Durante el fin de semana del sábado día
2 y domingo día 3 de octubre tuvo lugar el Viaje Guiado
de ARTEGUIAS al románico de La Bureba, una pequeña
comarca al noroeste de la provincia de Burgos que, pese a sus
modestas dimensiones y su cada vez más escasa población,
atesora una de las mayores y más interesantes concentraciones
de iglesias románicas de toda la geografía castellana.

Como estaba previsto, la ruta partió desde
la Plaza de Castilla para, tras una parada técnica reglamentaria
a la altura de Lerma, empezar por uno de los enclaves de más
interés del viaje, como es la iglesia de San Andrés
de la casi deshabitada aldea de Soto de Bureba, cuya portada,
firmada por sus autores y cuajada de escultura de gran calidad,
es una de las visitas imprescindibles de la comarca.

Además de su portada, pudimos saborear los
magníficos capiteles y canecillos de su cabecera, amén
de acceder a su hermético interior, una circunstancia no
siempre sencilla en estos parajes tan demográficamente
castigados y apartados de las rutas turísticas.

A continuación, a escasos dos kilómetros
nos acercamos a otra de las iglesias icónicas del románico
burebano como es la de Navas de Bureba, la cual, tras su última
restauración, luce impoluta y cuidadísima por sus
vecinos.

Frente a ella tuvimos la ocasión de comentar
y tratar de interpretar sus capiteles, distinguir las diferentes
plásticas de los diversos talleres que trabajaron en ella,
así como conocer el primero de los varios ventanales lobulados
prototípicos del románico de la comarca y que nos
encontraríamos en más templos de la ruta.

Desde Navas de Bureba continuamos dirección
norte hasta Oña, considerada la capital histórica
y espiritual de la comarca y una de las poblaciones de más
solera no solo de Burgos, sino de toda la Castilla medieval.
En Oña, tras comer en uno de sus restaurantes,
visitamos el antiguo Monasterio de San Salvador, donde guiados
por su guía oficial y gran estudioso Félix, recorrimos
todas sus estancias visitables prestando especial atención
a su Panteón Real y Condal así como su claustro,
donde se conservan restos de la primitiva sala capitular románica.

Tras un tiempo de libre disposición para recuperar
fuerzas por las animadas terrazas de la localidad, continuamos
la ruta en dirección sur para visitar la muy poco conocida
pero interesante iglesia de Pino de Bureba, levantada en la parte
más elevada de la localidad en un precioso entorno boscoso
que resaltaba su encanto.

La última de las visitas de la jornada de
sábado fue la iglesia parroquial de Castil de Lences, otra
armónica construcción románica con interesantes
muestras escultóricas levantada además dentro uno
de los conjuntos urbanos de más sabor y autenticidad de
La Bureba.

Desde Castil de Lences regresamos a nuestro hotel
de Briviesca, actual capital económica de la comarca y
una de las escasas poblaciones de la zona dotada de servicios
hosteleros.

La mañana del domingo amaneció lluviosa,
una circunstancia que en ningún caso empañó
las ganas y el optimismo de nuestros acompañantes a la
hora de afrontar el programa, el cual se inició con la
solitaria ermita de San Fagún (San Facundo) de Los Barrios
de Bureba.
Se trata de la antigua parroquia de un barrio despoblado
y desaparecido de cuya iglesia parroquial solo sobrevivió
su cabecera y su espadaña, confiriendo al conjunto una
peculiar estampa que se ha hecho acreedora a ser el sello promocional
empleado por los entes turísticos de la zona.

A continuación, tras una parada técnica
en un bar de la población de Cornudilla, nos adentramos
en La Bureba más alejada de las principales vías
de comunicación para visitar la ermita de San Martín
de Piérnigas, construcción también solitaria
y enclavada en un bucólico paraje que hizo las delicias
de los más aficionados a la fotografía.

Y hablando de "hacer las delicias", a la
salida de la ermita recibimos una sabrosa sorpresa por parte de
un amable vecino en forma de una gran caja de higos cultivados
en la propia localidad y cuyo sabor fue unánimemente alabado
por todos los asistentes.

La última visita de la mañana dominical
tuvo como escenario la iglesia de Santa Cecilia de Hermosilla,
cuyo ábside puede considerarse uno de los mejores del románico
burgalés y en el que trabajó un virtuoso maestro
de clara raíz silense.

Tras la comida de nuevo en Briviesca y dado que íbamos
muy bien de tiempo, aprovechamos para visitar, fuera de lo que
era el programa oficial a modo de "extra", la ermita
de Nuestra Señora del Valle de Monasterio de Rodilla, aún
en los límites geográficos burebanos pero incluido
en otra de nuestras rutas.

Y por último, a modo de guinda, visitamos
la que quizás es la joya románica más desconocida
de toda la comarca como es la pila bautismal de Cueva Cardiel,
una pieza realmente sobresaliente pero que al encontrarse en una
iglesia sin interés exterior, son muy pocas las personas
las que han tenido la oportunidad de conocerla, y realmente vale
la pena.

Desde Cueva Cardiel, punto más meridional
de la ruta, iniciamos nuestro viaje de regreso a Madrid. Muchas
gracias a todos por vuestra compañía y hasta la
próxima.