Entre los días 6 y 8 de agosto
tuvo lugar el Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta por el mejor Románico
Rural de Navarra", un viaje esperadísimo que nos llevó
al encuentro de algunos de los territorios de mayor densidad de
románico de la Comunidad Foral como son el centro y el
este de su territorio.

La jornada del viernes día 6
salimos de la Avenida de América para, tras las paradas
técnicas preceptivas, llegar a comer al restaurante reservado
situado en el entorno mismo de la capital pamplonesa, concretamente
en la localidad de Sarriguren, punto de partida más que
idóneo para nuestras tres visitas previstas para la tarde.

La primera de ellas fue la ermita de
Nuestra Señora del Camino de Badostáin, una encantadora
población residencial apenas a 5 kilómetros de Pamplona
pero que conserva todo su sabor rural.

Su ermita, heredera más que probable
de un antiguo monasterio, causó sensación entre
nuestros acompañantes por su pureza de líneas y
su más que correcta restauración.
Desde Badostáin, en unos 30 minutos
y adentrándonos ya en terrenos más quebrados del
noreste provincial, llegamos a la ermita de Santa María
de Arce, enclavada también solitaria y fotogénica
a los pies del embalse de Nagore.

Tras una parada técnica en Ecay
de Lónguida, la ultima de las visitas del viernes tuvo
como escenario la iglesia de San Esteban de Eusa, un templo que
forma parte de ese reducido grupo de construcciones románicas
porticadas en torno a la Cuenca de Pamplona, algo bastante extraño
ya que solemos asociar este tipo de estructuras a tierras del
sur de Castilla.

Desde Eusa, y sin perder la cuenta de
crismones que llevábamos ya vistos en un solo día,
nos dirigimos a nuestro hotel de las cercanías de Pamplona
para cenar y descansar.

El sábado día 7 dedicamos
íntegramente nuestra ruta al románico de la Valdorba,
una preciosa subcomarca navarra que todos asociamos con el románico
y que cuenta entre sus aldeas con algunas de las mejores manifestaciones
de románico de toda Navarra.

Así, empezamos nuestro recorrido
por la ermita del Santo Cristo de Cataláin, puerta de entrada
a la Valdorba y un más que suculento aperitivo a lo que
estaba por venir, con su cabecera repleta de canecillos figurados,
su portada y su armónico espacio interno.

A continuación, tras una parada
técnica en Orísoain, donde algunos de nuestros viajeros
no perdieron la oportunidad de fotografiar su iglesia, también
románica, nos encaminamos a la aldea de Iracheta para conocer
una de esas manifestaciones artísticas y etnográficas
que quedan de verdad en la retina, y es que su perfectamente conservado
hórreo románico es prácticamente único
en el contexto de la Europa románica.

La última de las visitas de la
mañana tuvo como protagonista la iglesia de Santa María
de Eristaín, un edificio de sencilla apariencia pero que
oculta varias sorpresas: desde sus muros prerrománicos
construidos con piezas reaprovechadas romanas al exterior, hasta
un precioso conjunto de pinturas murales del gótico lineal
al interior.

Tras la comida en un hotel-restaurante
de la cercana Tafalla, dejamos para la tarde lo que sería
el plato fuerte de la jornada, que no fue otro que la ermita de
San Pedro de Echano, una iglesia cargada de misterio y sobre la
que han corrido ríos de tinta.
Nosotros por supuesto, frente a ella,
no dejamos pasar la oportunidad de plantear las diferentes teorías
sobre su origen, así como de interpretar entre todos su
célebre portada norte, cuajada de temática de tipo
lúdico y popular.

Por supuesto, sus canecillos atribuidos
al taller del maestro Leodegarius fueron también objetivo
prioritario de las cámaras de fotos de todos los asistentes,
así como los capiteles de su interior.

A continuación, tras una parada
técnica en un bar de Barásoain, antes de desembarcar
en el hotel visitamos la portada de la iglesia de Olcoz, una réplica
casi exacta de la existente en la famosa iglesia de Eunate.

Por último, la jornada de domingo
la dedicamos al extremo oriental navarro, iniciando nuestras visitas
en la ermita de Santa María del Campo de Navascués,
una construcción que de manera unánime hizo las
delicias de todos nuestros amigos por su fotogenia, su esbeltez
y su elegancia.

A continuación, tras la parada
técnica de rigor en una cafetería de Lumbier, rematamos
nuestro planning con el otro gran plato fuerte del fin de semana
como era la iglesia de San Martín de Artaiz, cuya fachada
sur, cargada de simbolismo, nos fue explicada por Simeón
Hidalgo, su gran estudioso y autor de varios libros sobre ella.

Antes de despedirnos de Artáiz,
visitamos también su fuente románica para, tras
ello, regresar al autobús y dirigirnos a Cizur Menor para
comer, desde donde emprendimos viaje de regreso a Madrid llegando
dentro del horario previsto.
Muchas gracias por acompañarnos
y hasta un próximo viaje. ¡Feliz verano!
