Durante el fin de semana del sábado 13 y
domingo 14 de noviembre tuvo lugar el último de los Viajes
Guiados ARTEGUIAS del año 2021, teniendo como destino en
esta ocasión las preciosas tierras riojanas y algunos de
sus monumentos medievales más señeros y con más
historia.
El sábado día 13, puntuales como siempre,
salimos desde la Plaza de Castilla para, tras la parada técnica
a la altura de Lerma, ingresar en tierras riojanas por su extremo
oeste y llegar a nuestra primera visita del programa, la iglesia
de la Concepción de Ochánduri, unánimemente
reconocida como una de las más nobles del románico
rural riojano.
Iniciamos la visita por su magnífica cabecera,
analizando al detalle la escultura de sus capiteles y canecillos
cargados de simbolismo para, a continuación, acceder al
interior y hacer lo propio con las célebres cestas que
coronan el arco triunfal.
Desde tierras riojalteñas tomamos rumbo sur
para visitar la ermita de la Ascensión de Santasensio de
los Cantos, que no son sino los restos de un antiguo cenobio del
que tan solo se ha conservado su cabecera.
Enclavada en un entorno de especial belleza en estas
fechas otoñales, en Santasensio centramos la explicación
tanto en la particular planimetría de su cabecera como
en las personalísimas pinturas murales -no hace muchos
años restauradas- que animan su interior.
Desde Santasensio, en apenas 10 minutos llegamos
a la ciudad jacobea de Santo Domingo de La Calzada, uno de los
hitos de nuestra ruta para comer en un restaurante contiguo a
la catedral, cuya visita nos iba a ocupar buena tarde de la jornada
sabatina.
Iniciamos nuestro recorrido por la seo calceatense
en el exterior de su cabecera, donde pudimos saborear sus preciosos
capiteles y canecillos.
Ya en el interior, además de su cripta y su
más que famoso gallinero, la mayoría de objetivos
de nuestras cámaras fotográficas se centraron en
su girola, tanto en los magníficos pilares de su frente,
como en los interesantísimos capiteles de su deambulatorio
y capillas radiales, algunos con una iconografía realmente
genuina.
Por último, antes de abandonar Santo Domingo,
nos detuvimos en algunas de las piezas expuestas en torno al claustro
conformando su Museo Diocesano.
Ganando ya kilómetros en dirección
al nuestro hotel de Haro, hicimos una última parada en
la localidad de Bañares de Rioja, donde la buena iluminación
de su patrimonio artístico nos permitió disfrutar
el mismo incluso ya anocheciendo.
En primer lugar visitamos la llamada ermita de Santa
Cruz, una iglesia de probable origen monástico trasladada
a la plaza de la localidad y que cuenta con una de las mejores
portadas del románico riojano.
Justo a ella, conformando un encantador binomio monumental,
accedimos a la iglesia parroquial de Santa Cruz, de dimensiones
casi catedralicias y que pudimos conocer al detalle gracias a
Fidel, un vecino de la localidad que ejerce de guía y que
conoce al detalle casa rincón del templo.
Desde allí, en apenas 20 minutos llegamos
a nuestro hotel de la ciudad de Haro para repartir habitaciones,
cenar y descansar.
La jornada del domingo nos tenía reservados
dos de los lugares más esperados por su historia y su valor
artístico del conjunto del patrimonio riojano.
El primero de ellos fue el Conjunto Monástico
de San Millán de la Cogolla de Suso (arriba) cuya visita,
divididos en dos grupos tal y como marca la dinámica y
protocolo oficial, se acomete a través de un microbús
lanzadera.
Por supuesto, tanto el paisaje como la antigüedad
que respira cada una de sus piedras, hicieron las delicias de
nuestros viajeros, que no dieron tregua a sus cámaras fotográficas.
Terminadas las visitas a Suso, nos reunimos en la
gran explanada del Monasterio de Yuso para, ya todos juntos y
de la mano de su guía oficial, acometer nuestro recorrido
por el enorme monasterio bajo, donde recorrimos iglesia, claustro,
sobreclaustro, biblioteca y sacristía. Una de las piezas
más admiradas, como no podía ser de otra manera,
fue la arqueta de San Millán con sus magníficas
tablillas de marfil talladas en pleno siglo XI.
Finalizada la visita a San Millán, que por
su importancia nos llevó toda la mañana, regresamos
al autobús para acercarnos a la vecina localidad de Berceo,
donde comimos en un acogedor restaurante con unas espectaculares
vistas al valle del río Cárdenas y al propio enclave
emilianense. Que con los colores del otoño lucía
doblemente espectacular.
Desde Berceo tomamos rumbo norte para visitar el
último de los platos fuertes del fin de semana, que no
era otro que el Monasterio de Santa María la Real de Nájera,
un lugar de enorme relevancia histórica en la España
Medieval.
En Santa María la Real, tras un paseo alrededor
de los muros exteriores, accedimos a su interior para recrearnos
en su icónico claustro gótico de elegantísimas
y variadas tracerías renacentistas, espacio más
que propicio para una foto de grupo.
A continuación visitamos su grandiosa iglesia
abacial, con su célebre gruta donde la tradición
cuenta que el rey García III el de Nájera halló
una imagen de la Virgen María. Además pudimos percatarnos
de la importancia de este cenobio riojano que sirvió de
panteón real durante siglos. De todos los sepulcros, elegimos
para detenernos a analizar su estética e iconografía
la lauda del sarcófago de Doña Blanca de Navarra.
Desde Nájera, emprendimos rumbo a Madrid para,
tras la reglamentaria parada técnica llegar a Madrid dentro
del horario previsto y despedirnos no sin antes desearnos una
feliz salida y entrada de año.
Muchas gracias por acompañarnos.