El
Monasterio de la Oliva es uno de los más importantes
y espectaculares cenobios del Císter en España.
Su visita supone percibir la grandeza de una arquitectura trascendental
en la historia del arte europeo de la Edad Media.
El Monasterio de Nuestra
Señora de la Oliva está en Carcastillo, al este
de Navarra, muy cerca ya de tierras aragonesas. Su historia
se remonta al año 1134 en que fue fundado por García
Ramírez.
Los siglos XII y XIII
fueron de gran prosperidad para la comunidad cisterciense de
La Oliva. Sin embargo, durante el XIX sufrió graves agresiones
en la Guerra de Independencia y tras la Desamortización
de Mendizábal, lo que provocó su abandono. En
1927 fue de nuevo ocupado por monjes cistercienses y desde ese
año ha gozado de una revitalización espectacular.
Gracias a la pronta
fundación del cenobio, su edificación básicamente
pertenece al siglo XII y comienzos del XIII, por lo que La Oliva
es de los monasterios cistercienses españoles que mayor
carácter románico conserva.
Del Monasterio medieval
quedan importantes dependencias, a saber, su imponente iglesia,
el claustro gótico, la sala capitular, la cocina, la
sala de los monjes y la capilla de San Jesucristo.
Interior de la iglesia
La
iglesia es un enorme edificio de ascendente claramente románico,
por su planta y concepción, a pesar del abovedamiento
con crucería. Consta de tres amplísimas naves,
más ancha y alta la central, separadas por arcos formeros
apuntados que apoyan sobre pilares cruciformes con dos columnas
adosadas a cada cara y una en cada codillo. Se trata, por tanto,
de una típica estructura hispano-languedociana que en
La Oliva se manifiesta con perfecta seguridad. Las columnas
pareadas reciben los arcos formeros y fajones y las de los codillos,
los arcos cruceros de las bóvedas. Todo el abovedamiento
de las naves es, pues, de crucería sencilla.
La iglesia de La Oliva
tiene un larguísimo crucero de cinco tramos y una cabecera
de cinco ábsides. El central es precedido por presbiterio
abovedado con medio cañón apuntado y el hemiciclo
con bóveda de horno reforzada por arcos coincidentes
en la clave y que descansan en columnas adosadas al semitambor.
Los cuatro ábsides que lo flanquean tienen planta cuadrada.
La decoración
de los capiteles, como se puede esperar, se limita a motivos
mayoritariamente geométricos y vegetales, aunque hay
algunos donde afloran cabecitas humanas.
Hay que destacar que
los ventanales del claristorio y cabecera son amplios, muy abocinados
y de perfecto medio punto.
La fachada occidental
Si tenemos la suerte
de visitar el Monasterio de La Oliva es una tarde soleada, podremos
contemplar una de las vistas más sugerentes del patrimonio
medieval español. Nos referimos al espectacular hastial
occidental gótico de la iglesia que refulge gracias a
su piedra rojiza y la buena articulación de sus estructuras.
Esta fachada es ya del
siglo XIV y parece que reutilizó algunos elementos de
la anterior románica, como veremos. La portada es apuntada
y con multitud de arquivoltas y columnillas.
En el tímpano
de esta puerta gótica hay un antiguo Crismón románico
posiblemente reaprovechado de una construcción anterior.
Tiene la particularidad de incorporar un Agnus Dei en su interior
y estar decorado con la luna y el sol y dos animales y acompañado
por dos escenas. Pantocrator y Tetramorfos y la Virgen con el
Niño.
Los canecillos de la
cornisa superior pueden pasar desapercibidos ante la monumentalidad
del conjunto, pero es necesario observarlos con detenimiento,
mediante prismáticos o teleobjetivo, pues no tienen desperdicio.
También se trataría de un elemento románico
anterior rescatado de la desaparición cuando se edificó
la fachada gótica.
Flanqueando la puerta,
existen dos grandes rosetones de iluminación de las naves
colaterales.
El claustro
El claustro románico
del Monasterio de La Oliva también fue sustituido por
otro gótico.
Las cuatro galerías
del claustro tienen abovedamiento de crucería que apoyan
sobre grandes arcos apuntados que cobijan la habitual tracería
y cuatro arquillos agudos más pequeños. El otro
tipo de apoyo lo constituyen las ménsulas de los muros,
algunas con muy interesantes escenas esculipdas, como la que
muestra a un expresivo Sansón desquijarando al león.
La Sala Capitular
Afortunadamente se conserva
la sala capitular primitiva, una de las más armónicas
y bellas del románico español. La entrada se estructura
mediante vanos de medio punto sobre columnas románicas.
El espacio de la sala
es cuadrado y está dividida en nueve espacios por cuatro
columnas exentas centrales más ocho columnas situadas
junto a los muros.