El día 21 de mayo tuvo lugar
la segunda edición del Viaje guiado ARTEGUIAS "Ruta
por las ermitas románicas segovianas de ensueño";
un recorrido de especial encanto en el que, con la primavera ya
en todo su apogeo, recorrimos varios de los monumentos románicos
más emblemáticos de la provincia de Segovia con
el aliciente de que todos ellos se encuentran en lugares de especial
encanto paisajístico.

Tal y como estaba previsto, el autobús salió
a las 8:30 desde la Glorieta de Cristo Rey, realizando como es
costumbre una primera parada técnica durante el camino
para desayunar, concretamente en Torrecaballeros.
Tras las consiguientes explicaciones introductorias
durante el último tramo de trayecto, llegamos a nuestra
primera parada temática de la jornada, que no era otra
que la preciosa ermita de la Virgen de las Vegas, situada muy
cerca de Pedraza dentro del término municipal de Requijada.

Edificio de considerables dimensiones, con sus tres
naves y precedido de una estupenda galería porticada, la
hoy llamada "ermita" de las Vegas es un ejemplo paradigmático
de cómo muchos de estos encantadores edificios situados
aislados y solitarios en medio del campo son en realidad los templos
parroquiales de viejas poblaciones despobladas en fechas muy tempranas
y que, gracias a su solidez y a cierto componente devocional,
se mantuvieron en pie pese a la desaparición de la localidad
a la que originalmente prestaba servicio.

De este modo, tras comentar detalladamente la iconografía
de los capiteles que adornan tanto la portada como su galería
porticada, y acceder al interior, regresamos al autobús
para continuar nuestra ruta, que durante toda la mañana
tuvo como escenario la antigua Comunidad de Villa y Tierra de
Pedraza.

Situada a escasa distancia, no podíamos dejar
pasar la oportunidad de visitar la tan célebre como encantadora
villa de Pedraza, en la que tras comentar brevemente el castillo
y los restos de algunas de sus antiguas parroquias románicas,
dejamos un rato de tiempo libre para compras y reponer fuerzas
en los bares de su fotogénica plaza mayor quien así
lo deseó.

La última de las visitas de la jornada de
mañana fue la iglesia de San Juan Bautista de El Arenal
o Revilla-Orejana.


De nuevo la "ermita" de San Juan es un
templo de grandes dimensiones situado en medio del campo entre
varias poblaciones y que sorprende por conservar una interesantísima
galería porticada cuyos capiteles tuvimos la oportunidad
de comentar e interpretar en profundidad.

Desde El Arenal de Orejana, abandonamos el territorio
de la antigua Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza para, tras
adentrarnos en la de Sepúlveda, llegar a San Pedro de Gaíllos,
localidad en la que comimos un delicioso menú típicamente
segoviano no sin antes admirar la galería porticada de
su iglesia de San Pedro.

Tras admirar desde el autobús la villa de
Sepúlveda (cuyos monumentos está previsto que visitemos
próximamente en otra ruta de manera monográfica),
nos acercamos a la minúscula localidad de Aldehuelas, cuya
antigua iglesia, separada varios cientos de metros del casco urbano,
se yergue solitaria en un precioso soto rodeado de floreciente
vegetación como no podía ser de otra manera en plena
estación primaveral.

El templo, dotado también de una austera galería
porticada y un potente ábside semicircular, es una construcción
rural que alberga en su interior, no siempre fácil de poder
verse, un interesantísimo y explícito capitel de
temática erótica; algo que no es ni mucho menos
extraño en el románico segoviano pero que, por lo
general, suele encontrarse en el exterior de los templos, rara
vez en el interior.

Desde Aldehuelas y en compañía de su
amable párroco Don Fernando, nos encaminamos por fin al
que estaba llamado a ser uno de los momentos claves de la jornada:
la visita al antiguo priorato de San Frutos de Duratón.
Tras recorrer con el autobús varios kilómetros
de dificultosa pista forestal, desembarcamos en el parking habilitado
para vehículos para, desde ahí, iniciar descenso
hacía el monasterio, siempre con la compañía
de las famosas Hoces del Duratón a nuestros lados y bajo
la atenta vigilancia de la colonia de buitres que las habitan,
todo ello teniendo como telón de fondo la inconfundible
estampa de la hoy ermita de San Frutos, levantada al pie del cortado
en el extremo de un meandro tallado por el río.

Ya a pie del monumento y pese a ser uno de los más
herméticos de la provincia de Segovia debido a su dificultosa
comunicación y a su alejamiento de núcleos poblados,
tuvimos la oportunidad de visitarlo en su interior, lo que nos
permitió descubrir una edificación que rezuma antigüedad
por cada uno de sus poros.

A la salida, recorrimos los restos de las diferentes
estancias priorales que componen el conjunto para, a continuación,
iniciar ascenso hacia el autobús, parándonos cada
pocos metros para admirar y fotografiar las increíbles
vistas que el paraje ofrece a su atardecer.

Ya de camino a Madrid, realizamos una última
parada técnica en la zona de ensanche urbano de Sepúlveda
para, tras aproximadamente una hora y media de trayecto, regresar
a nuestro destino en Madrid.
Muchísimas gracias a todos por acompañarnos
en esta maravillosa jornada.