Guía
monumental (arte e historia) de San Martín de Montalbán,
Toledo
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San
Martín de Montalbán |
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Toledo |
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Montes
de Navahermosa |
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Introducción
a la guía de arte (monumentos y rutas) de San Martín
de Montalbán, Toledo.
No
es del todo habitual que una localidad tenga renombre por su patrimonio
artístico y que esas obras de arte o monumentos se encuentren
fuera de la propia población, en su término municipal.
Sin embargo, éste es el caso de San Martín de Montalbán
(Toledo). Y es que en el término municipal de San Martín
hay dos importantísimos edificios medievales. Nos referimos
a la iglesia visigótica de Santa María de Melque y
el castillo templario.
No obstante, hay que citar
también la iglesia parroquial de San Andrés.
Desde San Martín
podremos visitar los no muy lejanos pueblos de Casalgordo (Sonseca)
y Arisgotas (Orgaz) para ver la iglesia de San Pedro de la Mata
y el Museo de Arte Visigodo de Arisgotas.
Iglesia
de San Andrés de San Martín de Montalbán
La
iglesia parroquial de San Martín de Montalbán está
dedicada a San Andrés. Es un edifico austero de corte renacentista
del siglo XVI, cuya planta es de cruz latina y cabecera tripartita
cubierta con bóvedas de cañón.
Elemento destacable es la
cúpula semiesférica que cubre el tramo del crucero
y que se adapta al cuadrilátero de los arcos torales mediante
pechinas.
Castillo
templario de San Martín de Montalbán
El Castillo de San Martín
de Montalbán se localiza algo al norte de San Martín,
en dirección a Puebla de Montalbán.
El de San Martín
de Montalbán es uno de los mejores castillos de la provincia
de Toledo y a diferencia de lo que estamos habituados a ver, no
se trata del clásico castillo-palacio bajomedieval, levantado
para uso residencial de un gran señor del siglo XV. Se trata
de un castillo cuya arquitectura denota vocación defensiva
y uso militar.
Algunos estudiosos creen
que se asienta sobre una antigua fortificación visigoda.
Tal extremo no se ha comprobado y lo que sí parece claro
es que gran parte del edificio tuvo como autores a los ejércitos
almorávides o almohades, allá por finales del siglo
XI o en el transcurso del XII, cuando el territorio disputado entre
moros y cristianos se localizaba entre el Tajo y Guadiana.
Con la reconquista del centro
peninsular, Alfonso VII lo donó a la Orden del Temple, cuyos
monjes soldados lo adaptaron a sus usos y necesidades.
La fortaleza es compleja
en estructuras y sorprende la longitud perimetral de 700 metros.
Los lienzos sur y este son los más altos y espectaculares
pues encaran un llano del que habría que defenderse. Llama
la atención el gran arco agudo de acceso, de tiempos de los
templarios
Sin embargo los lienzos
norte y oeste apenas tienen construcción militar ya que el
acantilado sobre el río Torcón es ya defensa inexpugnable
suficiente.
Además, del castillo
como tal, es de gran belleza el entorno, especialmente las vistas
desde el adarve, al que se puede subir sin grandes dificultades
por una escalera interior.
Para visitar esta magnífica
fortaleza hay que tener en cuenta que se asienta sobre terreno privado,
por lo que sólo se puede acceder a él, según
lo que reza un cartel de la valla de acceso, los sábados
de cualquier época del año a excepción del
periodo que abarca de febrero a mitad de mayo.
Ermita
de Santa María de Melque
Muy cerca del castillo templario,
al norte de San Martín de Montalbán está la
iglesia visigoda de Santa María de Melque.
La iglesia de Melque es
una gran sorpresa para el amante del arte medieval. Como en el caso
de Santa Lucía del Trampal (Cáceres) su aislamiento
en el medio rural ha posibilitado su conservación, de manera
contraria a lo que sucedió con los innumerables templos altomedievales
que han desaparecido en las ciudades, tras siglos de guerras, destrucciones
y reconstrucciones.
Y es que si algo tiene la
arquitectura visigoda es su reciedumbre. Los muros de ésta
y otras iglesias de la época están construidos con
grandes sillares pétreos colocados a hueso (sin argamasa)
de gran consistencia. Por ello, salvo por acción directa
del hombre, pueden llegar a nuestros días en aceptable estado,
a pesar de los más de trece siglos que nos separan de su
construcción.
Ha existido alrededor de
este templo una larga polémica sobre su datación y
estilo. Para algunos expertos es de arquitectura visigótica
(siglos VII-VIII), mientras que para otros sería mozárabe
y algo posterior (siglo IX).
Aunque sus orígenes
siguen siendo inciertos, parece que la teoría más
consensuada es que la de Melque fue la iglesia de un monasterio
visigodo construido probablemente a comienzos del siglo VIII y en
fecha muy cercana a la ocupación musulmana. En un momento
desconocido, el cenobio sería abandonado y los árabes
acondicionarían el edificio para su empleo como fortificación.
Al menos esto es lo que parece deducirse de la torre que se construyó
sobre el primitivo cimborrio.
Melque tiene planta de cruz
latina con tres naves unidas a una cabecera triabsidal. De estos
tres ábsides, todos de planta cuadrada, sólo quedan
dos, puesto que el de la Epifanía ha desaparecido.
La iglesia de Santa María
de Melque ha sido muy restaurada no hace muchos años (para
algunos, quizás en exceso) y es visitable de manera sencilla
y agradable, en parte por la belleza y misterio que transmiten estos
templos altomedievales y en parte por el bonito y acogedor Centro
de Interpretación anexado para explicar las características
del edificio y el contexto histórico en que nació.
Ruta
visigoda desde San Martín de Montalbán
Aprovechando la visita
a Melque podemos hacer una ruta por otros lugares con restos arqueológicos
visigodos. Tomaremos la carretera CM-403 y CM-401 en dirección
a Sonseca para visitar las ruinas del monasterio de San Pedro de
la Mata junto a la aldea de Casalgordo.
No queda mucho, pero podremos
ver algunos de los muros y un arco de heradura.
Tras
Casalgordo está Arigotas (ya en el municipio e Orgaz) con
su yacimiento arqueológico de los Hitos, correspondiente
a las ruinas de un
monasterio visigodo.
En Arisgotas han montado
un acogedor y bonito museo con piezas escultóricas (la mayoría
frisos decorativos) que los vecinos han ido donando y que, tiempo
atrás, habían sido extraidos del yacimiento y colocados
en sus casas como objetos decorativos.
Entre sus colecciones hay
piezas de frisos pétreos de distinta decoración geométrica
y vegetal, aunque sobresalen los de rosetas inscritas en círculos,
tallos con trazados elípticos, hojas de parra, etc.