El
pasado sábado 26 de mayo tuvo lugar el último -hasta
ahora- de los viajes guiados de ARTEGUÍAS que, en esta
ocasión, proponía una interesantísima ruta
por la Segovia rural al encuentro de ermitas románicas
de ensueño.
La expedición
partió desde la madrileña Plaza de Cristo Rey, aprovechándose
el trayecto de ida, como en otras ocasiones, para explicar y contextualizar
histórica y artísticamente el conjunto de monumentos
a visitar durante la jornada.
Así,
tras una breve parada técnica en Torrecaballeros para desayunar
y estirar las piernas, llegamos puntuales a nuestro primer destino
previsto, la ermita de la Virgen de las Vegas de Requijada, muy
cerca de Pedraza.

La ermita
de Las Vegas de Pedraza es un soberbio edificio románico
porticado de tres naves que nos sirvió como ejemplo perfecto
para explicar el origen de estas misteriosas construcciones aisladas
en medio de la nada, que hoy denominamos ermitas pero que, en
su inmensa mayoría, no son sino las antiguas parroquiales
de viejos despoblados medievales desaparecidos al quedar deshabitados.
De este modo,
la ermita causó sensación entre todos los asistentes
además de por sus imponentes proporciones, por el encantador
paraje natural en que se ubica y que, este año, debido
a las lluvias caídas en abril, presentaba un verdor inusual
por estas fechas del calendario.

Como no podía
ser de otra forma, su armónica galería porticada
fue el elemento que más atrajo la atención de los
flashes de los concurrentes, aunque por supuesto, no pasó
desapercibido su elegantísimo espacio interior y su antiquísima
piscina bautismal concebida para el rito por inmersión
situada a los pies de la nave lateral sur.
Desde Requijada,
en apenas diez minutos llegamos a Pedraza, una de las villas más
importantes de la Segovia medieval que, aún hoy, ha sabido
conservar su encanto y su patrimonio monumental.

Ya con el
sol en todo lo alto pese a sus reticencias de las primeras horas
del día, tuvimos la oportunidad de recorrer las evocadoras
calles de su casco histórico, visitando el castillo, su
plaza mayor soportalada y presidida por la torre románica
de su iglesia parroquial, y dos de sus ermitas románicas
urbanas (antiguas parroquias de la villa): la arruinada y consolidada
de Santa María de Mediavilla, y la de San Pedro de la Florida,
hoy propiedad particular y convertida en vivienda, circunstancia
que llamó notablemente la atención a muchos de nuestros
amigos.
Terminada
la visita a Pedraza no sin antes deleitarnos con la preciosa panorámica
de su castillo que se observa desde la carretera, emprendimos
rumbo nordeste para visitar la iglesia de San Juan de El Arenal
o Revilla-Orejana, donde nos esperaba su amabilísimo párroco
para abrirnos tanto la puerta del templo, como la de su recinto
ajardinado, normalmente cerrado.

De nuevo,
como en la ermita de Las Vegas de Pedraza, volvió a llamarnos
la atención la existencia de un edificio de gran tamaño
y considerable calidad en un paraje totalmente aislado, un hecho
que encuentra su explicación en su funcionamiento, desde
época medieval, como parroquia de concejo, la cual, prestaría
servicio a varias minúsculas poblaciones que existirían
(y algunas existen aún) en sus inmediaciones.
En la iglesia
de San Juan, también el principal interés de todos
se centró en su galería porticada, la cual conserva
magníficos capiteles en los que la figuración se
entremezcla con exquisitos entramados vegetales.

De este modo,
culminamos la jornada matutina dirigiéndonos a San Pedro
de Gaíllos, en cuya plaza principal y ante el incomparable
marco del pórtico románico de su iglesia, disfrutamos
de una sensacional comida y una no menos agradable sobremesa.

Antes de coger
el autobús en dirección a nuestro siguiente destino,
como no podía ser de otra forma, aprovechamos para acercarnos
a la contemplar y fotografiar la mencionada galería porticada
románica.
Por la tarde,
y como aperitivo idóneo para el plato fuerte que nos esperaba
como remate final a la jornada, nos acercamos a la minúscula
población de Aldehuelas de Sepúlveda, cuya iglesia
parroquial, también aislada fuera del núcleo urbano
y accesible a través de un encantador paseo entre una exuberante
vegetación, es una de las menos conocidas del románico
de la prolífica Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda.

El templo,
también porticado como los anteriores, llamó sin
embargo la atención por su uno de sus capiteles interiores
del arco triunfal, en el que aparece una curiosa escena de temática
erótica, que si bien no es extraña en el románico,
si es menos habitual encontrarla en el interior de la iglesia
y no en el exterior.
Y para terminar
la jornada, quedaba el que para muchos era el plato fuerte del
día: la visita al antiguo Monasterio de San Frutos del
Duratón, en el que el arte y la historia se conjugan en
perfecta armonía dentro de uno de los parajes naturales
más espectaculares de Castilla y León.

Así,
en un agradable paseo contemplando las hoces que traza el río
Duratón y los buitres que sobrevolaban la zona, llegamos
al antiguo cenobio, donde primero visitamos la iglesia y, a continuación,
tras hacernos nuestra tradicional foto de familia junto a la portada,
recorrimos las distintas dependencias anejas del monasterio, todas
ellas dispuestas sobre espectaculares miradores naturales hacia
las hoces.
Tras ello,
reemprendimos camino de vuelta hacia el autobús aprovechando
para apurar la batería de nuestras cámaras fotográficas
e inmortalizar los majestuosos vuelos de los buitres que habitan
el entorno.

Ya en el autobús,
una última parada para recuperar fuerzas en una cafetería
de las afueras Sepúlveda, y camino de regreso a Madrid,
donde nos despedimos citándonos para el próximo
viaje guiado.