Crónica e imágenes del Viaje Guiado
a las Colegiatas Románicas de Cantabria 24 y 25/08/13
En este nuevo viaje guiado de dos días de
Arteguias el objetivo era empaparnos del mejor románico
cántabro. En concreto la ruta consistió en visitar
las cuatro colegiatas románicas: San Martín de Elines,
Santillana del Mar, Santa Cruz de Castañeda y San Pedro
de Cervatos, además de otros monumentos como Santa María
de Retortillo y la iglesia rupestre de Santa María de Valverde
en el Valderredible.
Partiendo pronto, a las 8 de la mañana, nos
permitimos poder llegar a tiempo a la Colegiata de San Martín
de Elines antes de comer.
Pero antes íbamos a disfrutar de los paisajes
de los cañones del Ebro y de la entrada al Valle del Valderredible,
atravesando poblaciones tan pintorescas como Escalada y Orbaneja
del Castillo, con sus cascadas surcando el caserío.
Una vez en San Martín de Elines, comprobamos
que nos esperaba el entrañable párroco del lugar,
Don Bertín, verdadero defensor de este histórico
y singular edifico.
San Martín de Elines ofrece al visitante una
iglesia soberbia con un ábside que es de lo mejor del románico
español. Pero además, tiene un pequeño claustro
lleno de pequeños e interesantes detalles: sepulcros, pilas
bautismales e, incluso, restos mozárabes de lo que fue
el monasterio mozárabe del siglo X.
La entrada al armónico y espectacular templo
nos dejó sin palabras. Sobresalen las enormes columnas
cilíndricas con sus grandes capiteles donde el león
se convierte en el gran protagonista iconográfico y las
arquerías superpuestas del hemiciclo absidal. Como se nos
permitió hacer fotografías, saltaban chispas de
las cámaras...
Tras la comida en un restaurante cercano a Polientes,
seguimos por la carretera que atraviesa el Valderredible, que
está plagado de iglesias románicas y rupestres,
para hacer una breve parada a la iglesia de Santa María
de Valverde.
Una espadaña románica señala
el lugar que hoy se encuentra cobijado bajo un tejado de madera
y tejas que impide su deterioro aunque resta fotogenia al conjunto.
En el interior pudimos ver el lugar empleado por
los eremitas como cobijo y el pequeño santuario prerrománico
con espectacular arco triunfal de herradura.
El resto de la tarde la teníamos dedicada
a la famosa villa de Santillana del Mar y su colegiata dedicada
a Santa Juliana.
Santillana es un lugar tan hermoso que casi siempre
está repleto de turistas de todas la partes del mundo.
Sus alargadas calles están tan repletas de tiendas, restaurantes
y hoteles que se hacía difícil no pararse antes
de llegar a su colegiata.
A pesar de las numerosas modificaciones, Santa Juliana
de Santillana es un notable edificio románico que ofrece
innumerables alicientes: su cabecera, la puerta sur con relieves
encastrados en las enjutas, un interior que nos retrotrae al ambiente
del románico pleno con sus volúmenes equilibrados
y grandes capiteles, etc.
Tras un pausado recorrido por los capiteles principales,
así como los relieves que se guardan en los ábsides
y el baptisterio, pasamos al claustro, con sus galerías
de armónicas arquerías y columnas.
Aunque algunos de los capiteles son vegetales, la
mayoría cuentan con escenas bíblicas, simbólicas
y moralistas: Maiestas Domini, San Miguel y el Dragón,
el Pesaje de las almas, Daniel en el foso de los leones, combates
entre bestias fantásticas, etc.
Tras finalizar la visita a la colegiata, y como sobraba
tiempo, dispusimos de casi una hora para poder hacer un recorrido
libre por la villa, al término de la cual emprendimos rumbo
al hotel de Santander donde cenamos y pernoctamos.
A la mañana siguiente del domingo: desayuno
temprano para partir a las 9:15 en dirección a la tercera
colegiata del viaje: la de la Santa Cruz de Castañeda.
Un paseo por el entorno del edificio nos permitió
reconocer las partes románicas y los aditamentos posteriores.
Desde el ángulo sureste podemos apreciar la equilibrada
cabecera, el cimborrio y la torre.
En el interior pudimos reconocer dos partes bien
diferenciadas, la del siglo XII que corresponde a las características
de otros templos del románico cántabro y la nave
norte añadida décadas más tarde y vinculada
a talleres castellanos.
Alcanzábamos el mediodía del domingo
y nos quedaba aún mucho románico por visitar. Tomamos
el autocar para descender hacia el sur de la provincia, a los
alrededores de Reinosa, donde se encuentra el yacimiento arqueológico
de la ciudad romana de Julióbriga. Justo en el medio está
la iglesia de Santa María de Retortillo, con su inconfundible
espadaña.
Aunque la subida a lo alto no está exenta
de cierto riesgo, desde este punto se divisan bellas panorámicas
de los verdes valles de Cantabria.
Guarda esta iglesia dos excelentes capiteles en el
arco triunfal. Ambos fueron tallados por un maestro de gran cualificación
ligado al taller de Aguilar de Campoo.
Aunque no estaba en plan del viaje, aún restaba
el suficiente tiempo para acercarnos a la recoleta y "simpática"
iglesia de San Cipriano de Bolmir, donde comprobamos la existencia
de canecillos de temática sexual, ligero aperitivo de lo
que nos esperaba por la tarde en Cervatos.
Tras comer en un restaurante de Reinosa nos dirigimos
a la última de las colegiatas románicas de Cantabria:
San Pedro de Cervatos.
El aspecto exterior de esta iglesia impresiona por
sus rotundos volúmenes y excelente conservación.
Pero, claro, lo que más llama la atención es su
repertorio escultórico desplegado en capiteles, canecillos
y metopas, donde la temática festiva y carnavalesca campa
a sus anchas sin censuras. Muchos de esos relieves son de temática
erótica explícita, aunque no exenta de una entrañable
ingenuidad.
Pasamos un buen rato tratando de reconocer e interpretar
todas estas figuras y también hacer un inventario de todo
tipo de interpretaciones que se han postulado para explicar representaciones
tan subidas de tono en un templo cristiano.
Pero Cervatos es mucho más que este conjunto
de escultura "picante" pues tanto su espectacular puerta
como el interior de la cabecera nos hablan de un románico
soberbio, donde el león con su rico y variado simbolismo
volvió a ser protagonista.
Con Cervatos finalizaba el contenido artístico
de este viaje por Cantabria plagado de buen románico y
bellos paisajes.
Tras una breve parada para descansar y tomar un refrigerio
cerca de Aranda de Duero, regresamos a Madrid, según el
horario convenido.
Gracias por acompañarnos y hasta la próxima.