Durante el fin de semana del sábado
19 y domingo 20 de mayo tuvo lugar la primera edición del
Viaje Guiado ARTEGUIAS al Románico del Condado de Treviño,
ese histórico enclave burgalés en el corazón
de tierras alavesas que, por su privilegiada situación
en un territorio de notable densidad de monumentos románicos,
ha sabido conservar un interesantísimo ramillete de templos
medievales dignos de conocer, todos ellos además ubicados
en contextos rurales de lo más cuidados, encantadores y
fotogénicos.

Tal y como estaba dispuesto, el autobús
partió puntual de la Plaza de Castilla de Madrid para,
tras las dos paradas técnicas reglamentarias para desplazamientos
de ese kilometraje y las pertinentes explicaciones introductorias
durante el trayecto, llegar a nuestro destino en el Condado de
Treviño, más concretamente a su capital histórica
del mismo nombre.

En la pequeña población de Treviño,
ascendimos por sus angostas callejas hasta la iglesia parroquial
de San Pedro, en la cual, solamente su portada principal, a caballo
entre el románico tardío y el incipiente gótico,
justifican su visita.

Frente a dicha portada, de riquísima
figuración escultórica, fuimos desgranando su iconografía,
prestando especial atención al calendario agrícola
complementado por un zodiaco que animan sus dos arquivoltas más
externas.
A continuación, tras acceder a su reformado
interior, nos dirigimos al restaurante situado en la propia localidad
para disfrutar de la comida y cargar pilas de cara a la jornada
de tarde que nos aguardaba.

Desde Treviño continuamos en dirección
este hasta la cuidadísima aldea de Saraso, presidida coronando
un pequeño cerro por su airosa iglesia parroquial de San
Andrés, cuyos capiteles de la portada sur, además
de las vistas desde su atrio, hicieron las delicias de los asistentes.

Apenas tres o cuatro kilómetros al norte
de Saraso, nos adentramos en el corazón más abrupto
del Condado de Treviño para llegar a una de esas localidades
que rara vez aparecen en las guías y que esconden tesoros
dignos de admirar.
Nos referimos a la población de Aguillo,
cuya reformadísima iglesia de San Pedro conserva bajo un
pórtico enmascarado por viviendas de construcción
muy reciente los restos de una portada tardorrománica cuyos
capiteles y sobre todo sus mochetas, causaron sensación
entre nuestros amigos.

Tras una parada técnica en la Venta
de Argote, nos salimos ligerísimamente de los límites
administrativos treviñeses para visitar la población
alavesa de Markínez, más concretamente su ermita
de San Juan, enclavada en un exuberante tozal a unos 500 metros
del casco urbano con el que queda comunicado a través de
un bucólico paseo junto a un arroyo.
De la ermita de San Juan llamaron la atención
sus perfectos volúmenes escalonados totalmente canónicos
dentro de la estética románica, así como
la inscripción fundacional empotrada en su muro sur que,
con todo lujo de detalles, nos hace referencia a su fecha de consagración
y a todas las personalidades que fueron testigos del momento.

A continuación, regresamos al autobús
para poner rumbo a nuestro hotel de Vitoria, distante apenas una
veintena de kilómetros, para cenar y descansar de cara
a la jornada de domingo que nos esperaba.
La mañana del domingo amaneció
cubierta y amenazante de lluvia en tierras vitorianas, sin embargo,
a medida que nos adentramos de nuevo en el Condado de Treviño,
las nubes levantaron y quedó un precioso día soleado
que resaltaron aún más la fotogenia de los monumentos
visitados, muy especialmente el primero de todos: la ermita de
la Concepción de San Vicentejo.

Sin lugar a dudas la construcción románica
más icónica del Condado de Treviño, la hoy
ermita de la Purísima concepción De San Vicentejo
era una de las visitas más esperadas del fin de semana,
y no decepcionó ya que, a su conocido encantó, se
le añadió una preciosa luz irradiando sobre su cabecera
dando a sus sillares una preciosa tonalidad rosácea.
Frente a ella, fuimos desgranando todos sus
detalles tanto constructivos como escultóricos antes de
acceder a su interior, también armónico como pocos.
No podíamos abandonar San Vicentejo sin hacernos frente
a ella nuestra tradicional foto de familia.

Desde San Vicentejo, a apenas dos kilómetros,
llegamos a la localidad carretereña de Uzquiano, cuya iglesia
de Nuestra Señora de la Asunción presenta la particularidad
de contar con dos portadas románicas contiguas en el muro
sur del templo, una rareza perfectamente explicable ya que una
de ellas fue trasladada desde la cercana, despoblada y arruinada
aldea de Ochate.

Tras la parada técnica de la mañana
en Las Ventas de Armentia, nos adentramos en la zona sur del Condado
de Treviño para visitar la localidad de San Martín
de Zar, cuya coqueta iglesia románica se sitúa en
la parte más elevada del minúsculo caserío
y desde la cual pueden admirarse unas preciosas vistas de interminables
campos amarillos debido a las plantaciones de colza. Tras ello,
regresamos a las Ventas de Armentia para comer.


Antes de iniciar el viaje de regreso a Madrid,
aún nos quedaba una última sorpresa para la tarde
del domingo. Para ella, nos encaminamos ligeramente hacia el extremo
suroriental del Condado, concretamente, a las cercanías
de la población de Laño.

Las Gobas de Laño son un conjunto de
cuevas artificiales de origen eremítico cuyos orígenes
se remontan al siglo V y que, con posterioridad, acabaron por
convertirse en un poblado literalmente tallado en la roca. Para
acceder hasta ellas, recorrimos un bucólico sendero de
aproximadamente un kilómetro que resultó especialmente
agradable por su verdor primaveral.

Se trata de un lugar de especial encanto tanto
arqueológico como etnográfico y por supuesto paisajístico
que le ha valido ser declarado Monumento Nacional y ser conocido
como "la Capadocia Alavesa".
Ya de regreso a Madrid, realizamos las dos
paradas técnicas preceptivas en La Puebla de Arganzón
y Aranda de Duero para llegar a la Plaza de Castilla dentro del
horario anunciado. Muchísimas gracias a todos por vuestra
asistencia.