Durante el fin de semana del viernes
20 al domingo 2 de julio tuvo lugar la primera edición
del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta de los Monasterios y Santuarios
del Camino de Santiago en Lugo"; un recorrido que nos llevó
al encuentro de algunos de los monumentos más emblemáticos
de la ruta jacobea por tierras lucenses, así como a otros
que, no estando en el propio Camino, su proximidad al mismo les
hizo gozar de notable importancia durante los siglos medievales.

Como estaba previsto, el autobús partió
con total puntualidad de la Glorieta de Cristo Rey para, realizadas
las dos paradas pertinentes durante el trayecto y las habituales
explicaciones introductorias, alcanzar tierras gallegas, donde
fuimos recibidos con una densa niebla que si imprimía al
lugar cierto halo de misterio.
Nuestra primera parada temática fue la conocida
aldea de O Cebreiro, puerta del Camino en territorio gallego y
en el que visitamos su santuario de Santa María la Real,
de orígenes antiquísimos pero notablemente modificado
con el paso de los siglos.

Tras un agradable paseo por la aldea, regresamos
al autobús para dirigirnos a nuestro restaurante, situado
en la también típicamente gallega aldea de Louzarela.
La jornada de tarde la iniciamos visitando el Monasterio
de San Julián de Samos, también de orígenes
remotos pero que hoy luce majestuosa su fachada clasicista, pudiendo
enorgullecerse de ser uno de los monasterios gallegos más
importantes.

En compañía de su fraile guía,
recorrimos las diferentes estancias del cenobio, prestando especial
atención a su enorme claustro y a su iglesia, ya de corte
neoclásico.
Para finalizar la jornada de viernes y sin separarnos
de la Ruta Jacobea, llegamos a la población de Portomarín,
la cual quedó inundada por la construcción del pantano
de Belesar, pero cuyos monumentos más relevantes como es
el caso de la iglesia de San Nicolás, fueron trasladados
a su nuevo emplazamiento unos cuantos metros ladera arriba.
Perteneciente a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén,
se trata de una de las obras cumbres del románico lucense,
ante la cual nos detuvimos un buen rato para admirar su morfología
fortificada, así como la iconografía de capiteles
y tímpanos de sus portadas.

Tras la visita a Portomarín, llegamos a nuestro
hotel situado en el centro de Lugo para recuperar fuerzas en la
cena y retirarnos a dormir.
Iniciamos la jornada de sábado desplazándonos
a la minúscula aldea de Bóveda, en la cual se conserva
una de las construcciones más enigmáticas y a su
vez polémicas de toda Galicia. Se trata de un posible santuario
tardorromano consagrado a la diosa Cibeles que posteriormente
fue cristianizado bajo la advocación de la santa emeritense.
Tras la visita a Bóveda, emprendimos rumbo
sur hasta llegar al Monasterio de Santa María de Ferreira
de Pallares, de nuevo otro gran desconocido pero que causó
sensación entre todos nuestros amigos tanto por su idílico
emplazamiento como por las proporciones de su iglesia abacial.

Como colofón a la jornada matutina, y retomando
el Camino de Santiago, rendimos visita a otra de las joyas más
destacadas del románico lucense como es el monasterio de
San Salvador de Vilar de Donas.

Tras la comida en un mesón muy jacobeo en
las proximidades de Palas de Rei, regresamos a la ciudad de Lugo
para dedicar la tarde a visitarla con detenimiento.

Iniciamos el recorrido urbano de Lugo por su muralla,
a la que ingresamos a través de la puerta de Campo Castelo.
A través de su adarve, llegamos a la Puerta de Santiago,
privilegiado mirador sobre la fachada occidental de la catedral.
A continuación, nos detuvimos en su interior románico
y en su portada norte.

Desde la catedral, y tras una visita a la piscina
romana aparecida en la zona de la cabecera, continuamos por la
Praza do Campo hasta llegar al antiguo convento de San Francisco,
en torno a cuyo claustro ha sido habilitado el Museo Provincial.

Por último, visitamos la iglesia de San Pedro
y el exterior de su hermano gemelo convento de Santo Domingo antes
de regresar a la Plaza Mayor, donde finalizamos nuestro recorrido
urbano y nos dirigimos al hotel.
El domingo amaneció un día mucho más
soleado, de manera que, sin perder el tiempo, emprendimos rumbo
norte para conocer el monasterio cisterciense de Santa María
de Meira, cuya iglesia es por dimensiones, una de las más
grandes del románico gallego y un perfecto ejemplo de los
preceptos cistercienses en cuanto a su arquitectura.

Desde Meira tomamos de nuevo rumbo sur para llegar
al eje de la autovía A-6 con el fin de, ganando algunos
kilómetros a nuestro viaje de regreso, visitar dos interesantes
y muy desconocidos monumentos románicos.

En primer lugar, la iglesia parroquial de San Martiño
de Berselos, emplazada en un maravilloso entorno rural y que conserva
casi intacto su templo, en el cual luce un tímpano cuya
iconografía fue objeto de un minucioso y participativo
análisis.

Unos kilómetros más adelante, el Monasterio
también cisterciense de Santa María de Penamaior,
otro gran desconocido debido sobre todo a su escondido emplazamiento
pero que de nuevo causó sensación entre nuestros
acompañantes.

Desde Penamaior, y nada más adentrarnos en
tierras leonesas, disfrutamos de una agradable comida en un entorno
más que sugestivo como es una palloza tan típica
de los Ancares en la localidad de Balboa.

Tras la comida, y con las dos paradas reglamentarias,
regresamos a nuestro destino en Madrid para despedirnos no sin
antes deseándonos feliz verano.