El Monasterio de
Santa María del Salvador de Cañas en uno de
los más majestuosos y fotogénicos edificios medievales
de la Comunidad Autónoma de La Rioja.
Estamos
ante un complejo abacial cisterciense femenino desarrollado
en varias etapas, especialmente durante el siglo XIII. Es lógico
que los primero que llama la atención al visitante sea
la magna obra arquitectónica del complejo, pero no olvidemos
la riqueza de arte mueble de este monasterio. No en balde, El
Monasterio de Santa María del Salvador de Cañas
fue y es un centro espiritual de primer orden, y fruto de ello
ha ido acumulando durante largas centurias magníficas
obras de arte, como retablos, imágenes, relicarios, etc.
que se conservan repartidas en la iglesia y otras dependencias.
De todo ello nos ocuparemos en las siguientes líneas.
En el año 1169,
Don Lope Díaz de Haro y doña Aldonza Ruiz de Castro
donaron a la Orden del Císter una villa en Hayuela, donde
debía de existir ya una fundación monástica
benedictina de monjas.
En 1170, la comunidad
de monjas se asentó definitivamente en Cañas.
No obstante, el conjunto
de edificios que vemos hoy no comenzó a levantarse hasta
tiempos de la abadesa beata doña Urraca (1225-1262).
En la tercera o cuarta
década del este siglo se proyecto una iglesia de tres
naves todavía con resabios románicos. Algunas
partes tardorrománicas se conservan, como los cimientos
y especialmente algunas portadas de medio punto y otras apuntadas
pero todavía tardorrománicas que se abren al claustro.
Es ya en la segunda
mitad del siglo XIII cuando se progresa en la construcción
de la mayor parte de la iglesia, refiriéndonos especialmente
a la cabecera, desarrollado bajo la nueva concepción
gótica imperante, pero en este caso muy puro y clásico.
Por falta de medios
no se construyeron las tres naves, sino que la cabecera tripartita
y el transepto se remataron con una sola nave del siglo XVI
(en la actualidad, ésta es la parte del templo reservado
para las monjas como área de clausura).
El Monasterio de Cañas
tiene cinco elementos de gran importancia y valor artístico.
Por cada uno de esos elementos, por sí solos, sería
merecedor de la visita:
La
cabecera de la iglesia monástica.
La
sala capitular.
El
sepulcro de la abadesa Doña Urraca.
El
conjunto de portadas medievales del claustro.
El conjunto de imaginería
y obras suntuarias repartidas entre la iglesia, la conocida
como Capilla de Reliquias y el Museo que ocupa la antigua
cilla o almacén de la abadía.
Cabecera de la iglesia
del Monasterio de Cañas
La cabecera de la iglesia
del Monasterio de Cañas tiene tres ábsides abovedados
con crucería de finos nervios. El central es soberbio,
con dos pisos superpuestos de ventanales apuntados que cobijan
cada uno cuatro vanos rasgados y por encima tres óculos
cuadrifoliados.
Las dos absidiolas laterales son más menudas
y sencillas, al disponer sólo de un ventanal muy alargado
en el centro del testero.
Siguiendo las normas de Bernardo de Claraval, estos
amplios vanos de la cabecera no se cubrieron con vidrieras coloristas
y figuradas -como estamos acostumbrados a observar en las grandes
catedrales góticas europeas- sino con translúcido
alabastro.
Como consecuencia de las citadas normas de austeridad
y aniconismo, los capiteles de las columnas son siempre vegetales.
SIn embargo, hay alguna representación figurada como
un Cristo en Majestad en una de la claves de la cabecera.
El arte mueble de la iglesia abacial: un Cristo,
una Virgen y un retablo
En el seno del ábside principal estuvo colocado durante
siglos un excepcional retablo dedicado a la Virgen del siglo
XVI, donde se aunaron las obras escultóricas de Guillén
de Holanda y las pictóricas de Alonso Gallego. Dicho
retablo fue desmontado en el siglo XX y trasladado a los pies
de la nave de la iglesia (zona de clausura), por lo que en la
actualidad sólo es contemplable por los visitantes desde
algunos metros de distancia.
Lo que si pueden admirar directamente los turistas
son dos imágenes góticas en madera. Por un lado,
tenemos un Cristo crucificado de tres clavos, situado junto
a los muros y ventanales del ábside central.
Por otro, se conserva en el la iglesia del monasterio
un extraordinario grupo de la Virgen María (Virgen de
Cañas) sentada como trono de sabiduría (Sedes
Sapietiae) con el niño Jesús en sus rodillas.
Se trata de una magnífica pieza de imaginería
lígnea policromada del siglo XIII de estilo gótico
como queda reflejado en las leves sonrisas de Madre e Hijo,
el resaltado volumen de los pliegues de las vestiduras y la
delicadeza de los rostros y las manos.
Sala Capitular del
Monasterio
Como todo monasterio
benedictino (y los del Císter lo son) las dependencias
necesarias para la vida de las monjas se organizan alrededor
de un claustro de planta cuadrangular.
El actual claustro clasicista
es de los siglos XVII y XVIII; con dos pisos superpuestos y
arcos de medio punto sobre pilastras.
Alrededor de este claustro
quedan las citadas dependencias aunque la mayoría han
sido bastante alteradas desde los siglos medievales.
Una excepción
es la sala capitular, magnífica obra de la segunda mitad
del siglo XIII. La entrada es preciosa con tres vanos rodeados
de arquivoltas apuntadas muy decoradas con hojarasca gótica.
El salón es un
espacio repartido en cuatro espacios abovedados con crucería,
cuyos nervios apoyan en una columna central y triples columnillas
o ménsulas en los muros.
Tiene gran altura y
amplitud y denota la vocación plenamente gótica
de los constructores.
Sepulcro de Doña
Urraca
El sepulcro gótico
de la beata abadesa Doña Urraca se encuentra en la sala
capitular. Fue esculpido a finales del siglo XIII o incluso
a principios del XIV. Muestra a la abadesa yacente en la lápida
ataviada con sus atributos abaciales.
En uno de los frentes
de la caja se esculpió la bella escena de la subida al
Cielo de la beata, donde su alma, con forma de niña,
es recogida por dos ángeles.
El resto de las caras
muestran con precisión y calidad artística escenas
de la vida de la beata, así como el pésame de
monjas, mujeres y frailes tras su muerte.
Aunque se ha querido
comparar este sepulcro con el de Nájera (Doña
Blanca de Navarra) y San Millán de la Cogolla, es obvio
que el de Cañas tiene, como mínimo, un siglo menos
de antigüedad y abandona el hieratismo románico
para adoptar un naturalismo plenamente gótico. En este
sentido es elocuente la abierta sonrisa de algunas monjas, que
parecen comentar los acontecimientos.
Conjunto de portadas
Un rápido vistazo
a las alas del claustro del Monasterio de Cañas, nos
muestra varias puertas de acceso a la iglesia y a otras dependencias
claustrales monásticas. Hay alguna sencillas de medio
punto totalmente románicas y otras de transición
al gótico.
La más
importante es la que comunica la iglesia con el claustro. Es
un ejemplar precioso y elegante, típico del tardorrománico
cisterciense. Tiene cuatro arquivoltas apuntadas y baquetonadas
sobre columnas acodilladas menos la tercera que llevas dientes
de sierra.
Salas de exposiciones. Los museos del Monasterio
de Cañas
Si la notable arquitectura del Monasterio de Cañas
no fuera suficiente, este cenobio cuenta con otros alicientes
interesantes para los turistas. Nos estamos refiriendo a dos
salas con exposiciones museísticas con piezas de incalculable
valor histórico y artístico.
Sala de Reliquias
Destaca el relicario del siglo XVI, mandado construir
por Leonor de Osario.
Dentro del arte medieval, destacamos la estatua
de alabastro policromado del siglo XIV de Nuestra Señora
de Cañas. María se encuentra de pie en una muy
acusada postura de contraposto típico de la escultura
gótica clásica y con el brazo izquierdo sujeta
al Niño mientras que con la derecha toma amorosamente
el pie de Jesús.
También es muy apreciable el grupo de Santa
Ana, la Virgen y el Niño.
Museo de la Cilla
La segunda sala de exposiciones se encuentra instalada
en lo que fuera la cilla del monasterio, esto es, el almacén
de víveres que todo monasterio debía tener con
el fin de llagar a ser lo más autárquico posible.
Como era norma en el Císter, dicha cilla se ubicaba en
la zona reservada para los legos o conversos (ayudantes subalternos
de los monjes que convivían con ellos pero en una zona
separada y sin compartir espacios comunes) justo en la panda
opuesta al templo abacial.
La cilla es una estancia alargada de doble nave
separada por arcos apuntados que se prolongan en robustos pilares.
Son innumerables las obras de arte que se exponen
cuidadosamente en esta sala. De todas ellas destacamos tres
estatuas góticas, de San Pedro, San Juan y San Martín
de Tours.
San Pedro
Talla de madera policromada de San Pedro. La condesa
Aldonza y la beata Urraca fueron muy devotas de este apóstol
por lo que constituyeron la Cofradía de San Pedro en
las primeras décadas del siglo XIII. Esta imagen de San
Pedro data de esas fechas o un poco más tarde y aparece
con cabello y barba de color rubio, mitra y en su casulla el
escudo de los López de Haro.
San Juan Evangelista
Otra talla medieval (siglo XIII probablemente)
es la de San Juan Evangelista cuyo rostro juvenil sin barba
y largo cabello rubio podría confundirlo con una mujer
(nos acordamos aquí de la polémica sobre María
Magdalena y el Código da Vinci). El discípulo
amado aparece sujetando con su mano izquierda un libro (su Evangelio)
mientras la mano derecha está perdida. Los pies se encuentran
apoyados sobre las alas de un águila, su símbolo
tradicional.
San Martín de Tours
La escultura lígnea de San Martín
de Tours -santo y obispo que vivió en el siglo IV en
las Galias- es otra obra de imaginería gótica
de delicada belleza que se conserva en el Museo del Monasterio
de Cañas. Va tocado con mitra episcopal y cetro (obispo
de Tours) y una elegante túnica con pliegues triangulares
en el centro del torso.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre la Ruta de los Monasterios
medievales de la Rioja