Vidrieras
del románico
Autor
de artículo e imágenes: Fernando Cortés Pizano
A
pesar de los escasos ejemplares de vidriera románica
que han llegado hasta nuestros días y del mayor protagonismo
de los grandes ciclos de decoración escultórica
y pintura mural, la vidriera fue sin duda el principal sistema
de cerramiento de ventanales utilizado en la arquitectura religiosa
de los siglos XI y XII y una de las principales artes de la Edad
Media.
El estilo Románico
se extendió rápidamente por toda Europa a partir
de la segunda mitad del siglo X, desarrollándose, en sus
múltiples variantes y según las distintas regiones,
hasta mediados del siglo XIII, cuando, después de un largo
periodo de transición, donde el estilo Románico
y Gótico conviven de forma simultánea, la nueva
estética del Gótico se impuso de manera definitiva.
La vidriera Románica de los siglos XI y XII era ya un arte
plenamente formado y maduro, fruto de varios siglos de experimentación.
Los
primeros vestigios de un arte perdido
Los orígenes de la vidriera, entendida como un conjunto
de paneles compuestos por vidrios, generalmente pintados, y unidos
entre sí mediante varillas de plomo, se remontan a los
siglos centrales de la Edad Media, durante los periodos Carolingio
y Otoniano. Su desarrollo, asociado al Cristianismo, se produjo
de forma paulatina en los actuales países de Francia, Alemania,
Suiza, Austria, Reino Unido, etc.
Desgraciadamente, tan
sólo unos escasos vidrios de aquel periodo han llegado
hasta nosotros, por lo que el estudio de las primeras manifestaciones
de este arte sigue siendo muy fragmentario. Entre estos restos
conservados cabe destacar una ciba pintada con grisallas del siglo
VI hallados en Rávena, Italia, unos vidrios de color de
los siglos VII u VIII formando un panel hallados en los Monasterios
de Monkwearmouth y Jarrow, Inglaterra, unos restos de vidrios
del siglo VIII formando una cruz hallados en Séry-lès-Mézières,
Francia, y una serie de cabezas pintadas sobre vidrio halladas
en Lorsch (s. IX), Schwarzach (s. X), Magdeburg (s. XI) y Wissembourg
(s. XI).
En el origen de este arte,
algunos autores apuntan hacia una posible influencia de los manuscritos
iluminados, ciertos trabajos de orfebrería, el cloisonné,
los esmaltes de la Europa cristiana medieval o la vidriera islámica
de celosías y vidrios de color, introducida en Europa a
través de los contactos del mundo cristiano con Bizancio
y la España musulmana.
Si bien la arquitectura
del periodo Románico incluía generalmente la vidriera
como principal forma de cerramiento, su uso no supuso una transformación
en las formas arquitectónicas, como sucedió en el
Gótico. Las vidrieras tuvieron que adaptarse a los pequeños
ventanales abiertos en los gruesos y compactos muros de los edificios
románicos, los cuales eran de reducido tamaño y
terminados en arco de medio punto.
Obras
conservadas in situ
Por lo que respecta a las obras conservadas in situ, si bien éstas
se hallan localizadas mayoritariamente en Francia, es en la Catedral
de Augsburgo, en Alemania, donde se halla la famosa serie de vidrieras
de los cuatro Profetas, las más antiguas conocidas en la
actualidad. Otros ejemplares importantes de vidrieras o paneles
del siglo XII y principios del XIII conservados in situ son los
de las catedrales de York, Canterbury y Lincoln en Inglaterra;
Colonia, Erfurt, Friburgo y Ratisbona en Alemania; y St.-Denis,
Chartres, París, Saint-Germer-de-Fly, Le Mans, Poitiers,
Angers, Vendôme, Bourges, Châlons-sur-Marne, Reims
y Estrasburgo en Francia. Aparte de estas obras in situ, se conservan
restos de vidrieras románicas en diferentes museos de Francia
y Alemania y, en menor medida, en Suiza, Austria y Estados Unidos.
Estas pocas vidrieras
conservadas del periodo Románico, las cuales están
generalmente muy alteradas por las sucesivas restauraciones, constituyen
tan sólo una mínima parte de las obras que en su
día fueron creadas, de ahí que nuestro conocimiento
actual de la vidriera Románica, especialmente la anterior
al siglo XII, esté principalmente basado en el estudio
de las fuentes literarias contemporáneas.
La
técnica
Las fuentes escritas más importantes para el conocimiento
y estudio de la técnica de la vidriera medieval siguen
siendo actualmente el tratado del monje benedictino alemán
Theophilus, De diversis artibus, también conocido como
Schedula diversarum artium, del primer cuarto del siglo XII y
el de Heraclius, De coloribus et artibus romanorum, de los siglos
XII-XIII. En ambos textos, y especialmente en el segundo libro
del tratado de Theophilus, se describen detalladamente los distintos
procedimientos y técnicas para la fabricación de
vidrio y la construcción de vidrieras, los cuales, sorprendentemente,
se mantuvieron prácticamente inalterados hasta finales
del siglo XIX.
El
vidrio
Los vidrios utilizados durante el periodo Románico eran
soplados con caña en forma de cibas o cilindros, los cuales
eran aplanados en láminas de irregular grosor. Estas planchas
eran cortadas mediante una barra de hierro al rojo vivo y luego
desbastadas con una especie de alicates, siguiendo las formas
determinadas en el diseño previo, realizado con una punta
de plomo sobre una tabla de madera recubierta por una fina capa
de yeso. Un ejemplar único de este tipo de tablas de dibujo
y emplomado, de mediados del siglo XIV, se conserva en la Catedral
de Girona (España).
Los componentes principales generalmente utilizados durante este
periodo para la fabricación del vidrio eran, según
la descripción de Theophilus: 1 parte de arena y 2 partes
de cenizas de madera de haya. Mediante la adición de determinados
óxidos metálicos a la masa vítrea, se obtenían
los vidrios de color, si bien las gamas cromáticas de este
periodo son relativamente limitadas, predominando los rojos, azules,
verdes y amarillos en diferentes intensidades. No obstante, el
reducido tamaño de los ventanales y la búsqueda
de una mayor luminosidad en el interior de los templos se tradujo
en una predilección por los vidrios claros o incoloros.
Un caso particular muy interesante es el de los vidrios rojos,
los cuales, obtenidos en esta época mediante la adición
de óxido de cobre, resultaban demasiado oscuros y opacos.
A fin de proporcionarles más luminosidad, los vidrieros
utilizaban un sistema de laminado consistente en adherir una fina
película de vidrio rojo fundido a un cilindro de vidrio
incoloro. El vidrio resultante, conocido como vidrio plaqué,
tenía la doble ventaja de ser mucho más luminoso
y barato. A menudo, la mezcla de los dos colores no era muy homogénea
y se producían interesantes efectos de marmolinas o vetas,
que los vidrieros utilizaban de forma muy expresiva.
La
pintura
El uso de pinturas fundibles sobre el vidrio, desarrollado durante
el periodo romano, fue tempranamente incorporado a las vidrieras,
tal y como atestiguan numerosos documentos y los escasos restos
de vidrios planos pintados conservados. Las pinturas utilizadas
para decorar los vidrios de este periodo eran las llamadas grisallas,
compuestas, según la versión de Theophilus, por
un fundente (1/3 de vidrio verde y 1/3 de vidrio azul bien molidos)
y óxidos metálicos (1/3 de óxido de cobre
y hierro bien molido), todo ello mezclado con un aglutinante (vino
u orina).
Estas pinturas se aplicaban
en frío sobre los vidrios y a continuación eran
fundidas sobre éstos mediante cocción en el horno
a una temperatura que oscilaba entre los 600 y 800ºC. Los
vidrieros aplicaban las grisallas, generalmente sobre la cara
interior de los vidrios, mediante distintos pinceles, en forma
de gruesos y opacos trazos para el dibujo y finas veladuras para
el sombreado. Theophilus describe el proceso de aplicación
de las grisallas en tres fases pictóricas sucesivas o valores
de diferente intensidad y efecto.
El
plomo
El plomo utilizado era fundido y después vertido en moldes
de madera, hierro o piedra, resultando en varillas con perfil
en forma de H y de una longitud aproximada de unos 50cm. El perfil
de estos plomos era bastante irregular, de alas estrechas, alma
alta y de formas menos angulosas que las de los plomos producidos
con molinillo a partir del siglo XVI. Para las soldaduras entre
los distintos perfiles de plomo se utilizaba estaño.
Los
bastidores
Los bastidores -barras de hierro que sujetan y soportan el peso
de cada panel-, utilizados en los ventanales románicos,
carentes de lancetas, eran originalmente en madera y con el paso
del tiempo fueron sustituidos por otros de hierro forjado y con
perfil en "T", mucho más estables y resistentes.
En los ventanales estrechos se utilizaban sencillos bastidores
horizontales, pero en el caso frecuente de ventanales cuya anchura
era muy superior a la de un panel, se desarrolló un tipo
de bastidor compuesto por un entramado geométrico compartimentado
en formas muy variadas. Estos bastidores estaban compuestos por
formas cuadradas o rectangulares o por medallones en forma de
círculos, semicírculos, cuartos de círculo,
trilóbulos o cuatrilóbulos.
Fuentes
documentales
Los textos conservados del periodo Románico, como el mencionado
de Theophilus, o los del Abad Suger de St. Denis (Liber de rebus
in administratione sua gestis, de 1148, y Libellus alter de consecratione
ecclesiae Sancti Dionysii, de 1144), coinciden en destacar la
abundancia de luz, la translucidez, los cambios cromáticos
a lo largo del día, la inestimable belleza del vidrio,
la similitud con las piedras preciosas, la variedad y preciosismo
del trabajo del artista y el valor educativo y moral de las imágenes
como los principales elementos que definían la estética
de la vidriera.
La
simbología de la luz
El uso de vidrios de colores con representaciones bíblicas
como cerramiento de los ventanales de las iglesias tenía
un atractivo especial para el Cristianismo durante la Edad Media,
dadas las múltiples posibilidades decorativas, simbólicas
y didácticas que ofrecía el medio, de ahí
su éxito y rápida difusión.
Por un lado, bajo la influencia
del pensamiento Neoplatónico y las ideas de San Agustín,
la luz se convirtió en el elemento principal de belleza
y por lo tanto en la manifestación más evidente
de la presencia divina en la Tierra. La luz está simbólicamente
asociada a Dios. Por otro lado, la luz se entiende como un medio
físico que cumple una función objetiva de iluminación,
posibilitando la lectura de los programas iconográficos
desarrollados en las pinturas murales o en los ciclos escultóricos,
protagonistas indiscutibles de la decoración de los templos
románicos.
El
primer autorretrato
La importancia concedida al arte de la vidriera dentro del contexto
unificador de las distintas artes medievales queda patente en
el único autorretrato conservado de un vidriero de este
periodo, el maestro Gerlachus. Éste, consciente de la importancia
de su trabajo, se retrata en uno de los paneles de la única
vidriera conservada de la Iglesia de Arnstein an der Lahn, actualmente
en el "Westfälischen Landesmuseums für Kunst und
Kulturgeschichte", Münster, Alemania.
El
estilo pictórico
El estilo pictórico de la vidriera Románica tiene
un acentuado carácter lineal y estereotipado, con tendencia
a la abstracción y simplificación de formas, donde
el uso de determinados colores tenía una función
y significado específicos. Las figuras humanas eran generalmente
representadas de forma expresamente bidimensional y plana, con
un marcado frontalismo en el periodo inicial.
Las
composiciones
Las vidrieras del Románico presentan, en líneas
generales, cuatro tipos de composiciones: las historias enmarcadas
en medallones, las grandes figuras aisladas, las escenas ocupando
todo el ventanal y los motivos decorativos de carácter
geométrico, tipo mosaico, o vegetal, en los fondos o cenefas.
Según algunos autores, la llamada "vidriera legendaria"
es la tipología más frecuente en este periodo, compuesta
por medallones, fondos decorativos y cenefas. La utilización
de medallones, una de las grandes aportaciones de este periodo,
permitía una mayor compartimentación de las composiciones
y ayudaba a enmarcar las escenas figuradas, aislándolas
de los fondos decorativos.
El
carácter didáctico de la vidriera medieval
Durante la Edad Media, periodo en el cual existía un elevado
índice de analfabetismo y donde los libros manuscritos
estaban tan sólo al alcance de unos pocos, las vidrieras
tenían un marcado carácter didáctico, de
ahí que incluso se hayan llegado a definir como la "Biblia
de los pobres".
Al igual que en la escultura
o pintura mural, también en las vidrieras se desarrollaron
extensos ciclos iconográficos, cuyos temas del Antiguo
y Nuevo testamento estaban estrechamente relacionados con la ubicación
de las mismas dentro del edificio. A menudo estos ciclos iconográficos
eran agrupados en una misma vidriera compuesta por múltiples
escenas.
Generalmente los ventanales
más altos del edificio se ocuparan con esbeltas figuras
de gran tamaño ocupando varios paneles y sobre fondos planos
o geométricos formados principalmente por vidrios azules
o rojos. Para facilitar su reconocimiento, estas figuras iban
generalmente acompañadas de una cenefa o cartela con un
texto que indicaba el nombre del personaje en cuestión.
La utilización de estas cartelas fue una costumbre que
se mantuvo durante toda la Edad Media.
Por otro lado, en los
ventanales bajos, más cercanos a los fieles, se preferían
las vidrieras compuestas por medallones con escenas de reducido
tamaño sobre fondos abstractos de composición geométrica
o vegetal. Estos medallones también incluían a menudo
las mencionadas cartelas identificativas.
Vidriera
Cisterciense
Un caso muy interesante dentro de la vidriera de los siglos XII
y XIII es el de las llamadas "vidrieras grisalla", carentes
de decoración figurativa y de color, desarrolladas por
la Orden del Cister durante los siglos XII, XIII y XIV, principalmente
como reacción ante los excesos decorativos en los templos
cristianos de la época, aunque sin duda también
como medida de ahorro y austeridad.
En su "Apología"
(1124), San Bernardo de Clarivaux, fundador de la Orden, criticó
el uso de materiales lujosos e imágenes figuradas en el
arte y la arquitectura monásticos. En los Estatutos de
la Orden de Citeaux de 1134, 1145, 1152 y 1182, se prohibía
la utilización de escenas figurativas y de vidrios de color
pintados en las vidrieras.
Como consecuencia, se
desarrolló un tipo de vidriera no figurativa, muy sobria
y de gran belleza, que utilizaba casi exclusivamente la red de
plomo y el vidrio, mayoritariamente incoloro, en ocasiones pintado
con sencillos motivos vegetales o geométricos, formando
entrelazos repetitivos, como únicos elementos decorativos.
Algunos autores señalan la posibilidad de una influencia
oriental, posiblemente islámica, en las formas geométricas
de los motivos cistercienses.
En este tipo de vidrieras
cistercienses se buscaba una luz clara y diáfana que no
distrajera la oración y el recogimiento de los monjes.
Algunos de los ejemplares más tempranos conservados son
los de Aubazine, Orbais, Bénissons-Dieu, Bonlieu, Beauvais,
Pontigny o Noirlac en Francia, Heiligenkreuz, en Austria, Eberbach,
Haina, Altenberg o Schulpforta en Alemania y Santes Creus en España.
El éxito de este tipo de vidrieras rápidamente sobrepasó
los límites de la orden y a partir del siglo XIII, se extendieron
por todo tipo de templos.
La
vidriera Románica en España
La historia de la vidriera española se ha comenzado tradicionalmente
a mediados del siglo XIII, en relación con las primeras
catedrales del Gótico clásico, especialmente la
de León. No obstante, un mejor estudio de las vidrieras
conservadas anteriores a este periodo, realizado durante los últimos
años, ha permitido poner de relieve una serie de obras
de gran importancia. A
pesar de todo, el conocimiento de los escasos ejemplares de vidrieras
del periodo Románico en España sigue siendo muy
limitado y fragmentario. Parece evidente, no obstante, que durante
el siglo XII el arte de la vidriera tuvo un muy escaso desarrollo
en España y que los ejemplares conservados fueron realizados
por maestros extranjeros. Desgraciadamente, las pocas obras conocidas
hasta la fecha no nos permiten un estudio con profundidad de la
vidriera de este periodo.
Martirio de San Lorenzo
o San Vicente
La primera obra supuestamente de origen español se halla
conservada en el Museo de Worcester Massachusetts, EEUU) y se
trata del Martirio de San Lorenzo o San Vicente. Esta vidriera,
compuesta por dos paneles, con un tamaño de unos 40cm de
ancho por 2m de alto y terminada en arco de medio punto, encaja
con la tipología de los ventanales de las iglesias del
siglo XII. A pesar del desconocimiento que existe sobre esta obra,
algunos autores apuntan su similitud con las pinturas románicas
catalanas de hacia 1200.
Monasterio de las Huelgas
(Burgos)
En la Sala Capitular de este monasterio se conservan tres vidrieras
(San Pedro, San Pablo y San Juan), que junto con la conservada
en la actual Hospedería (Virgen con el Niño) encajan
perfectamente con el llamado Estilo 1200, de transición
al Gótico.
Estas cuatro obras, escasamente
estudiadas, fueron probablemente realizadas entre 1200 y 1220
y son las más antiguas conservadas en España. El
uso de vidrieras figurativas en un edificio de la Orden del Cister
no deja de ser llamativo, si bien se conocen otros ejemplos en
toda Europa donde la aplicación de la Orden tuvo un carácter
más flexible.
Destaca la gran estilización
y el canon alargado de las figuras, pintadas con firmes trazos
de grisalla sobre vidrios de colores primarios de gran profundidad
y grosor.
Monasterio
de Santes Creus (Tarragona)
El ciclo más grande de vidrieras de este periodo, y por
otro lado el único de estilo cisterciense conservado en
España, se localiza en el Monasterio de Santes Creus, en
Tarragona.
Se trata de un conjunto
de unas 20 vidrieras de gran tamaño, ubicadas en ventanales
terminados en arco de medio punto y realizadas probablemente durante
el primer tercio del siglo XIII por diversos talleres.
El verdadero protagonista
de estas vidrieras es la red de plomo que constituye prácticamente
el único elemento de dibujo y decoración. Los motivos
utilizados en los distintos paneles de cada vidriera son idénticos
entre sí, tienen un de carácter geométrico
y repetitivo basado en entrelazos. Los vidrios, salvo algunas
excepciones, son en su mayoría incoloros. Las pinturas,
generalmente muy escasas, representan motivos florales mediante
gruesos trazos de grisalla.