También deben destacarse las diferentes
piezas escultóricas realizadas en mármol y terracota,
como la fuente del delfín y el torso de mujer, procedente
de Villa Fortunatus, y datadas las dos en el siglo IV. La fuente
representa un delfín, que emanaría agua por su
boca, sobre el que cabalgaría otra figura, quizás
Neptuno, de la que sólo se han conservado los pies.
El torso de mujer se ha considerado un retrato,
aunque quizás fuese una representación de una
deidad, recostada sobre un triclinium. En cualquier caso, resulta
imposible saber su identidad, debido al estado fragmentario
de la pieza. Seguramente fuese realizada con una intención
funeraria.
La alta Edad Media
En la sala 4 pueden verse diferentes piezas procedentes
de las épocas visigoda, islámica y la reconquista
cristiana.
Época visigoda
En la zona del Alto Aragón los visigodos
se mezclaron con la población romana, y nunca se llegó
a abandonar el latín, subsistiendo también algunas
instituciones, aunque durante esta época la ciudad de
Huesca sufrió una disminución demográfica,
y los núcleos rurales aumentaron su población.
De esta época pueden verse en el Museo una
pequeña columna y un capitel que proceden de Coscojuela
de Fontova, así como algunas piezas cerámicas.
La colección se completa con objetos pertenecientes a
la cotidianeidad, como broches de cinturón, fíbulas,
y anillos. Una de las piezas más sobresalientes es el
pendiente de Ibieca, realizado en oro, y procedente de Fuentes
de Aquillán (la Hoya). Se trata de una joya compuesta
por un aro de oro con una bola, con decoración repujada
y piedras preciosas insertadas, configurando una pieza de gran
virtuosismo.
Época hispanomusulmana
Del periodo hispanomusulmán, que en el alto
Aragón ocupa una cronología que va desde el 718
hasta el 1149, el Museo alberga una pieza de primer orden. Se
trata de uno de los escasos textiles islámicos conservados
en la Península Ibérica. Es un tiraz, seguramente
realizado para conmemorar una batalla, realizado en el siglo
XI. Se ha conservado casi de forma milagrosa, debido a que fue
utilizado para envolver un relicario en la ermita de Colls,
en la localidad de Puente de Montañana.
Es un tejido de seda, de color verde parduzco,
decorado con tres franjas horizontales, las extremas con epigrafía
árabe de carácter cúfico, y la central
con una policromía formada por cinco rombos decorados
en su interior con elementos geométricos. El del extremo
izquierdo muestra un ave con la cabeza girada.
Además de esta pieza, se conservan también
diferentes cerámicas, tales como tinajas, jarras, cántaros,
así como instrumentos de cocina y vajillas. En ellas
puede verse un amplio muestrario de las técnicas más
comunes utilizadas en la cerámica hispanomusulmana, como
la cuerda seca o el reflejo metálico.
Uno de los objetos cerámicos más
destacadas es el ataifor del felino, debido a que se trata de
una pieza con un virtuosismo excepcional en toda la zona del
alto Aragón. Está fechada a finales del siglo
X o principios del XI, y procede de una excavación practicada
en la iglesia de San Juan de Barbastro.
Se trata de un plato de cerámica naranja,
con la iconografía de un felino en verde y manganeso
en su interior. Estos animales están muy presentes en
la cerámica andalusí, y se han relacionado con
el poder y la autoridad, aunque otros autores indican que su
presencia es meramente decorativa. Hay quien afirma que este
tipo de decoración procede de Madinat al-Zahra.
En esta sala también puede verse un enterramiento
infantil. El bebé, que cuando se encontró se encontraba
en posición fetal y orientado perfectamente hacia La
Meca, se halló bajo el suelo de una casa, en el yacimiento
de Zafranales.
La etapa musulmana en el museo se cierra con la
exposición de algunas armas, candiles, y piezas con epigrafía.
Periodo medieval de dominio cristiano
En la sala 4 también se exponen algunas
vitrinas, en donde se encuentran piezas procedentes del periodo
de la reconquista. A partir del 1044 Ramiro I unificó
los condados de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón, que habían
surgido en el siglo IX gracias a la ayuda del imperio carolingio,
dando lugar a la creación del Reino de Aragón,
cuya capital se establecería en Jaca, extendiendo, de
forma paulatina, el poder cristiano por toda la zona hasta mediados
del siglo XII.
En el Museo hay algunas piezas de esta época
que resultan interesantes, como el Cristo de Azlor. Se trata
de una imagen de un crucificado de bronce, al que le falta la
cruz, de apenas 22 cm. de altura. Su rostro, ligeramente ovalado,
tiene unos ojos de gran tamaño, que muestran una gran
expresividad.
Puede también verse también una Virgen
sedente con el Niño sobre sus rodillas, realizada en
el siglo XII en madera policromada, procedentes de la iglesia
de Santiago de Agüero. Es una talla extraordinariamente
delicada, trabajada con un gran virtuosismo y que aporta la
singularidad de que María sujeta con su mano izquierda
a su Hijo por las piernas.
También hay otra Virgen, ya del siglo XIII
y de rasgos más góticos procedente de Santa María
in Foris de Huesca.
En la misma sala se encuentra el conocido como
sarcófago de la infanta, que procede del panteón
real de Santa Cruz de la Serós (Jaca), y se ha fechado
a finales del siglo XI. Se desconoce el nombre de la persona
para la que fue realizado, aunque sin duda se trataría
de una niña, debido a su pequeño tamaño,
aunque otros autores han sugerido que en realidad podría
tratarse de un osario.
También se conserva un tímpano de
piedra procedente de una puerta donde aparece Cristo en Majestad
en una mandorla que llevan dos ángeles y debajo la representación
de la Adoración de los Reyes Magos.
Además hay una lapida funeraria con una
iscripción alusiva al diácono Juan de Jaca.
También se exponen las maquetas de dos edificios
característicos del románico aragonés,
San Juan Bautista de Busa, y San Caprasio, en Santa Cruz de
la Serós. La primera es una construcción de la
segunda mitad del siglo XI, localizada en el valle del Gallego,
y que se caracteriza por una nave única rematada en ábside
semicircular.
La maqueta de San Caprasio, representa a escala
este edificio, construido en los primeros años del siglo
XI, que ejemplifica muy bien las características del
románico lombardo en Aragón.
Por último, la sala finaliza con una vitrina
dedicada a la vida cotidiana en la alta Edad Media. En ella
pueden verse instrumentos de cocina, vajillas, armas, y monedas.
También encontramos y un tímpano
de madera que representa la Resurrección de Lázaro.
Es obra de Gil de Brabante realizada alrededor del año
1500 y que perteneció al Hospital de Nuestra Señora
de la Esperanza, San Lorenzo y San Vicente de Huesca.
El recorrido expositivo se completa con otras cuatro
salas, dedicadas a las bellas artes, y en donde pueden verse
algunos ejemplos muy interesantes de retablos flamencos y lienzos
renacentistas. Destacan las litografías de los Toros
de Burdeos y el retrato de Antonio Velán y Monteagudo
de Francisco de Goya, así como las obras de Valentín
Carderera que el mismo autor cedió al Museo.