Entre los días 19 y 23 de abril
ha tenido lugar la primera de las dos ediciones del Viaje Guiado
ARTEGUIAS titulado "Occitania, Patrimonio de la Humanidad:
Carcassonne, Toulouse, Albi, Conques, Moissac", una esperadísima
ruta que nos llevó a recorrer esta histórica región
francesa que alberga algunos de esos monumentos que, desde nuestros
primeros pasos como aficionados al románico y al arte medieval
en general, hemos ido viendo en cada publicación que iba
cayendo en nuestras manos.

Como novedad además, y con el
fin de acortar los tiempos que salvasen las considerables distancias
desde Madrid, nos desplazamos en AVE, de manera que en esta ocasión
el punto de encuentro fue la terminal de salidas de la Estación
de Atocha, donde embarcamos y en apenas 4 horas estábamos
en Girona, donde nos recogió nuestro habitual autobús
para iniciar un apasionante periplo de cinco días cargados
de historia, arte y paisaje.

Así, una vez desembarcamos en
la estación de ferrocarril de Girona y tras comer en un
cercano restaurante de Sarriá de Ter, aprovechamos la tarde
del miércoles para visitar, justo antes de cruzar la frontera,
la interesantísima canónica agustiniana de Santa
María de Vilabertrán, un aperitivo más que
apetitoso antes de llegar a nuestro primer hotel de Perpignan
y entrar en materia.

Tras hacer noche en la citada ciudad,
nos desplazamos en dirección oeste al encuentro de uno
de esos escenarios medievales de ensueño como es la ciudad
de Carcassonne, más concretamente su ciudad vieja, fortificada
y cuajada de torres. Casi un escenario onírico pero totalmente
real.

Allí, en compañía
de nuestra guía oficial, recorrimos sus cinturones amurallados
comentando su dilatada historia hasta desembocar en su Castillo
Condal, cuyas estancias, museo y paseos de ronda fuimos recorriendo
siempre con unas vistas inolvidables como telón de fondo.

Por supuesto, en la ciudad vieja de
Carcassonne, no podíamos obviar tampoco la visita a la
basílica de Saint Nazaire, obra de origen románico
pero reformada en ese gótico tan francés y elegante
propio de latitudes más septentrionales.

Tras la comida en un restaurante de
la ciudad baja, conocida como "La Bastida de San Luis",
aprovechamos para visitar la catedral de San Miguel, gótica
y también realmente interesante.

Desde Carcassonne, y siempre con Toulouse
como objetivo y sede de nuestro "cuartel general" occitano
durante los siguientes tres días, aprovechamos para visitar
una de esas sorpresas del románico rural francés
que seguramente en España sería una obra cumbre
pero en un territorio de tal riqueza medieval, suele pasar desapercibido:
nos referimos a la abadía-catedral de Saint Papoul, cuya
iglesia, claustro y demás dependencias tuvimos ocasión
de recorrer y comentar presentando en ella al genial Maestro de
Cabestany, uno de esos artistas no anónimos del románico
activos a ambos lados de los Pirineos y que volveríamos
a encontrarnos con él más adelante.

Tras ello, llegamos a nuestro hotel
situado en un céntrico y encantador barrio de Toulouse
para distribuir habitaciones, cenar y descansar de cara a la jornada
que nos esperaba el viernes.

Y es que el viernes programamos dos
platos fuertes de la ruta, el primero de ellos, la ciudad de Albi,
donde también en compañía de sus guías
oficiales, recorrimos sus personalísimas calles siempre
con el rio Tarn a nuestro lado y esa genuina arquitectura de ladrillo
que le ha hecho acreedora a ser designada Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO.

En Albi tuvimos la oportunidad de visitar
numerosos lugares interesantes como la catedral gótica,
la colegiata de Saint Salvy, de origen románico, el Palacio
Episcopal, los miradores de los jardines de la Berbie, etc.

Lógicamente, de todo este conjunto
patrimonial el protagonismo más absoluto lo acaparó
su monumental y casi incomparable catedral de Sainte-Cecile: un
edificio que no dejó indiferente a nadie tanto por sus
descomunales proporciones, por su concepción arquitectónica
tan exótica a ojos nuestros como, por su puesto, a su genuina
profusión decorativa.

Como el día amaneció soleado
y primaveral, nos dirigimos a uno de los miradores emblemáticos
de la ciudad, con el río Tarn como protagonista y el caserío
de Albi al fondo.

El segundo plato fuerte, ya en la jornada
de tarde y tras la comida en un restaurante muy próximo
a Rodez, tuvo como escenario la preciosísima población
de Conques y su abadía de Sainte-Foy, auténtica
imprescindible en cualquier tratado o guía de románico
y uno de los enclaves jacobeos más importantes del país
vecino.

En Conques, como no podía ser
de otra manera, su espectacular portada occidental acaparó
buena parte de nuestro tiempo, desgranando cada detalle tanto
plástico como iconográfico de su sensacional tímpano.

Por supuesto, su interior, así
como el Museo del Tesoro anejo, una de las colecciones de orfebrería
y arte suntuarias medievales más importantes de Europa,
también obtuvo su cuota de protagonismo.

El sábado día 22 dedicamos
la mañana entera a la ciudad de Toulouse, iniciando nuestro
recorrido urbano por la basílica de Saint Sernin, monumental
y fotogénica como pocas en lo arquitectónico, pero
también interesantísima en cuanto a lo escultórico
se refiere, y como Conques, con su grado de parentesco con nuestro
románico tanto por su enfoque jacobeo como por la participación
del conocido como Maestro de las Platerías de Santiago
de Compostela.

En el exterior, primero paramos para
observar su cabecera románica con girola, transepto y capillas
radiales. A continuación centramos nuestra atención
en las puertas meridionales de los Condes y Mediavilla con su
importantísima escultura de comienzos del siglo XII.

Desde Saint Sernin y en dirección
sur, nos dirigimos a la icónica Place du Capitole, símbolo
tolosano por excelencia para descansar y tomar un refrigerio.

A continuación nos adentrarnos
en otro de esos edificios sin parangón en la historia de
la arquitectura medieval, como es el convento de los Jacobinos
y su famosa "columna-palmera" que delimita sus dos naves
sosteniendo sus vertiginosas bóvedas de crucería
nervada. Además pudimos disfrutar de su claustro y de la
sala capitular.

Desde allí, tras asomarnos a
los famosos canales que rodean a la ciudad, visitamos la catedral
de San Etienne, que muchas veces debido a su situación
algo más al sur del cogollo monumental, suele pasar desapercibida
para muchos visitantes pese a su notable interés, como
pudimos comprobar.

Tras la comida, en algo menos de una
hora nos desplazamos hasta otro de los platos fuertes de nuestro
itinerario: otro de esos lugares cuyo nombre resuena en la mente
de cualquier aficionado al románico: nos referimos a la
Abadía de Saint Pierre de Moissac.

Y a Moissac hay que dedicarle tiempo,
como así hicimos, empezando por su espectacular claustro
románico, de los mejores, si no el mejor del románico
francés pese a su deterioro y en el que los capiteles figurados
parecen no tener fin. A continuación accedimos a la iglesia
abacial, reformada ya en gótico pero con obras de arte
mueble de gran interés.
Y como colofón, su magnífica
portada sur con ese impresionante tímpano y su personaje
más conocido: el profeta Jeremías que da la bienvenida
en el parteluz. Quizás uno de los personajes más
fotografiados del románico.

Desde Moissac, en una horita corta acompañados
casi durante todo el trayecto por un exuberante arco iris, regresamos
la hotel para cenar y descansar.
La jornada final, domingo, salimos de
Toulouse en dirección a la frontera española aprovechamos
ese trayecto final occitano para acercarnos a otro monumento especialmente
llamativo del románico francés y quizás no
tan famoso como otros como es la iglesia de Sainte Marie de Rieux-Minervois,
del que muy pocos habían oído hablar pero que difícilmente
se irá de nuestra memoria y nuestras retinas.

Se trata de una iglesia de planta centralizada
muy poco común y cuyo interior, interesantísimo
en lo arquitectónico, cuenta con el valor añadido
de conservar uno de los capiteles más famosos del ya citado
Maestro de Cabestany, concretamente una Asunción de la
Virgen en una mandorla, iconografía poco habitual en el
románico.

Desde allí, continuamos nuestro
viaje de retorno para, tras comer en un restaurante de la fronteriza
localidad de La Jonquera, llegar a la estación del AVE
y embarcar todos juntos en dirección a Madrid.
Muchas gracias por acompañarnos.