Biografía
de Fernando II de Aragón, el posterior Fernando el Católico
Fernando
II de Aragón, futuro Fernando el Católico, nació
10 de mayo de 1452 en la localidad zaragozana de Sos, conocida hoy
no por casualidad como Sos del Rey Católico.
Según cuentan las
crónicas su madre, Juana Enríquez, hija de Fadrique
Enríquez, almirante de Castilla, segunda esposa del futuro
rey de Aragón, Juan II, queriendo que su hijo naciera en
tierras del Reino de Aragón, atravesó la frontera
con Navarra, mientras su padre, por entonces rey de Navarra, permanecía
en dicho reino dirimiendo sus diferencias por el trono pamplonica
con su hermanastro, Carlos, el Príncipe de Viana, fruto de
su primer matrimonio con Blanca de Navarra, a quien su padre había
usurpado los derechos que legítimamente le correspondían
por el testamento de su madre.
Es poco lo que se sabe de
sus primeros años y no se conocen los nombres de sus primeros
educadores. Posteriormente recibió las enseñanzas
del humanista Vidal de Noya y del obispo gerundense Juan Margarit.
Al subir su padre al trono de Aragón, recibió los
títulos de Duque de Montblanch y de conde Ribagorza y en
1461, a la muerte de su hermanastro Carlos, se convirtió
en príncipe de Gerona y heredero de la Corona de Aragón.
Su infancia y juventud estuvo
marcada por las guerras civiles catalanas y las vicisitudes políticas
en las que se vio envuelto su progenitor: nombrado lugarteniente
general de Aragón y Cataluña en 1454 y rey de Aragón
en 1458, tras la muerte sin herederos de su hermano Alfonso V el
Magnánimo, al acceder al trono, fue obligado por las Capitulaciones
de Villafranca (1461) a entregar al Príncipe de Viana el
gobierno de Cataluña, ya que en éstas, aparte de nombrar
al Príncipe Gobernador General, se le prohibía entrar
en Cataluña sin permiso y se limitaba notablemente su autoridad
real.
Pero
la temprana muerte de Carlos (23 de septiembre de 1461) y el incumplimiento
de lo pactado - Juan II viendo peligrar la unión de la Corona
se negó a rubricar el nombramiento de su hijo - desencadenó
la guerra civil catalana (1462-1772), que coincidió con la
revuelta del campesinado, iniciada en febrero de 1462, conocida
como la revuelta de los payeses de remensa, cuyo apoyo buscó
y obtuvo Juan II, que con jefes como Francisco de Verntallat vieron
la oportunidad de alzarse contra sus señores.
El rey logró mantener
la fidelidad de Aragón, Valencia y Sicilia frente a la revuelta
de Cataluña, donde se le consideró desposeído
de la Corona, a pesar de haber forzado que Fernando fuera jurado
como heredero y lugarteniente general de Principado. Éste,
con apenas 11 años sufrió las penalidades del asedio
de la ForÇa de Gerona. El ejército de la Generalidad
de Cataluña, que dominaba la burguesía rebelde, bajo
el mando de Roger Pallarés, sitió a Juana Enríquez
y a su hijo durante cuatro meses, hasta que llegaron las tropas
del rey que, apoyadas por tropas del rey francés, obligaron
a levantar el cerco.
Juan II había hipotecado
a Luis XI, rey de Francia, los condados de Cerdaña y el Rosellón
como garantía de pago de las 200.000 doblas que se acordaron
por la entrega de 700 lanceros (tratado de Bayona, 1462). En el
caso de no cumplirse con el plazo de pago acordado - un año
- la Cerdaña y el Rosellón pasarían a Francia,
como así fue, hasta que fueron recuperados por Fernando en
1493.
El joven Fernando tomó
pronto a instancias de su padre parte activa en la administración
del estado, participando en la vicisitudes bélicas y políticas
de la larga contienda, lo que le proporcionaría un precoz
aprendizaje de las cuestiones militares y de gobierno, circunstancia
que sus biógrafos tienden a relacionar de manera directa
con las habilidades demostradas posteriormente como gobernante .
A los catorce años,
su padre le designó como lugarteniente general de la Corona,
y en 1468 corregente del Reino y le cedió la Corona de Sicilia,
posiblemente para dotar al joven de un reino con el que fortalecer
el proyecto matrimonial de Fernando con la princesa Isabel de Castilla,
que Juan II negociaba con los magnates castellanos enemigos de Enrique
IV. De este matrimonio concertado en Cervera, y celebrado en 1469
en circunstancias novelescas esperaban ambas partes ventajas decisivas
para el logro de sus fines particulares: Juan II, para liquidar
la guerra civil favorablemente y los grandes castellanos para el
triunfo de la causa de Isabel. De hecho sus consecuencias habían
de ser mucho más importantes.
El 7 de enero de 1469 se
firmó un protocolo entre los futuros esposos, por el que
Fernando se compromete a actuar en estrecha colaboración
con Isabel y a adoptar las decisiones en común. El enlace
no satisface a Enrique IV por lo que se realizará de incógnito.
Fernando parte a tierras castellanas en octubre de ese año
y el día 19 se celebra el matrimonio, oficiado por el arzobispo
Carrillo quien proporciona a la pareja una dispensa papal falsa,
necesaria debido a tener como antepasado común a Juan I de
Castilla. Esta situación será regularizada por Sixto
IV en 1471.
Mientras continuaba la guerra
civil catalana: Juan II contribuyó a la creación de
un gobierno contrarrevolucionario en Tarragona y junto a Fernando
iba recuperando la obediencia de amplias zonas de Cataluña
(Segarra, el Ampurdán y el Bajo Ebro), acreditando sus dotes
diplomáticas y militares, hasta bloquear Barcelona y obligar
al Consejo de Ciento a capitular (1472).
Ya antes de terminar la
guerra Fernando fue como lugarteniente general un verdadero monarca
asociado al trono de su anciano padre y colaboró eficazmente
en las empresas del final del reinado, especialmente la pacificación
de Cataluña y las campañas de Rosellón, ocupado
por el rey de Francia. Fue también Fernando el encargado
de poner fin al problema de la remensa.
Pero será en 1474
cuando la muerte de su cuñado Enrique IV y la subida al trono
de Castilla de Isabel señale un nuevo y decisivo rumbo al
curso de su vida. En plena guerra civil, entre los partidarios de
Isabel y los de la hija de Enrique, Juana la Beltraneja, consiguió
ser proclamado corregente de Castilla con los mismos derechos que
Isabel mediante la Concordia de Segovia (1475). Terminada la guerra,
Juana renunció al trono a favor de Isabel por el Tratado
de Alcaçovas (1479). Ese mismo año, Fernando sucedió
a su padre como rey de Aragón. En ese año, 1479, suele
fijarse la unión de ambas coronas.
Fernando II de Aragón
pasará a la historia como Fernando el Católico. Este
título se lo concedió el papa Alejandro VI en 1496.