Entre los días 21 y 24 de julio y huyendo
de los sofocantes calores veraniegos de Madrid tuvo lugar el Viaje
Guiado ARTEGUIAS titulado "El Camino de Santiago por la Costa
de Cantabria", una ruta que nos llevó a conocer alguno
de los enclaves más señeros de la ruta jacobea costera
por tierras cántabras, así como varios de los monumentos
más importantes de su entorno.
Tal y como estaba establecido y con la habitual puntualidad
que no nos cansamos de agradecer, salimos el jueves desde el Paseo
de Moret para, tras las paradas pertinentes y reglamentarias,
adentrarnos en Cantabria por su zona occidental, concretamente
por Castro-Urdiales, en cuyas afueras comimos en una agradable
terraza de un restaurante antes de entrar en materia.
En Castro Urdiales, villa marinera y destino turístico
de primer orden, nos adentramos por su casco histórico
hasta llegar a su cogollo monumental, donde nos detuvimos frente
a su castillo-faro, comentamos el espectacular puente medieval
que desde hace siglos desafía los embates del mar y desde
el que se accede a la ermita de Santa Ana, encaramada en un peñón
y en cuyo interior nos fue proyectado un ilustrativo video introductorio.
A continuación, nos centramos en el que sin
duda es su monumento más importante; la iglesia de la Asunción,
obra cumbre del gótico cántabro que tuvimos ocasión
de conocer al detalle tanto al exterior como en su interior.
A la salida, aprovechamos para hacer la primera de
las fotos de familia del viaje enfrente de la cabecera gótica
de esta magnífica iglesia gótica.
Desde la iglesia, tras un rato amplio de tiempo libre
para pasear por su encantador puerto pesquero y tomar un refrigerio
en los bares y cafeterías de su plaza, retornamos al autobús
para dirigirnos a nuestro hotel ubicado en Santander y salir a
cenar a un restaurante cercano.
La jornada de viernes se desarrolló íntegramente
en la comarca de la Trasmiera, iniciando nuestro recorrido en
compañía de una guía oficial por el casco
urbano -llamado Puebla Vieja- de otra de las villas marineras
por antonomasia: Laredo.
Allí pudimos conocer el convento de San Francisco
(hoy morado por religiosas trinitarias), el ábside románico
de la capilla del Espíritu Santo, la iglesia de San Martín
con su monumental espadaña, templo generalmente cerrado
a visitas pero que nosotros tuvimos ocasión de acceder
y, por fin, en la zona más elevada de la Puebla Vieja,
la iglesia de Santa María, otro monumental ejemplo de gótico
cántabro cuya escultura y piezas de arte sacro llamó
la atención a todos los asistentes.
Desde allí, tras un descanso para tomar un
aperitivo y recuperar fuerzas en torno a la concurrida plaza del
Ayuntamiento, regresamos al autobús para desplazarnos a
la preciosa población de Escalante para comer en un fantástico
mesón típico.
La jornada de tarde la iniciamos visitando la ermita
de San Román en la propia población de Escalante,
una encantadora iglesiata románica solitaria y austera
al exterior, pero que al interior oculta unos interesantísimos
capiteles y estatuas-columna.
Desde Escalante y de nuevo en el litoral, la segunda
de las villas marineras de la jornada: Santoña, donde visitamos
la iglesia de Santa María de Puerto, heredera de uno de
los monasterios medievales más influyentes de la Cantabria
medieval y que hoy en día se presenta como un edificio
de con partes románicas y góticas cargado de escultura
de interesante iconografía.
Desde Santoña tras una parada técnica
llegamos a nuestro último destino de la jornada, la iglesia
románica de Santa María de Bareyo, la cual hizo
las delicias de todos dada su interesantísima escultura
monumental obra del tan personal taller llamado de Mena-Villadiego.
Por supuesto, antes de regresar al hotel, tuvimos ocasión
de comentar su singular pila bautismal, de lo mejorcito en cuanto
a estas piezas del románico español.
La jornada de sábado tuvo como protagonista
la costa occidental cántabra, iniciando nuestra ruta por
uno de esos destinos imprescindibles como es Santillana del Mar,
sin duda, uno de los pueblos más bonitos de España.
A través de sus calles jalonadas de palacetes
desembocamos en la colegiata de Santa Juliana, con los primeros
rayos del sol incidiendo sobre su monumental cabecera. Tras comentar
ábsides y portada, accedimos al interior para recrearnos
en sus fantásticos capiteles, terminando la visita con
un detallado recorrido por su claustro, único en Cantabria
y cargado de capiteles figurados.
A la salida de la colegiata tuvimos un rato largo
de libre disposición para tomar algo, pasear por las bonitas
calles de la localidad y hacer acopio de los típicos productos
típicos cántabros (quesadas, sobaos, etc.) en las
numerosas tiendas de la localidad.
El segundo destino de la mañana fue la villa
marinera de San Vicente de la Barquera, ubicada en el extremo
occidental de la costa cántabra. Aprovechamos para hacer
un recorrido por la línea de costa de su bahía y
disfrutar de una agradable y fresca brisa que contrastaba con
las altas temperaturas de la ola de calor que sufría casi
toda España por aquellos días.
En el casco antiguo subimos la cuesta que conduce
a la Puebla Vieja, alcanzando edificios históricos como
el Castillo del Rey o las ruinas del Hospital de la Concepción,
fundación para albergar peregrinos durante la Baja Edad
Media.
Ya en el entorno de la iglesia de Nuestra Señora
de los Ángeles, nos detuvimos a disfrutar del paisaje que
desde este lugar se tiene de las marismas.
A continuación entramos en este templo de
interesante arquitectura románica y gótica. Nos
adentramos en su interior y pudimos debatir las características
de la arquitectura gótica presente en las villas marineras
de Cantabria de la que ésta iglesia es uno de sus más
genuinos modelos.
A continuación, nos centramos en las dos puertas
románicas del exterior cuya escultura ofrece algunas sorpresas
como la presencia de algunos capiteles colocados allí varios
siglos después.
Tras la comida en un restaurante de la localidad
de Quijas llegamos a Santander, capital de la región y
que nos recibió engalanada en plena celebración
de sus fiestas patronales.
Iniciamos la visita por su catedral, una gran desconocida
ya que fue reconstruida en tiempos modernos tras el pavoroso incendio
que asoló la ciudad en 1941. Sin embargo, conserva muchas
partes de interés, como su iglesia baja de transición
entre el románico y el gótico.
Posteriormente realizamos un pequeño paseo
por el casco viejo, la Plaza Porticada, la iglesia de la Compañía
de Jesús y el mercado, hasta salir al Paseo Pereda, vía
emblemática de la ciudad desde cuyo parque adyacente accedimos
al modernísimo "Centro Botín", balcón
privilegiado sobre la bahía de Santander y el Mar Cantábrico.
Recorrido ya todo el litoral, la jornada de domingo
se centro en varios lugares de interés ya de carácter
más interior y que generalmente pasan desapercibidos para
muchas rutas turísticas, empezando por el Santuario de
La Bien Aparecida, patrona de Cantabria y desde cuyo mirador se
disfrutan vistas magníficas del valle del Asón.
Tras la visita a La Bien Aparecida llegamos a su
vecina aldea de Udalla, que guarda una de esas sorpresas inesperadas
que nos brinda el interior de Cantabria, como es la iglesia de
Santa Marina, de las escasísimas construcciones del medievo
hispano de solo dos naves.
Desde Udalla y ya con la idea de recuperar kilómetros
al trayecto de vuelta atravesamos los valles pasiegos hasta llegar
a Los Corrales de Buelna para comer y, desde ahí, acceder
a la preciosa iglesia románica de San Juan de Raicedo,
con su recién descubierta y puesta en valor necrópolis
adyacente.
Ya desde Raicedo y a través del valle del
Besaya, iniciamos nuestro viaje de regreso a Madrid, donde llegamos
tras las paradas reglamentarias dentro del horario previsto.
Muchas gracias por acompañarnos y feliz verano.