El pasado sábado 29 de noviembre realizamos
el último Viaje Guiado ARTEGUIAS del año 2014, llevándonos
en esta ocasión a tierras segovianas con el fin de descubrir
varias de las joyas ocultas y más desconocidas de su románico
rural, y que, precisamente por ese carácter oculto y al
no estar visible en sus monumentos "a simple vista",
ha hecho que durante décadas, el románico segoviano
haya pasado mucho más desapercibido en interés y
valoración respecto al de otras provincias españolas
como pueden ser Palencia, Burgos, etcétera.

La expedición partió con puntualidad
inglesa desde la madrileña Plaza de Cristo Rey, aprovechando
el breve trayecto para contextualizar histórica y artísticamente
el territorio y los monumentos a visitar.

Pese a la incesante lluvia que nos acompañó
durante toda la jornada, en ningún momento decayeron los
ánimos de los asistentes, y así, tras una parada
para desayunar en la localidad de Torrecaballeros, la primera
de las visitas programas tuvo como escenario la Iglesia de San
Miguel Arcángel de Sotosalbos, quizás la más
famosa de todo el románico rural segoviano.

En ella, después de visitar su reformado interior
en el que destacan los restos de pintura mural conservados en
su ábside, nos detuvimos en su fantástica galería
porticada, analizando detalladamente los interesantísimos
capiteles, canecillos y metopas figuradas que la adornan.

Desde Sotosalbos en dirección norte nos dirigimos
hacia la cercana población de La Cuesta, cuya iglesia de
San Cristóbal se yergue altiva sobre la cima de un elevado
cerro del que se divisan amplísimas panorámicas
de las fecundas comarcas segovianas regadas por los ríos
Cega y Pirón.

En ella, tras analizar desde su interior las diferentes
fases constructivas y los interesantes capiteles de su arco triunfal,
la explicación se centró tanto en sus dos elegantes
portadas como en la variada iconografía presente en los
canecillos de sus muros exteriores.

Para completar la jornada de mañana nos acercamos
a la pequeña población de Caballar, cuya iglesia
parroquial es otra de esas joyas del románico rural segoviano
que, viéndola solo por el exterior, podría pasar
perfectamente desapercibida, sin embargo, una vez en su interior,
se revela como un monumento de sobresaliente interés principalmente
por tratarse de una iglesia completamente abovedada, circunstancia
poco frecuente en parroquias rurales concebidas para poblaciones
tan modestas.

Desde Caballar, después de fotografiar el
templo por todos sus ángulos posibles, regresamos al autobús
para dirigirnos a un conocido asador de San Pedro de Gaíllos
en el que pudimos degustar un menú típicamente segoviano
a base de judiones de La Granja y cordero asado.

Después de comer y no sin antes comentar brevemente
la maravillosa galería porticada de la iglesia de San Pedro
de Gaíllos, situada justo enfrente del restaurante, regresamos
al autobús para poner rumbo a la villa de Turégano,
sin duda, uno de los platos fuertes de la jornada.

Turégano nos recibió engalanado por
motivo de la celebración de su tradicional feria de San
Andrés, sin embargo, nuestra atención se centró,
en primera instancia, en su castillo bajomedieval, el cual, oculta
entre sus muros otra sobresaliente joya desconocida del románico
segoviano como es la iglesia de San Miguel.

Imperceptible al exterior por el citado revestimiento
fortificado, una vez se entra en el castillo, en lugar de un patio
de armas como sería lo habitual en cualquier fortaleza
castellana, se abre ante el visitante una magnífica iglesia
románica de tres naves y que alberga en su interior una
colección de capiteles de excelente factura.
Tras ascender a las torres del castillo aprovechando
un breve paréntesis que nos concedió la lluvia y
que nos permitió contemplar un precioso atardecer (con
arco-iris incluido) desde tan privilegiado balcón, descendimos
a través de la pintoresca plaza mayor de Turégano
en dirección a la iglesia de Santiago, otro de los monumentos
más esperados de la ruta.

Notablemente reformada en épocas posteriores,
la iglesia de Santiago de Turégano conserva tan solo de
la primitiva obra románica su cabecera absidial, la cual,
al exterior, no presenta elemento alguno que la difiera de tantos
templos segovianos.
Sin embargo, esta iglesia salió del anonimato
cuando, hace pocas décadas, fue descubierto entre las ventanas
del hemiciclo absidial interior un magnífico conjunto escultórico
prácticamente único en el románico español,
el cual, tras años de estudio sobre su forma de exposición
es, por fin, visitable.

Ya oscureciendo e iniciado el camino de regreso a
Madrid, no quisimos desaprovechar la ocasión de visitar
el templo parroquial de Torreiglesias, de vulgar apariencia exterior
pero en el cual, tras un pórtico moderno y totalmente imperceptible
al exterior, se conserva una monumental portada románica
de cinco arquivoltas repletas de decoración escultórica,
la cual pudimos saborear gracias a Javier Gil, un vecino de la
localidad que tuvo la amabilidad de instalarnos para nuestra visita
un potente foco que nos permitió apreciar el conjunto en
todo su esplendor.

Finalmente, tras la parada técnica de
rigor en una cafetería de Torrecaballeros, regresamos a
Madrid dentro del horario previsto, aprovechando la despedida
para desearnos felices fiestas y un próspero año
2015.