El viaje guiado
de Arteguías titulado "Monasterios zamoranos de leyenda",
realizado el pasado sábado día 7 de mayo, ha sido
uno de los más ambiciosos de los hasta ahora planteados
en cuanto a kilometraje se refiere; pero bien que mereció
la pena dado que los asistentes pudimos disfrutar de una jornada
inolvidable recorriendo una serie de monumentos medievales de
enorme interés.
Con puntualidad
absoluta -a pesar del madrugón- la expedición partió
desde la madrileña Plaza de Cristo Rey de Madrid a las
ocho en punto en dirección noroeste por la carretera de
La Coruña, donde una parada para desayunar y las explicaciones
históricas e introductorias de los monumentos a visitar,
sirvieron para que el viaje se hiciera muy corto.

Las previsiones
vaticinaban un día lluvioso, sin embargo, tuvimos la enorme
fortuna de que en ningún momento las condiciones climáticas
afectaron a los asistentes, ya que las pocas gotas de lluvia con
las que nos quiso recibir la provincia de Zamora, tan sólo
aparecieron en momentos en que nos desplazábamos en el
autocar, motivo por el cual tanto paraguas como chubasqueros no
se hicieron necesarios prácticamente en todo el día.
El primero
de los monasterios zamoranos de leyenda que visitamos fue el de
Santa Marta de Tera, un edificio bastante desconocido y de gran
antigüedad que sorprendió a todos los expedicionarios
por su armónica cabecera de testero recto así como
por el interesantísimo repertorio de escultura monumental
desplegado tanto al exterior como al interior.

Sobre el propio
terreno, pudimos comprobar las similitudes estilísticas
de algunos de los capiteles de este templo con los existentes
en San Isidoro de León, pero sin lugar a dudas, los elementos
más fotografiados de Santa Marta de Tera, amén de
su cabecera, fueron las esculturas exentas que jalonan sus portadas,
en una de las cuales, es perfectamente reconocible la efigie de
Santiago Peregrino con su vieira; y es que Santa Marta de Tera
es atravesada por una variante jacobea conocida como el Camino
mozárabe o sanabrés.

Desde Santa
Marta de Tera y ya con el sol en todo lo alto, nos dirigimos a
la animada localidad de Tábara, cuya iglesia es heredera
de un antiquísimo monasterio que ha pasado a la historia
por los beatos iluminados que hace más de mil años,
fueron realizados por los monjes en su "scriptorium".

Precisamente
los beatos y los manuscritos iluminados son el leit-motiv de una
pequeña exposición que ha sido habilitada en el
interior templo, la cual tuvimos la suerte de ser unos de los
primeros visitantes en disfrutarla tras su recientísima
reinauguración.
Tras una agradable
comida en un restaurante de Granja de Moreruela, nos desplazamos
a las ruinas consolidadas del cercanísimo monasterio cisterciense
de Santa María de Moreruela, sin duda, uno de los puntos
culminantes del viaje.

Un fantástico
sol en todo lo alto, así como el desbordante verdor primaveral
del entorno en que se asienta el viejo cenobio, constituyeron
un binomio más que idóneo para que los más
aficionados a la fotografía pudieran recrearse y captar
inmejorables instantáneas de tan romántico lugar.

Así,
durante más de una hora, pudimos recorrer en agradable
paseo las distintas dependencias monásticas conservadas,
pudiendo comprobar en los restos de la iglesia, con su suntuosa
cabecera, las características propias de la arquitectura
cisterciense: muy ambiciosa en lo arquitectónico pero de
enorme esquematismo vegetal en lo escultórico.

Los exteriores
de la cabecera fueron el lugar elegido para hacernos la tradicional
foto de familia, no sin antes realizar un pequeño juego
de investigación a la búsqueda de la famosa inscripción
fundacional conservada en el basamento de una de sus absidiolas.
Aún
maravillados por el espectacular monasterio, tomamos de nuevo
el autocar para dirigirnos a la última etapa de la ruta:
la ciudad de Benavente, con sus dos fantásticos templos
románicos.

El primero
en el que nos detuvimos fue el de Santa María del Azogue,
donde la monumentalidad de su cabecera no dejó indiferente
a nadie, lo mismo que sus dos fantásticas portadas tardorrománicas,
las cuales, resultaron un escenario perfecto para recordar y repasar
distintos aspectos iconográficos con los que ya se van
familiarizándo todos nuestros acompañantes.
Tras visitar
el interior de Santa María, un agradable paseo a través
del casco histórico de Benavente nos condujo a la iglesia
de San Juan del Mercado, cuya portada sur, también tardorrománica
y cuajada de escultura, fue un magnífico colofón
a un viaje inolvidable.

A continuación,
tras un reconfortante refrigerio en la propia Benavente, emprendimos
viaje de regreso a Madrid.