviembre
El
mes de noviembre es descrito mediante tres figuras sucesivas: el
labriego con una bolsa de semillas, la aguijada para espolear a
los animales en las labores del campo y dos bueyes. Todo ello representa
la labor de la siembra.
En
la penúltima dovela, donde se significa el mes de diciembre,
el campesino goza del éxito de su trabajo y celebra las festividades
navideñas sentado en una mesa repleta de viandas.
Última
dovela
La última figura, en el salmer, representa una cabeza humana
de rasgos negros al que se le han dado distintas interpretaciones.
Para algunos sería el contrapunto del ángel, es decir
un símbolo negativo vinculado a la lucha contra el Islam.
Para otros, tendría que ver con las fiestas de febrero (La
Candelaria) en que los lugareños se embadurnaban de hollín
para celebrar la fiesta de la salida del oso de la cueva y el final
del invierno.
En
conclusión, la visita a Beleña del sorbe no defrauda.
Un lugar donde patrimonio y naturaleza se funden de manera hermosa
y acogedora.