El pasado sábado día
14 de septiembre tuvo lugar la cuarta edición del Viaje
Guiado ARTEGUIAS "El Románico en la Ciudad de Soria",
una ruta que nos llevó a conocer las interesantísimas
manifestaciones artísticas románicas conservadas
en la capital provincial, algunas de ellas, obras cumbres del
estilo tanto por su riqueza como por su singularidad.

Pese a las previsiones climatológicas bastante
pesimistas, el autobús partió desde la Avenida de
América rumbo noroeste para, tras una parada técnica
a la altura de Medinaceli, llegar con un día totalmente
soleado a la ciudad de Soria, más concretamente a los aledaños
del antiguo monasterio de San Juan de Duero, punto de inicio de
nuestra ruta.
Allí nos esperaba Alberto, guía oficial
de la ciudad, quien nos acompañaría durante toda
la jornada y nos hizo una primera introducción in situ
sobre la Soria medieval.
A continuación accedimos al citado monasterio
de San Juan de Duero, construcción llamativamente sobria
al exterior pero que conserva en su interior algunas de las piezas
más genuinas y de mayor personalidad del románico
español.

Empezando por su iglesia, como no podía ser
de otra forma, los ojos y los objetivos de nuestras cámaras
fotográficas enseguida se vieron atraídas por los
dos ciborios que flanquean el arco triunfal de acceso al presbiterio,
en los cuales, nos detuvimos tanto en sus razones de ser litúrgicas
como en la iconografía de sus preciosos capiteles figurados.

A continuación salimos al exterior del templo
para deleitarnos con su singular claustro, donde llamaron poderosamente
la atención algunas crujías a base de arcos entrecruzados
muy poco habituales en España y que parecen remitirnos
más a territorios del sur de Italia como el entorno de
Nápoles o la propia Sicilia.

Finalizada la visita a San Juan de Duero regresamos
al autobús para ascender hacia la Concatedral de San Pedro,
cuya visita empezamos por su claustro, este sí, totalmente
canónico en cuanto a sus formas y estructura.

En el claustro de San Pedro tuvimos ocasión
de recorrer sus pandas comentando la iconografía y el simbolismo
de varios de sus capiteles, entre los que destacan varios figurados
y, sobre todo, una gran proliferación de animales mitológicos
del bestiario románico (especialmente arpías) cada
cual con su propia personalidad pero que, en muchas de ellas,
es palpable la raigambre silense.

Desde el claustro accedimos a la iglesia propiamente
dicha, de origen románico pero profundamente reformada
entre finales de la Baja Edad media y Renacimiento.
Desde San Pedro, cruzando apenas una calle llegamos
a una de las iglesias románicas menos conocidas y visitadas
de Soria, que no es otra que la de San Nicolás, llegada
a nuestros días en ruinas aunque perfectamente consolidadas.

Esta antigua parroquia, que a tenor de lo conservado
debió ser grandiosa, cuenta con la sorpresa de conservar
en su interior un ciclo pictórico muy interesante sobre
Santo Tomás de Canterbury, el cual pudimos comentar detenidamente.
Tras ello, y de nuevo con el autobús, ascendimos
hacia la parte más elevada de la ciudad para reponer fuerzas
en un céntrico restaurante.
La jornada de tarde la iniciamos visitando San Juan
de Rabanera, otra de las iglesias románicas conservadas
de la ciudad (de las aproximadamente 35 con que llegó a
contar). En ella, iniciamos la explicación por su elegantísimo
ábside, en el cual, debido a su carácter tardío,
se empieza a apreciar ese amaneramiento o barroquización
del románico.
A continuación accedimos a su interior, quizás
el más completo y de mayor interés de las iglesias
sorianas, en el cual pudimos explicar sus capiteles, su esbelta
cúpula sobre trompas o la interesantísima articulación
interna de su ábside.

Para el final de San Juan de Rabanera dejamos su
sensacional portada occidental, la cual pertenecía originariamente
a la parroquia de San Nicolás pero que, ante su inminente
estado de ruina, fue trasladada en 1908 a su nueva ubicación.

Y como no podía ser de otra manera, la guinda
al pastel de nuestro recorrido por el románico soriano
capitalino tuvo como escenario la hoy conocida como iglesia de
Santo Domingo, para muchos especialistas, la mejor fachada del
románico español.

Frente a ella, amén de hacernos nuestra tradicional
foto de familia, tuvimos la ocasión de ir comentando y
desgranando detalladamente la iconografía de su tímpano,
de sus arquivoltas, de su rosetón y de los capiteles de
los arquillos que recorren la fachada al más puro estilo
poitevino.

Por último, tras comentar algunos detalles
de los primeros tramos medievales conservados de su interior,
descendimos hasta el centro neurálgico de la ciudad para
disponer de un tiempo libre para tomar un refrigerio y hacer acopio
de productos típicos antes de dirigirnos al autobús
para emprender rumbo de regreso a Madrid, donde llegamos dentro
del horario previsto.
Muchas gracias a todos por acompañarnos
y hasta una próxima ocasión.