Durante el fin de semana del 27 y 28 de abril tuvo
lugar la segunda edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Biblias
Pintadas en el Románico de la Montaña Palentina",
una ruta que tras el éxito de la primera edición
celebrada en octubre del año pasado, fue planteada con
el fin de que ninguna de las personas que no pudieron apuntarse
en su momento, se quedara sin descubrir estas joyas artísticas
no siempre fácilmente accesibles del norte de Palencia.
Con un clima más que primaveral, la expedición
partió de la Glorieta de Cristo Rey para, tras una parada
técnica y las consabidas explicaciones introductorias,
adentrarnos en el corazón de la Montaña Palentina
para visitar la iglesia de San Cornelio y San Cipriano de Revilla
de Santullán.

Esta magníficamente conservada iglesia, si
bien es cierto que conserva restos fragmentarios de pinturas murales,
resulta sobre todo conocida por albergar una de las portadas más
icónicas del románico español tanto por la
riqueza de su escultura, como por la singularidad de que el propio
artífice, de nombre Micaelis, se representó a sí
mismo desempeñando su trabajo, circunstancia bastante poco
habitual en el románico.

Tras la comida en un restaurante de Revilla de Santullán,
continuamos nuestra ruta hasta la localidad de San Cebrián
de Mudá, cuya iglesia de origen románico suele pasar
desapercibida al exterior en comparación con otras construcciones
cercanas mucho más llamativas, sin embargo, al interior
sorprende al visitante por su vistoso y completísimo repertorio
pictórico del Taller del Maestro de San Felices; el primero
de los varios que nos esperaban durante el fin de semana.

Tras una breve parada técnica en un bar-restaurante
de Rueda de Pisuerga, nuestra siguiente visita tuvo como escenario
la ermita románica de Santa Eulalia de Barrio de Santa
María, una de las más fotogénicas de la provincia
por su sencillez y por la belleza de su emplazamiento al encontrarse
aislada en el centro de una verde ladera empinada.

Además, la ermita de Santa Eulalia ofrece
una cabecera repleta de escultura de buena calidad e interesante
iconografía y, sobre todo, conserva en su espacio interno
pinturas murales de cronología más antigua: tardorrománicas
del siglo XIII.

Para rematar la jornada de sábado nos encaminamos
a la localidad de Matamorisca, cuya iglesia de San Juan Bautista,
coronando un cerro que domina todo el caserío, es otro
de esos ejemplos de iglesias palentinas que al exterior no llaman
la atención pero que al interior oculta uno de los programas
pictóricos más ricos y mejor conservados de la zona,
también adscribible al círculo del Maestro de San
Felices y el cual tuvimos la ocasión de comentar al detalle.

Desde Matamorisca emprendimos camino hasta nuestro
hotel de Reinosa para, tras la distribución de las habitaciones,
cenar y descansar de cara al día siguiente.

La mañana del domingo la iniciamos visitando
la colegiata de San Pedro de Cervatos, un monumento capital del
románico español que, pese a salirse del hilo conductor
de nuestro viaje, no podíamos dejar pasar la ocasión
de visitarla dada la cercanía respecto a nuestro hotel.

Frente a la iglesia tuvimos la oportunidad de comentar
al detalle el riquísimo programa escultórico plasmado
sobre sus canecillos, capiteles y la propia portada.

Luego continuamos por el interior donde no es menos
interesante la colección de capiteles figurados de las
columnas del arco triunfal, de los ventanales y de la arquería
absidial.

Aún en tierras cántabras y tras una
breve parada técnica, nos adentramos en el Valle de Valdeolea
para visitar, de mano de su guía, la iglesia de Santa Olalla
de La Loma, templo de dimensiones minúsculas que alberga
en su cabecera una auténtica "Capilla Sixtina"
pictórica fantásticamente conservada.

Frente a la iglesia, en un modesto edificio recientemente
recuperado ha sido instalado un modesto centro de interpretación
del Valle de Valdeolea que también tuvimos la fortuna de
visitar con el fin de conocer la riqueza etnográfica, paisajística
y cultural de este apartado y semiolvidado rincón cántabro.

Como más que meritorio colofón a la
mañana dominical, ingresamos de nuevo en la provincia de
Palencia para visitar la iglesia de Santa María la Real
de Valberzoso, también en un entorno más que privilegiado
y que cuenta con la última de las "biblias pintadas"
que pudimos admirar durante el fin de semana.

Tras la comida en un céntrico restaurante
de Reinosa y ya ganándole kilómetros al viaje de
vuelta, hicimos una última parada para visitar el Monasterio
Cisterciense de San Andrés de Arroyo, donde pudimos admirar
su maravilloso claustro, su singular sala capitular y, por supuesto,
la iglesia abacial.

Por supuesto, antes de despedirnos de San Andrés
de Arroyo, la mayoría de los viajeros hicieron acopio de
los deliciosos dulces que en el obrador del monasterio realizan
las monjas.

Muchas gracias a todos por acompañarnos.