Guía
de la capilla de San Miguel de Celanova en el Monasterio de
San Salvador de Celanova, Ourense
Introducción
La conocida como capilla de San Miguel
se localiza en el ángulo nordeste de lo que fue el jardín
del monasterio de San Salvador de Celanova, en Ourense,
detrás de la iglesia abacial y con la misma orientación
que esta. Es uno de los pocos restos originales que quedan de
la época de la primera construcción del citado
monasterio de San Salvador de Celanova.
San Miguel de Celanova es una pequeña joya
del arte mozárabe, construida en el siglo X que da muestras
de la influencia que tuvo Al-Andalus en la arquitectura cristiana
del norte peninsular durante la décima centuria. Su diminuto
tamaño la convierte en la iglesia más pequeña
de este siglo en la España cristiana.

Su gran importancia, por ser uno de los pocos edificios
prerrománicos que han llegado en perfecto estado hasta
nosotros, le valió para ser declarada Monumento Nacional
desde una fecha tan temprana como es 1923.

Posibles fechas de construcción
Atendiendo al texto de una inscripción
de la que más tarde nos ocuparemos, la mayoría
de los historiadores que se han ocupado de San Miguel de Celanova
consideran su autoría a San Rosendo Gutiérrez
(Rudesindus Guterri), importante noble y religioso gallego que
fue obispo de Mondoñedo y llegó a ser virrey de
Galicia, en memoria de su hermano el conde Froila Gutiérrez.
Sin embargo, hay quienes interpretan de otro modo
el citado texto epigráfico, proponiendo que el verdadero
fundador de la capilla fue el propio Froila.
Aunque la consagración del monasterio está
fechada en el año 942 d.C., no hay documentación
que nos permita afirmar una fecha precisa para la edificación
de esta capilla de San Miguel.
Sin embargo, el edificio es mencionado en el año
977 d.C. en el testamento de San Rosendo, lo que podría
indicar que para esa fecha estaba ya construido o, al menos,
en construcción.

R.
Vázquez Rozas sitúa la fecha de construcción
de San Miguel de Celanova entre los años 941 y 977 d.C.
Por otra parte, sabemos que fueron el obispo Rosendo y su hermano,
el conde Froila, de la familia de los Gutiérrez, los
promotores de la obra, junto con el monasterio de San Salvador.
De esta manera, esta pequeña capilla es el único
resto que se conserva del primitivo conjunto monacal altomedieval.
Otros autores proponen fechas diferentes, pero
casi siempre en las décadas centrales del siglo X.
El cuerpo central es más ancho y alto que
los de los extremos que son francamente minúsculos. Gracias
a estos tres volúmenes escalonados, el conjunto ofrece
una gran armonía y belleza a pesar de su extrema simplicidad.
Aunque de mucho menor tamaño y sin estancias
laterales y sin el contraábside, la capilla de San Miguel
de Celanova recuerda bastante a la de Santiago de Peñalba,
en León. También se puede relacionar, incluso,
con las iglesias visigodas de Santa Comba de Bande y San Fructuoso
de Montelios.

Como veremos, estas tres estancias están
separadas entre sí por arcos de herradura de tradición
plenamente califal.
Vestíbulo o antesala
El primer volumen que nos encontramos es una pequeña
antesala situada en el extremo oeste del edificio. Su planta
es rectangular. Se accede desde el exterior por una pequeña
puerta lateral practicada en el muro meridional. Este acceso
por un lateral es típico de la arquitectura del siglo
X y pretende provocar en el visitante un efecto sorpresa, ya
que debe girarse noventa grados para poder observar totalmente
el espacio arquitectónico.
Este vestíbulo se cubre con bóveda
de medio cañón y se comunica con el cuerpo central
mediante un arco de herradura muy cerrado.

Su cubierta es de bóveda de cañón
con perfil de herradura que arranca a partir de una imposta.
Cuerpo central
Seguidamente encontramos el cuerpo central (es
el más espacioso y alto de los tres) que, como ya hemos
indicado, se abre a la nave a través de un arco doblado
de herradura con características propias del arte califal.
Está cubierto por una bóveda de arista
de ladrillos sobre arcos de herradura peraltados. Estos arcos
reposan sobre sendos modillones de rollo, característicos
de la arquitectura mozárabe.

El ábside
Finalmente, tenemos el ábside, al que se
accede también a través de un espectacular arco
de herradura muy cerrado de tipo califal, con intradós
y extradós descentrados y rodeado por alfiz.

Desde el interior, observamos que la embocadura
del ábside verdaderamente está formada no por
un solo arco triunfal sino por dos arcos adosados, siendo el
interno de mayor diámetro que su homólogo y está
descentrado con respeto a él.

Este espacio absidal presenta planta cuadrada al
exterior, pero al interior su planta es de herradura bastante
cerrada, con dos pequeños nichos que se abren en el muro
(posiblemente para uso litúrgico). Está cubierto
con una cúpula gallonada con un sistema de cascos cóncavos
o gallones que recuerda a las bóvedas de las cabeceras
de los templos de Santiago de Peñalba y a San Miguel
de Escalada y a los mihrab de las mezquitas omeyas cordobeses.

Una de las características más significativas
de este diminuto templo es precisamente la variedad de sistemas
diferentes que se usan para abovedar la iglesia, siendo diferentes
en cada uno de los tres cuerpos del edificio. Además,
pese a sus reducidas dimensiones, el templo impresiona por las
proporciones y la armonía que tienen sus formas.
Exterior
Interesan los cuatro contrafuertes que tiene el
edificio, dos para la nave y los otros dos para el cuerpo central.
Estos contrafuertes, que recuerdan a los templos de tradición
prerrománica asturiana, no parecen tener una función
constructiva, ya que dadas las dimensiones del edificio y del
empuje de las cargas de las bóvedas, se podría
haber prescindido de ellos.
El edificio tiene seis vanos de iluminación,
todas ellas aspilleras rematadas por un dintel con arco de herradura.
Cuatro de los vanos se abren en el cuerpo central y las otras
dos en los cuerpos extremos (vestíbulo y ábside).

Al exterior, las sobrecubiertas del templo de San
Miguel de Celanova son de tejas.

En el cuerpo central el tejado es a cuatro aguas
sobre perfectos modillones de rollos típicamente mozárabes
con relieves de flores o rosetas de seis pétalos y ruedas
solares. Uno de los modillones del costado norte lleva una figura
humana lo que es verdaderamente inusual.

Los tejados del vestíbulo y del ábside
son a dos aguas.
Del exterior de San Miguel de Celanova sólo
resta comentar que los aleros del ábside muestran una
decoración de pequeños ladrillos en esquina o
dientes de sierra.

La puerta y su inscripción
La puerta de acceso a la capilla es adintelada
y está situada en la parte sur del templo, siguiendo
la tradición de las iglesias mozárabes. Sobre
ella se observa una inscripción en latín en
el dintel de la puerta. En ella puede leerse:
+ AUCTOR HUIUS OPERIS TU DEUS
ESSE CREDERIS: DELE PECCATA OMNIBUS TE CHRISTE HIC ORANTIBUSINSTAT
PRESENS MEMORIA INDIGNO FAMULO FROILA:QUI OPTAT ET IN DOMINO
TE CONIURAT, O BONE DILECTE QUI LEGIS, UT MEI PECCATORE MEMORIA
HABEAS SACRA EX ORATIONE
Tú, oh Dios, autor de
esta obra eres creído. Tú, oh Cristo, borra
los pecados a los que aquí oran. La presente memoria
recomienda a Froila, tu indigno siervo, el cual desea y en
el Señor te conjura, oh bien amado que lees esto, para
que hagas memoria de mi, pecador, en la oración sagrada.
Esta inscripción fue interpretada por
algunos autores como un epitafio de Froila, hermano de San
Rosendo, pero otros investigadores indican que la palabra
memoria no tiene en dicho texto un significado funerario,
sino que está indicando la autoría de este.
Es decir, haría referencia a que Froila fue el donante
de la capilla.

Sobre la función de la capilla de San
Miguel de Celanova
No podemos terminar este texto sin dedicar unas
palabras a la posible función de esta capilla. Sabemos
que formaba parte del conjunto monástico, pero está
a una cierta distancia del mismo. Algunos autores han indicado
que quizás se tratase de un oratorio particular de San
Rosendo. Otros autores lo han interpretado como una cella memoriae
en honor de Froila en un momento de bonanza del monasterio;
aunque como indica M. D. Barral Rivadulla, ambas interpretaciones
no son excluyentes, ya que el edificio pudo servir de oratorio
y rendir a su vez homenaje al hermano de San Rosendo.

También pudo ser un hospitiolium, lugar
para alojar a monjes huéspedes ajenos al monasterio (que
no profesaban en este cenobio) y que se encontraran de paso
en este lugar.
Algunos autores han propuesto otras posibles funcionalidades
como de tipo funerario.
A modo de curiosidad, nos gustaría señalar
la roca que se sitúa junto al edificio, respetada a lo
largo del tiempo y que ha sido interpretada por algunos autores
como parte de un ritual posiblemente procesional, concretamente
como parte de la ceremonia del domingo de Resurrección
que en Jerusalén unía el Santo Sepulcro con el
Gólgota. En el caso de San Miguel, se unirían
el oratorio con la gran roca próxima.

Por tanto, podemos concluir indicando que se trata
de un edificio de minúsculo tamaño, pero que presenta
todas las características de la arquitectura del momento.
Algunos autores han llegado a indicar que esta pequeña
construcción constituye una esquematización del
templo de Santiago de Peñalba (Ponferrada). Su proporcionalidad
y armonía la convierten en bello ejemplo de la arquitectura
mozárabe.
Fenómeno de la luz equinoccial
Los constructores de la capilla de San Miguel de
Celanova orientaron el edificio de tal modo que durante el amanecer
de los días de los equinoccios de primavera y otoño,
la luz del sor atraviesa los ventanales opuesto del cuerpo central.
Con ello el observador que se sitúa al oeste de la capilla
puede ver una estrella de rayos solares brillar con gran intensidad
en el centro de dicho cuerpo central.
La capilla de San Miguel de Celanova, junto al
enorme complejo monástico de San Salvador, se puede visitar
de martes a sábados de 12h30 a 16h.