Desde VIAJES ARTEGUIAS dimos la
bienvenida al siempre particular mes de septiembre con una de
las rutas más esperadas del año, que no era otra
que la que nos llevaría a descubrir el románico
del Principado de Andorra, "el País de los Pirineos"
como reza su marca turística pero al que bien podría
añadírsele también "el País del
Románico".

En efecto, es difícil imaginar
otro territorio en el que, en una superficie tan pequeña,
podamos encontrar esa densidad y variedad (dentro de una homogeneidad)
de monumentos románicos.

De esta manera, el jueves día
2 abandonamos un tormentoso Madrid para poner rumbo noreste desde
la Avenida de América para, tras las paradas técnicas
de rigor, llegar a la ciudad de Fraga, aún en la provincia
de Huesca, donde estaba prevista la comida y en la que, antes
de desembarcar en el restaurante, no podíamos perder la
ocasión de visitar la portada románica de la iglesia
de San Pedro.

Un aperitivo más que digno
tanto para la propia comida como para las jornadas que nos aguardaban,
y es que en poco más de dos horas desde Fraga y siempre
a través de unos paisajes de lo más sugestivos,
llegamos al Principado de Andorra, donde tras atravesar la frontera,
llegamos a nuestro hotel, situado en el mismo núcleo de
Les Escaldes, frente a las popularísimas termas de Caldea
y en el corazón turístico y comercial del Principado.
La mañana del viernes iniciamos
la jornada dirigiéndonos aguas abajo del río Valira
hasta llegar al Pont de La Margineda, el puente medieval más
importante del país y que, pese a encontrarse a pies de
la principal arteria del Estado, aún es posible sacarle
gran partido fotográfico.

Desde allí continuamos un
poco más al sur para, desde Sant Juliá de Loria,
ascender tras una espectacular sucesión de curvas y recurvas
a la Iglesia de Sant Serní de Nagol, literalmente colgada
sobre la pronunciada ladera y desde la que pudimos admirar maravillosas
vistas de las cumbres andorranas.

Con la ayuda de su guía
oficial y siempre adaptándonos a los protocolos de aforo
dado el minúsculo tamaño de la iglesia, fuimos accediendo
a su interior para maravillarnos con sus pinturas murales, las
cuales, nos evocaron de inmediato a las miniaturas de los beatos
mozárabes.

Tras descender de nuevo por la
misma sinuosa carretera, desembarcamos en la población
de Sant Juliá de Loria para realizar la parada técnica
y asomarnos brevemente a su parroquia de Sant Germá i Sant
Juliá, la cual, además de un interesante mosaico
contemporáneo pero de exquisito gusto, conserva su campanario
lombardo original y la imagen románica de la Virgen de
Canolic, una de las más veneradas del Principado con permiso
de su patrona de Meritxell, cuyo santuario visitaríamos
a la tarde.
Tras la comida en el propio hotel
ascendimos a la población de Encamp, donde con la ayuda
de su simpatiquísimo guía Robert visitamos la ermita
de Sant Romá de les Bons, la más antigua del país
(al menos de documento fundacional) y que se emplaza (más
bien enrisca) en el extremo más elevado de la población
y cuyas empinadas cuestas de acceso abordamos con enorme optimismo.

Aquellas personas que prefirieron
no afrontar tan pindio acceso tuvieron la oportunidad de visitar
el Museo Etnográfico Casa Cristo y la capilla de Sant Miquel
de La Mosquera.
Antes de abandonar Encamp visitamos,
ya todo el grupo junto, la antigua parroquia de Santa Eulalia,
que conserva el campanario más esbelto de todo el románico
andorrano.

Apenas a cinco minutos de Encamp
nos acercamos al Santuario de Santa María de Meritxell,
veneradísima patrona del país y cuyo contemporáneo
santuario, planificado por el insigne arquitecto Ricardo Bofill,
viene a sustituir a una primitiva iglesia románica que
quedó prácticamente destruida en un incendio acaecido
en los años 70 del siglo XX y que resultó realmente
traumático para el pueblo andorrano.

Y para el final de la jornada quedó
la que sin duda es una de las iglesias icónicas del románico
andorrano como es Sant Joan de Caselles, maravillosa y fotogénica
al exterior, e interesantísima al interior por conservar
un Cristo de estuco flanqueado por pinturas murales y que componen
una obra casi única en el románico peninsular.

Desde Caselles, en apenas veinte
minutos regresamos al hotel para cenar, y es que en Andorra dado
su pequeño tamaño y sus magníficas infraestructuras,
las distancias y los trayectos entre monumentos son mínimos.

La mañana del sábado
la comenzamos con la visita a otra iglesia omnipresente en cualquier
folleto artístico de Andorra como es la de Santa Coloma,
caracterizada por su cabecera prerrománica y su esbelta
torre campanario de planta circular.

Uno de los momentos más
esperados del viaje fue el de la proyección del vídeo
mapping que reproduce fielmente y con los colores intensos originales
las pinturas románicas que tuvo.

Además, en un moderno espacio
museístico anejo al templo denominado "Espai Columba"
desde hace un par de años y tras un largo periplo se exponen
las pinturas originales del templo, recuperadas hace pocas décadas
por el Gobierno de Andorra. Justo a ellas se expone un exquisito
audiovisual y varias piezas medievales como cruces o lipsanotecas.

Posteriormente, tras una parada
técnica, de nuevo acometimos otra pronunciada ascensión
hasta otro de los "techos románicos" de Andorra
como es la iglesia de Sant Miquel d'Engolasters.

Este icónico templo es inconfundible
por su espectacular y casi desproporcionado campanario respecto
a las dimensiones de la iglesia, en cuyo interior además
han sido instaladas unas réplicas exactas de las pinturas
románicas originales, depositadas desde su arrancamiento
en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) de Barcelona.

Tras la comida, quedaban aún
atractivos por conocer, en este caso por el sector noroccidental
del Principado, de manera que iniciamos la ruta visitando la población
de Pal, una de las más pintorescas y bien conservadas del
Principado.

Nuestro objetivo fundamental fue
visitar la iglesia parroquial de Sant Climent, de cuyo perfil
emerge orgulloso un espléndido campanario lombardo.

La última de las iglesias
que visitamos el sábado, enclavada en el Valle de Ordino,
fue la de Sant Martí de La Cortinada, reformada y ampliada
en época barroca, cuando se cambió la orientación
del templo añadiendo una gran nave perpendicular en el
norte.

En el presbiterio de la cabecera
original, convertida hoy en capilla lateral, se conservan restos
de sus interesantes pinturas murales originales románicas.

Y como epílogo a una jornada
inolvidable, Valle de Ordino arriba, no podíamos marcharnos
sin visitar el trasladado Pont d'Ordino, una estampa de lo más
romántica antes de emprender el camino de retorno al hotel.

La última de las jornadas
andorranas de nuestra ruta tuvo como escenario la propia capital
del Principado, Andorra la Vella, en cuyo corazón del primitivo
núcleo se conserva parcialmente la iglesia románica
de Sant Esteve, objeto de una reforma contemporánea obra
del insigne Puig y Cadafalch en la que fue respetada su cabecera
original.

Y como no podía ser de otra
manera, antes de abandonar el precioso país, dedicamos
una última hora para realizar las típicas compras
por la comercial Avenida de Meritxell para, a continuación,
regresar al autobús y, de nuevo parando a comer en Fraga,
regresar a Madrid en el horario previsto.
Muchas gracias por acompañarnos
en este precioso viaje y esperamos volver a vernos muy pronto.