Durante el fin de
semana del 16 y 17 de septiembre, con el verano ya casi superado
en el calendario (que no en lo climatológico), tuvo lugar
un nuevo Viaje Guiado de ARTEGUIAS que, en esta ocasión
y por segunda vez después de nuestra visita a Mérida
y Medellín de hace dos años, nos llevó al
encuentro de tierras extremeñas para conocer, bajo el título
de "Ruta de los Conquistadores", algunos de los lugares
de mayor interés histórico y artístico de
la provincia de Cáceres.

Como estaba establecido y con una puntualidad casi
inglesa, el autobús partió desde la madrileña
Plaza de España para, a través de la autovía
A-5 y tras una parada técnica a mitad de camino, desembocar
en el corazón de la provincia cacereña, por la cual,
atravesando agradables paisajes de dehesa y serranía, llegar
a nuestro primer destino temático de la ruta: la población
de Alcuéscar.

Alcuéscar es una pequeña localidad
de la Comarca de Montánchez que, de un tiempo a esta parte,
se ha ganado un cierto nombre entre los aficionados al arte medieval
al hallarse en su término la no hace mucho redescubierta
Basílica de Santa Lucía del Trampal, uno de los
escasos edificios visigodos conservados en España.

Así, a través de estrechos caminos
rurales, llegamos con el autobús al pie mismo de la ermita,
donde un moderno centro de interpretación nos dio la bienvenida
con una maqueta de la construcción y una no menos interesante
proyección audiovisual sobre el origen, evolución
y redescubrimiento de la misma.

Una vez contextualizado el monumento, nos acercamos
a lo que queda de él, donde pudimos explicar detenidamente
diversos aspectos sobre su historia, peculiaridades arquitectónicas
y el tipo de liturgia eclesial que allí se celebraba.
Desde allí, a través de la autovía
Ruta de la Plata nos desplazamos en dirección norte hasta
la ciudad de Cáceres, donde nos aguardaba una reconstituyente
comida en un precioso restaurante desde cuya terraza exterior
se divisaban estupendas vistas del conjunto monumental cacereño.
Nada más comer, nos citamos con Isabel, nuestra
guía oficial y profunda conocedora de cada rincón
y cada anécdota de la capital cacereña, declarada
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1986.

Junto a ella, iniciamos la visita por el casco monumental
comenzando por la Concatedral tardogótica de Santa María
y sus palacios adyacentes, prestando especial atención
al Palacio de Carvajal, en cuyo interior se expone una interesantísima
maqueta de la ciudad medieval y renacentista.

A continuación, tras admirar el exterior del
Palacio de los Golfines de Abajo, ascendimos por la Cuesta de
la Compañía hasta el Museo de Cáceres, en
cuyo interior, además de una interesantísima colección
de piezas prehistóricas, prerromanas, romanas y altomedievales,
se conserva un aljibe califal sin parangón en el arte hispanomusulmán
español: una de las joyas de mayor interés y a su
vez menos conocidas de la ciudad de Cáceres.

Desde el Museo, tras admirar las vistas de la judería,
descendimos frente a la parroquia de San Mateo hasta desembocar
en la iglesia de San Francisco Javier: un templo del más
puro estilo barroco que, por sus características, parece
trasladar al visitante al arte colonial iberoamericano y que,
además, cuenta con el atractivo de que, desde sus torres,
pueden admirarse sensacionales vistas panorámicas de la
ciudad.

Finalizada la visita, se dispuso de un rato de tiempo
libre en torno a la fotogénica plaza mayor de la ciudad
para tomar un refrigerio y hacer acopio de productos típicos
quien así lo deseó, para posteriormente con el autobús,
trasladarnos a nuestro hotel, situado en el ensanche más
moderno de la ciudad.
La mañana del domingo la dedicamos íntegramente
a la monumental población de Trujillo, distante de la capital
algo más de media hora y que nos recibió con un
magnífico y colorido ambiente ya que, ese día a
través de sus calles se celebraba una carrera popular contra
el cáncer.
Nuestro grupo, una vez concentrado en torno a la
Oficina de Turismo habilitada en la Plaza Mayor, dimos la bienvenida
a la guía local Magdalena, en cuya compañía
recorrimos los puntos más interesantes de su casco histórico.

El itinerario lo iniciamos por su iglesia más
antigua, dedicada a Santiago, desde donde accedimos al punto más
alto de la población, coronada por su espectacular castillo,
heredero de una alcazaba árabe desde cuyas murallas, torres
y adarves pudimos contemplar espectaculares panorámicas.

Desde allí, ya en descenso, atravesamos diferentes
edificios solariegos y conventuales hasta llegar a la basílica
de Santa María la Mayor; imponente construcción
gótica coronada por la tardorrománica Torre Julia,
a cuyos pisos más altos ascendieron nuestros viajeros más
atrevidos y sagaces.

Posteriormente, de nuevo en la Plaza Mayor, no dejamos
pasar la ocasión de visitar la iglesia de San Martín,
la fachada del palacio del Marqués de la Conquista y la
estatua ecuestre de Pizarro, auténtico santo y seña
de la ciudad.

Desde Trujillo, tras un tiempo de libre disposición,
nos dirigimos en dirección este camino de Guadalupe, pasando
antes por Logrosán, en cuyo término se encuentra
el idílico complejo de turismo rural en el que tuvo lugar
la comida.

Como colofón al fin de semana, la tarde del
domingo la dedicamos íntegramente a Guadalupe y su celebérrimo
monasterio, destino de numerosas romerías y punto de llegada
de la segunda ruta de peregrinación más importante
de España tras Santiago de Compostela.

En compañía de uno de los guías
autorizados para guiar en el monasterio, fuimos recorriendo las
distintas estancias del mismo hasta acabar en la iglesia, donde
quien lo deseó pudo acceder al mismo camarín de
la Virgen.

Finalizada la visita en su espectacular claustro
mudéjar, aún nos quedó tiempo para asomarnos
y comentar el magnífico claustro gótico de la Hospedería;
un escenario de lo más deslumbrante para tomar ese refrigerio
antes de emprender camino de regreso a Madrid a través
de los sugerentes paisajes de la montañosa comarca de los
Ibores.
Muchas gracias a todos los asistentes por vuestra
más que agradable compañía.