El pasado sábado día 29 de julio
tuvo lugar la segunda edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS
"Ruta del Románico Rural en la Montaña Norte
de Guadalajara", un recorrido que nos llevó al encuentro
de algunas de las manifestaciones románicas más
importantes de la provincia alcarreña, las cuales, se concentran
en los elevados territorios norteños prácticamente
lindantes con Soria y Segovia.

Precisamente a través de tierras segovianas
iniciamos nuestra aproximación al núcleo principal
del viaje, aprovechando como siempre el recorrido de ida para
contextualizar histórica y artísticamente tanto
las localidades como los monumentos a visitar, con especial atención
a la villa de Atienza, de dilatadísima historia medieval.
Nuestra primera parada temática de la
ruta tuvo como escenario la pequeñísima población
de Albendiego, cuya incomparable iglesia de Santa Coloma la ha
hecho merecedora de figurar como imprescindible en cualquier mapa
de todo aficionado al románico que se precie.

A través de un ameno sendero entre sotos
y praderías nos aproximamos a la iglesia, distante del
escaso casco urbano varios cientos de metros. Como no podía
ser de otra forma, nuestra primera visión del templo consistió
en acercarnos a la cabecera para admirar su magnífico ábside
semicircular, cuyos ventanales, cuajados de celosías geométricas
de gusto orientalizante, fueron concebidos deliberadamente para
salirse de los cánones prototípicos del románico.

Tras visitar su interior para comprobar de
primera mano los interesantes efectos lumínicos de esa
luz tamizada por tan peculiares celosías, regresamos al
autobús para aproximarnos a nuestra segunda etapa de la
ruta: la población de Campisábalos, de actualidad
en los últimos meses tras aparecer en los medios tras ser
distinguida como la localidad con el aire más sano de España
y tercero del mundo.

En Campisábalos tuvimos la oportunidad
de visitar dos construcciones en una: el binomio monumental que
conforman la iglesia parroquial de San Bartolomé y su aneja
capilla funeraria de San Galindo.

Ésta última es famosa por conservar
en su muro cabecero sur uno de los escasos mensarios o calendarios
agrícolas completos del románico español.

A continuación, en un moderno restaurante
de reciente apertura en la propia localidad disfrutamos de una
agradable comida que nos sirvió para recargar fuerzas de
cara a la ambiciosa jornada de tarde que nos esperaba.

Y es que la tarde fue dedicada íntegramente
a la antaño pujante villa de Atienza, hoy en serio declive
demográfico pero que conserva numerosos testimonios de
esa enorme importancia medieval que confirman las crónicas,
las cuales, hablan de que llegó a contar con casi diez
mil habitantes y nada menos que quince parroquias, siendo tan
inexpugnable su plaza que el propio Cid Campeador, según
versa el propio Cantar, pasó de largo frente a sus murallas.

En Atienza iniciamos nuestro recorrido por
su parte más elevada, apreciando de cerca los restos de
su castillo y la iglesia de Santa María del Rey, que conserva
una puerta que, pese a la erosión de su escultura, es de
visita imprescindible.

Descendiendo por la ladera en la que se acomoda
la villa, visitamos a continuación la antigua parroquia
de la Santísima Trinidad, convertida en museo y en la que
se exponen varias piezas meritorias de arte sacro procedente de
la propia Atienza y poblaciones circundantes.

Tras una breve parada técnica en la
plaza principal para refrescarnos, continuamos nuestro recorrido
atencino por la iglesia de San Gil, también musealizada
y que tuvimos la ocasión de admirarla gracias a la inestimable
amabilidad de su párroco Don Agustín.

Es una persona entrañable donde las
haya y cuya labor al frente de las iglesias de Atienza durante
varias décadas ha sido clave para que su ingente patrimonio
se salvase de la desaparición a la que irremediablemente
parecía condenado.

A través de las pintorescas callejas
de la zona más baja de la villa nos acercamos a la tercera
de las antiguas parroquias musealizadas de Atienza; en este caso
bajo la advocación de San Bartolomé y cuya seña
de identidad más reconocible es su galería porticada
amén de la ingente colección de fósiles recopilados
por el propio párroco Don Agustín y que se exponen
en su interior.

Por último y como dignísimo colofón
a nuestro recorrido monumental por Atienza, buena parte del grupo,
desafiando al cansancio y al calor, se aventuró a descender
hasta la ermita de Nuestra Señora del Val, situada entre
prados a las afueras del núcleo rural y que conserva en
su portada una de las arquivoltas más curiosas y personales
del románico español.

Finalizada la visita, tuvimos la oportunidad
de disfrutar de unos minutos de tiempo de libre disposición
antes de emprender el camino de regreso a Madrid, el cual realizamos
en su primera parte a través de los bellísimos paisajes
de la Alcarria alta hasta desembocar en Guadalajara capital primero,
y en Madrid poco después.
Muchísimas gracias a todas y todos por
acompañarnos y feliz verano.