Monasterio
de Sant Benet de Bages, Barcelona
Introducción
En
plena comarca del Bages, centro neurálgico de Cataluña,
el Monasterio de Sant Benet de Bages se ubica a unos 70 kilómetros
al norte de Barcelona y a apenas una decena de Manresa, a orillas
del río Llobregat y a medio camino entre las localidades
de Navarcles y Sant Fruitós, término municipal este
último al que pertenece.
Se trata de uno de los monasterios más relevantes
de Cataluña tanto en lo artístico como en lo cultural,
llegando a despertar entre los años de la llamada "Reinaxença"
gran interés entre los intelectuales catalanes, hasta el
punto de que tras caer en manos de la importante familia Casas,
fue el propio Josep Puig i Cadafalch quien dirigió sus obras
de restauración.
En la actualidad, tras ser adquirido en el año
2000 por la Caixa de Manresa, forma parte del conocido como complejo
Mon Sant Benet, inaugurado en 2007 y destinado a función
hostelera, recreativa, cultural y divulgativa de la historia monacal.
Breve aproximación histórica
La repoblación cristiana de la fértil
vega del Llobregat se remonta a los años de Wifredo el Velloso
(último cuarto del siglo IX), una empresa que continuarían
sus sucesores en décadas posteriores a través del
patrocinio de una serie de fundaciones monásticas entre las
que destacaría Santa Cecilia de Montserrat y la que nos ocupa
de Sant Benet.
La fundación de Sant Benet se debe concretamente
a un personaje de nombre Sala, emparentado con los Vizcondes de
Osona tras su casamiento con Ricarda. Este matrimonio, tras una
visita a Roma junto a otros notables del momento en la que traen
unas reliquias de San Valentín, funda Sant Benet hacia el
año 950, aunque la iglesia no sería consagrada hasta
un 3 de diciembre del 972 como acredita un documento conservado.
Tras ser arrasado por los musulmanes en tiempos de
Almanzor, la labor de reconstruir Sant Benet le es encomendada por
Arnulf, Obispo de Vic, al canónigo Ramió, contando
además con el apoyo de una bula pontificia promulgada en
el año 1017.
Tras un breve lapso de tiempo en que funciona como
filial del monasterio francés de Sant Ponç de Tomieres,
Sant Benet vuelve a poder del papado dentro de la órbita
cluniacense, siendo de nuevo asolado por una escaramuza almorávide
en 1105.
Tras ser de nuevo reconstruido y consagrado en 1212,
el monasterio viviría su periodo de mayor esplendor entre
los siglos XIII y XIV, viéndose truncada su influencia por
la peste negra de 1348, la cual, dejaría la comunidad reducida
a dos monjes iniciándose así un lento declive que
culminaría con su cesión al monasterio de Montserrat,
a su vez, dependiente de San Benito el Real de Valladolid.
Un pavoroso incendio en 1633 dejó el monasterio
muy maltrecho, sobreviviendo a duras penas hasta su definitiva exclaustración
con motivo de la Desamortización de Mendizábal en
1835. Poco después pasaría a manos privadas, siendo
restaurado en dos ocasiones, la primera por el citado Puig i Cadafalch
y la segunda, ya en el siglo XXI, con el fin de adaptar el monasterio
a su nueva funcionalidad.
El Monasterio de Sant Benet
Del primitivo monasterio románico de San Benet
de Bages tan sola ha llegado a nuestros días su reformada
iglesia y su claustro, siendo obras más tardías las
dependencias que lo circundan como el dormitorio, la despensa, la
bodega y el palau abacial anejo.
La iglesia
La iglesia monacal es una construcción de una
sola nave de tres tramos abierta a un crucero marcado en planta
y alzado que da paso a un ábside semicircular. Paralelos
a la cabecera principal se disponen, en cada uno de los brazos del
crucero, sendas capillas absidiales laterales, las cuales, no son
apreciables al exterior ya que el espacio de sus pequeños
hemiciclos se limita al grosor del muro.
Queda cubierta la nave mediante una bóveda de
cañón ligeramente apuntada reforzada por arcos fajones
sobre pilastras que se corresponden con los contrafuertes exteriores,
apareciendo hoy en día el espacio cabecero interior considerablemente
adulterado debido a una serie de molduras, yeserías y policromías
barrocas.
Ocupando el mismo espacio que la cabecera, a un nivel
inferior y accesible mediante unas escaleras se sitúa la
cripta, también profundamente adulterada tras la adición
de un falso techo plano pero en la que aún se aprecian los
soportes sobre los que descansaban sus abovedamientos
Al exterior, la iglesia monacal llama la atención
por su sencillez, limitándose los recursos ornamentales a
la ventana del brazo norte del transepto y a una banda de arquillos
ciegos de sabor lombardo que recorre los muros laterales y cabeceros
a la altura de las cornisas.
Cuenta San Benet de Bages con dos torres-campanario:
una en el ángulo suroccidental en la que es perfectamente
perceptible a través de las diferencias de aparejo las distintas
etapas de su construcción; y una segunda de dos cuerpos de
ventanas elevada sobre el arco fajón que separa el crucero
y el primer tramo de la nave.
Es en la fachada occidental y bajo un desnudo ventanal
donde se habilita su portada principal, configurada mediante tres
arquivoltas de medio punto sobre columnas acodilladas coronadas
por capiteles figurados.
En los capiteles del lado izquierdo de la portada se
distingue una composición vegetal en la cesta más
exterior, aves entre entramados vegetales en la intermedia, y una
curiosa escena doble en la que un hombre es aprisionado por dos
leones en la interior.
Al lado opuesto se repite el esquema de motivos vegetales
en la cesta exterior; apareciendo una escena en la que dos leones
muerden su propia cola en el capitel intermedio, y en el más
interno una curiosa composición en la que unas bocas monstruosas
regurgitan unos tallos que son picoteados y mordidos respectivamente
por aves y cuadrúpedos.
El claustro
El elemento del conjunto de Sant Benet de Bages que
mayor interés ha despertado desde siempre entre historiadores
del arte y aficionados ha sido su claustro románico, adosado
al costado sur del templo semiencajonado entre el brazo meridional
del transepto y la torre campanario de los pies.
Al propio interés que en sí mismo atesora
el claustro de Sant Benet, se le suma el especial encanto que le
confiere la exuberante naturaleza que crece en su pequeño
jardín central, dándole al espacio un toque añadido
de romanticismo.
El acceso al recinto claustral se abordaba desde el
brazo sur del crucero de la iglesia, disponiéndose una bonita
portada de una sola arquivolta de medio punto animada con decoración
de cestería y que descansa sobre columnas de fuste monolítico
y capiteles de cimacio ajedrezado.
De los dos capiteles con que contaba la portada, el
del lado derecho ha desaparecido por completo, mientras que su cesta
contraria presenta una interesantísima decoración
en la que identificamos al Señor siendo elevado por dos ángeles
que le flanquean.
Cuenta el claustro con cuatro pandas conformadas cada
una de ellas por dos grupos de tres arcos de medio punto separados
entre sí por un potente pilar central justo en el centro
de cada crujía.
Los arcos descansan sobre dobles columnas rematadas
cada una de ellas en su propio capitel independiente, contándose
un total de 64 cestas decoradas en todo el claustro, 16 por panda.
Comenzando el recorrido por la panda oriental, justo
frente a los vanos que en origen daban acceso a la sala capitular,
puede observarse que se trata del sector de mayor sencillez en cuanto
a la decoración de sus cestas se refiere, predominando las
vegetales, las de entrelazo geométrico y apareciendo residualmente
algún animal.
Llama la atención un capitel en el que, en cada
uno de sus ángulos, aparecen unos curiosos personajes sosteniendo
una especie de ramas de palma como si de alas se tratase y con las
que, a su vez, parecen esconder su desnudez. Esta escena se repite
en uno de los capiteles de la crujía norte.
Mucho mayor interés presenta, sin embargo, un
capitel reaprovechado que, por sus hechuras y su técnica,
parece anterior al resto del conjunto, posiblemente prerrománico.
En él, son apreciables en sus cuatro caras un entrelazo,
un Pantocrátor, una Anunciación, y una escena en la
que un ave susurra algo al oído de un personaje, a cuyos
pies, aparece otro postrado de rodillas.
Para muchos especialistas, este personaje podría
ser San Benito, titular del monasterio; sin embargo, últimamente
hay quién señala la posibilidad de que se trate de
San Valentín, cuyas reliquias fueron traídas por los
comitentes desde Roma, por lo que el personaje arrodillado bien
podría ser Sala o su esposa Ricarda, fundadores del cenobio.
En la panda sur predominan también los capiteles
de temática vegetal, siendo especialmente interesante la
variedad del repertorio de sus motivos: zarcillos entrelazados,
pámpanos, brotes, pencas, etcétera.
De entre las cestas figuradas, destaca una en la que
figuran ángeles de enormes alas en cada una de sus caras,
otro similar a base de aves y, sobre todo, una curiosa escena de
caza en la que cuadrúpedos (seguramente cánidos) acechan
a un rebaño de ovejas que pasta tranquilamente. No es para
nada casual que esta cesta fuese ubicada justo frente a lo que era
la puerta del refectorio de monjes, quizás como exhortación
contra el pecado de la gula.
En la panda occidental, como en sus contiguas, predominan
igualmente los capiteles vegetales, todos ellos de gran calidad
y variedad en sus diseños. Junto a ellas, se aprecian otras
escenas como aves enfrentadas picoteando frutos, o la lucha entre
un hombre y un león.
Una de las más enigmáticas composiciones
del claustro de Sant Benet de Bages es la cesta en la que dos personajes
-masculino y femenino- entrelazan sus manos mientras agarran respectivamente
su capa y su sayón. En torno a ellos, otros personajes hacen
sonar cuernos musicales y agitan palmas. Podría tratarse
de una ceremonia matrimonial.
Por último, es la panda norte, la más
próxima a los muros de la iglesia y a su puerta de acceso,
la más fecunda en cuanto a la variedad iconográfica
de sus capiteles.
Iniciando la lectura desde su extremo occidental, comienza
la sucesión de capiteles con una composición en la
que aves rapaces aprisionan a un cuadrúpedo y a otra ave
de menor tamaño. A continuación, ocupando las dos
cestas y pudiendo ser el preludio del capitel anterior, identificamos
una escena de cetrería en la que varios hombres a caballo
portan halcones prestos a la cacería.
Tras él, identificamos una Virgen con el Niño
en compañía de San José apoyado en su cayado.
Esta representación es prácticamente idéntica
a otra existente en la panda sur. A continuación, de nuevo
una enigmática escena en la que varios personajes aparecen
aprisionados por lo que parece una serpiente, la cual muerde a uno
de ellos.
En el resto de capiteles de la arquería septentrional
predomina la temática vegetal, a excepción de una
segunda representación de figuras sosteniendo palmas a modo
de alas prácticamente idéntica a la ya descrita de
la crujía oriental.
El claustro, que para la mayoría de especialistas
se encuadraría cronológicamente en los años
finales del siglo XII, se cubre en sus cuatro galerías mediante
bóvedas de cañón, solucionándose los
ángulos por medio de arcos de descarga que parten de las
esquinas y rematan en capiteles.
Es en uno de estos capiteles, en el que por tercera
vez en todo el claustro de Sant Benet encontramos una representación
de la Sagrada Familia, donde aparece una inscripción en la
que puede leerse "conditor operis vocabatur Bernad", siendo
identificado este nombre de Bernardo con el del autor, o al menos
uno de los artífices principales, de los capiteles del claustro.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)