Mezquita
de Damasco, Siria
Cuando
los conquistadores musulmanes llegaron a la espectacular ciudad
de Damasco hacia mediados del siglo VII, se encontraron con
la basílica de San Juan Bautista, mandada construir
por Teodosio, el último emperador romano que tuvo unido bajo
su poder el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente. No obstante,
los cimientos del templo pueden retrotraerse hasta las culturas
arameas y romanas, que eligieron este lugar para levantar su lugar
sagrado.
Tras
la muerte de Teodosio, sus hijos Honorio y Arcadio se repartieron
el territorio, quedando Siria en la parte oriental del Imperio.
Más tarde el país fue conquistado por el Imperio Bizantino
y convirtiéndose después en la capital del Imperio
Omeya, entre el año 661 y el 750, pasando así a formar
parte, de manera definitiva, del imperio islámico.
Todos estos
cambios históricos hicieron que la basílica conservara
elementos de todas estas civilizaciones en el momento de ser conquistada
por los árabes. Los materiales y vestigios fueron aprovechados
por los nuevos moradores: lejos de destruir los muros, columnas
y demás elementos constructivos, los arquitectos se encargaron
de guardarlos para introducirlos de una manera u otra en la nueva
construcción que Al Walid I mandó construir entre
los años 705- 706 y 715. Desgraciadamente no se conservan
planos de la construcción original, la morfología
que hoy en día podemos observar es de 1894, año de
la mayor de las restauraciones tras el grave incendio que sufrió
el edificio.
Al- Walid mandó
asimismo conservar los muros originales del recinto, lo que hizo
que la actual mezquita mida 100 por 157 metros, convirtiéndose,
tras las halladas en La Meca y la Medina, en una de las mayores
mezquitas del mundo islámico.
El edificio
fue diseñado reproduciendo la casa de Mahoma: el centro de
la vida gira en torno al patio, de planta cuadrada, desde donde
parten las distintas estancias. Alrededor del patio se distribuyen
pilares y columnas mientras que en el segundo piso se disponen el
doble de arcos que en el inferior. El patio resulta para la religión
islámica más que un mero sitio de paso. Así,
es un lugar de reunión, de rezo, de meditación e incluso
de descanso. Los fieles pueden permanecer horas dentro del recinto,
especialmente bajo la zona porticada.
Dentro del patio
se encuentran tres pequeñas construcciones llamadas la Cúpula
del Tesoro, dado que desde su origen eran el lugar donde se guardaba
el dinero y demás posesiones con las que contaba la mezquita.
Está levantada sobre ocho columnas corintias y está
decorada, en sus ocho lados, por excepcionales mosaicos que hacen
brillar su figura. La segunda levantada sobre planta cuadrada y
rematada por una pequeña techumbre de madera, es la Cúpula
de Las Abluciones donde los fieles acuden antes del rezo para lavarse
la cara, las manos y los pies con el fin de acudir limpios a la
oración. En último lugar nos referimos a la Cúpula
del reloj, construida en el siglo XVIII para atesorar los relojes.
Es la de menor tamaño.
En torno al
patio, y con el fin de llamar a la oración, se disponen tres
minaretes construidos en épocas diferentes pero igual de
curiosos y es que, a diferencia de otros, son de planta cuadrada
o hexagonal, y no circular como es común en el arte islámico.
El más antiguo de ellos es el llamado de La novia: situado
en el centro de la pared norte su base data del siglo XI, mientras
que su remate es del XII. En el ángulo suroeste se encuentra
el minarete que adoptó el nombre del sultán que lo
mandó construir en 1488: Qayt Bey. El último de ellos
llamado Blanco o de Jesús, fue reconstruido en el periodo
otomano, alrededor del siglo XIII. Es minarete más alto de
la mezquita. Según la tradición musulmana, Jesús,
considerado un profeta en el Islam, volverá el día
del juicio final, se subirá a ese minarete y dirá
"Alá es el único dios, y Mahoma es su profeta".
El edificio
techado, con planta rectangular muy alargada, está distribuido
en tres naves divididas por dos hileras de columnas dobles con capiteles
corintios, que se desarrollan paralelas al muro de la qibla. Es
muy probable que las arquerías fuesen las encontradas por
los musulmanes en el antiguo templo. Como ocurre en el patio exterior,
las columnas superiores con ostensiblemente menores que las situadas
en la parte inferior.
Ya dentro de
la mezquita, el transepto de la sala de oración, decorado
con motivos geométricos, conduce al nicho de la oración,
llamado en árabe mihrab, datado de la primera construcción.
En el centro y cortando el transepto se encuentra la cúpula
del Águila, alzada sobre un octógono.
Dentro de esta
gran sala de oración también se encuentra el cenotafio
de San Juan Bautista donde se supone que reposa la cabeza del santo.
Cerrado prácticamente a la vista de los turistas y los fieles
por medio de anchos cristales verdes, el pequeño panteón,
que imita un edificio de dos alturas, está coronado por una
cúpula de pequeñas dimensiones. Es muy común
ver alrededor del santuario a decenas de fieles rezando al profeta,
que es venerado no sólo por los cristianos, sino también
por los musulmanes.
La decoración
de mosaicos, herencia del arte bizantino, es un ejemplo único
y muy diferente a los gustos presentes en el arte islámico.
Sobre las paredes de las galerías distribuidas a lo largo
del amplio patio central y alrededor de la Cúpula del tesoro,
se dibuja en una franja ancha la representación de un paisaje
que tal vez reproduzca el Edén. En él puede verse
un camino de agua en movimiento en cuyas orillas se alzan enormes
árboles entre los que se advierten edificios de distintas
alturas.
Otro de los
enclaves más importantes de la mezquita es la tumba de Husein
bin Ali, el nieto del profeta Mahoma, y uno de las figuras claves
de la ramificación chií del Islam. Se trata de una
sala que se diferencia del resto de la mezquita a primera vista.
Mientras que toda la construcción se basa en los parámetros
sunís, la habitación rebosa de colores y espejos,
propios de los chiitas
A las afueras
del templo y coincidiendo con los muros del Templo romano de Júpiter,
se alza un pequeño cuarto que alberga la tumba de Saladino,
lugar visitado por decenas de sirios y turistas que buscan conocer
el lugar yacen los restos de uno de los sultanes más conocidos
a lo largo del mundo.
(Autora
del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón