Durante el fin de semana del sábado
9 y domingo 10 de junio tuvo lugar un nuevo Viaje Guiado de ARTEGUIAS
que nos llevó a conocer el Románico de los valles
cántabros del Besaya e Iguña en el que, además,
por cercanía tuvimos también la ocasión de
disfrutar de algunos monumentos emblemáticos de la más
sureña comarca del Campoo de Suso.
Como estaba previsto, el autobús salió
de la Glorieta de Cristo Rey realizando las paradas preceptivas
intercaladas a las pertinentes explicaciones introductorias durante
el viaje, en el cual, tuvimos también la fortuna de admirar
una Tierra de Campos exuberantemente verde debido a las copiosas
lluvias que han caído durante las últimas semanas
alargando así los efectos de la primavera.

Directamente a comer llegamos a la populosa
localidad de Los Corrales de Buelna, óptimo punto de partida
geográfico para iniciar nuestro recorrido temático,
el cual tuvo como comienzo la iglesia de Santa Leocadia de Helguera,
levantada a las mismas orillas del río Besaya.
Este templo constituyó la única
excepción al románico del itinerario, ya que se
trata de una iglesia mozárabe contemporánea a la
de Lebeña que ya conocimos en un viaje anterior por la
Liébana, y que nos sirvió para mostrar como serían
esos edificios de culto anteriores a la eclosión del románico
a través de la principal vía de comunicación
desde tiempos remotos entre Cantabria y la Meseta.

Desde Helguera, continuamos aguas abajo del
río Besaya hasta llegar a uno de los monumentos más
esperados del fin de semana, que no era otra que la iglesia de
Santa María de Yermo, sin lugar a dudas, una de las joyas
más interesantes del románico cántabro.

En Yermo iniciamos la visita comentando la
interesante iconografía de capiteles y canecillos absidiales
para, a continuación, centrarnos en su portada sur, dotada
de tímpano tanto al interior como al exterior y una inscripción.
Por supuesto, no podíamos dejar de explayarnos también
en los capiteles de su interior.

Tras una breve parada técnica para reponer
fuerzas, continuamos nuestro recorrido esta vez en dirección
sur con el fin de visitar, ya en tierras más elevadas,
la iglesia de San Andrés de Rioseco, situada coronando
una encantadora aldeíta en la que el tiempo parece haberse
detenido literalmente.

Pese a no gozar de la fama de otros templos
del fin de semana, la pequeña iglesia de Rioseco causó
sensación entre nuestros viajeros por sus reducidas dimensiones,
por su airosidad, por conservarse prácticamente libre de
aditamentos posteriores y por su especial fotogenia que para nada
eclipsó la lluvia con la que fuimos recibidos.

Después, en apenas un cuarto de hora
desde Rioseco llegamos a nuestro hotel de Reinosa para, tras el
reparto de habitaciones, disfrutar de la cena antes de retirarnos
a descansar.
La mañana del domingo amaneció
notablemente cubierta, sin embargo y por fortuna, la lluvia quiso
aguantar nuestras visitas matinales, permitiéndonos disfrutar
además de una luz especialmente evocadora que aumentaba
aún si cabe la belleza de los paisajes campurrianos que
recorrimos.
Y es que pese a no encontrarse en el curso
del Besaya, protagonista principal de nuestro viaje, por cercanía
con el hotel no podíamos dejar pasar la oportunidad de
visitar la iglesia de Santa María la Mayor de Villacantid,
desacralizada y convertida en un modesto centro de interpretación
del románico de la zona.

Tras el didáctico vídeo que nos
fue proyectado en su interior, continuamos la explicación
por su singular exterior, en el que llama poderosamente la atención
esa puerta principal trasladada en una reforma tardía al
lado oriental del tempo y formando un extraño binomio con
su ábside semicircular.

Desde Villacantid y aún en tierras campurrianas
ascendimos hasta el vecino Castillo de Argüeso, una de las
escasísimas manifestaciones de fortalezas militares medievales
en suelo cántabro, donde predominan las casas fuertes torreadas
o no de carácter más solariego.

En el castillo de Argüeso además
de disfrutar de sus inigualables visitas, contamos con la explicación
de su guía oficial María José, que nos relató
al detalle cada uno de los muchos avatares históricos acaecidos
entre los muros de la fortificación.

Para culminar la jornada matinal del domingo,
descendimos de nuevo al curso del Besaya para visitar la iglesia
de los Santos Facundo y Primitivo de Silió, heredera de
un antiguo monasterio en el que lo primero que llama la atención
son las dimensiones de su cabecera, que viene a romper de nuevo
tantos falsos tópicos establecidos en torno al románico.

En el exterior de la propia cabecera de Silió
pudimos disfrutar de un rico repertorio escultórico en
capiteles y canecillos antes de acceder a su interior, dotado
de una arquería ciega que recorre todo el perímetro
absidial aunque sus capiteles se encuentran algo más deteriorados.

Tras una típicamente cántabra
comida en un mesón de Reinosa a base de cocido montañés
y cachopo, antes de iniciar nuestro camino de regreso a Madrid
hicimos una parada en Fontibre, donde tradicionalmente ha sido
situado el nacimiento del río Ebro y cuyas fuentes, quizás
por aquello de dar aún más misterio al encantador
lugar, nos recibieron con un copioso chaparrón que para
nada deslució la visita.

Ya desde Fontibre, esta vez, sí, iniciamos
nuestro regreso hacia Madrid con sus paradas técnicas pertinentes
para llegar dentro del horario previsto a nuestro destino.
Muchas gracias a todos por acompañarnos en un nuevo viaje
de ARTEGUIAS y hasta la próxima.