El
penúltimo viaje guiado planificado por Arteguias para el
año 2013 tuvo como destino un conjunto de villas segovianas
y vallisoletanas cargadas de historia y monumentos: Coca, Olmedo,
Íscar y Cuéllar.
Los caprichos de la climatología
quisieron que justo la noche anterior, una inmensa nevada tiñera
de blanco muchos de los campos que atravesamos en nuestro viaje.
Por fortuna el sábado 16 apenas llovió -tampoco
nevó- aunque ciertamente hacía un frío helador,
especialmente cuando arreciaba el viento.
Pero el entusiasmo y buen humor de todos
nos ayudó a pasar un día inolvidable en estas recias
tierras castellanas, disfrutando y aprendiendo sobre un arte tan
nuestro como es el mudéjar.
Salimos a las 8:30 de la Plaza de Moncloa
para tomar la autovía A6 en dirección a Segovia.
Tras la habitual parada para tomar un café, nos dirigimos
a Coca, la vieja "Cauca" celtibérica y romana
donde nos esperaba un castillo de cuento.
La visita al castillo de Coca nos llevó
más de una hora y es que el lugar lo merece. Primero las
vistas de sus costados sur y este, con el fotogénico escalonamiento
de volúmenes de las torres de los dos recintos concéntricos.
Luego el recorrido por las numerosas estancias distribuidas en
la Torre del Homenaje y la llamada Torre de Pedro Mata con sus
cúpulas y decoraciones mudéjares, incluyendo una
buena colección de pinturas murales, especialmente espectaculares
en la Sala de los Jarros.
También tuvimos ocasión
de subir -por un sinfín de estrechas escaleras de caracol-
a la terraza de la Torre del Homenaje. Desde aquí, las
vistas de Coca son magníficas y pudimos avistar, desde
un ángulo privilegiado, la vecina y famosa torre de la
desaparecida iglesia mudéjar de San Nicolás.
De camino a Olmedo tuvimos una postrera
ocasión de contemplar desde el autocar, y desde distintas
perspectivas, las grandiosas formas de esta fortaleza señorial
caucense.
Olmedo es una de las villas medievales
que hoy pertenecen a la provincia de Valladolid. Nuestro objetivo
en este visita era recorrer el Parque Temático del Mudéjar,
puesto que gracias a sus maquetas, perfectamente realizadas hasta
el último detalle, pudimos comprender mejor aspectos tales
como el tránsito del románico al mudéjar,
los distintos modelos del mudéjar castellanoleonés,
las principales diferencias entre el mudéjar religioso
y el palaciego, etc.
Finalizada la visita al Parque del Mudéjar,
el autocar nos llevó a la también villa de Íscar
donde teníamos reserva en el Restaurante Abaco. Pero ante
de ello no podíamos dejar pasar la oportunidad de visitar
la iglesia románica de San Miguel, gracias a la amabilidad
del párroco que nos abrió el templo a unas horas
un poco intempestivas (las dos de la tarde).
Tiene esta iglesia un ábside
pequeño pero encantador. La piedra de esta zona no es de
mucha consistencia por lo que las esculturas de capiteles y canecillos
del exterior se encuentran muy deteriorados. Afortunadamente,
el interior se encuentra perfectamente conservado, con sus columnas,
ventanales, el arco triunfal, etc.
Precisamente, la iconografía
algo confusa de los capiteles del arco triunfal nos permitió
pasar un buen rato "lanzando hipótesis" sobre
su significado.
Tras la suculenta comida en el citado
restaurante nos acercamos a la iglesia mudéjar de Santa
María, edificada poco después que la de San Miguel.
Como Íscar y Cuéllar median
unos 25 minutos por carretera, aprovechamos ese rato para relajarnos
y hacer la digestión de la comida (algunos de nuestros
acompañantes llegaron a echarse una agradable siestecilla).
En Cuéllar nos esperaban las
amables guías turísticas de la localidad. Concretamente
fue Noemí la encargada de abrirnos las iglesias de San
Martín, San Andrés y mostrarnos el castillo.
En la preciosa iglesia de San Martín
se ha creado el Centro de Interpretación del Mudéjar
y se realiza una impactante y "psicodélica" proyección
repartida por todo el edificio.
De San Martín fuimos al Castillo
de Cuéllar, conocido como de los Duques de Alburquerque,
donde recibimos una detallada descripción histórica
y artística de este inmenso conjunto fortificado palaciego.
Nos faltaba un último punto del
recorrido: la iglesia de San Andrés, probablemente una
de las más perfectas iglesias del mudéjar religioso
castellanoleonés. Todo en ella emana calidad: su cabecera
de tres ábsides, sus muros y fachada oeste engalanados
con arquerías de ladrillo rítmicamente dispuestas,
los canecillos y puertas románicas, etc.
En el interior, la nave central está
modificada pero no así las laterales, rematadas en sus
magníficos ábsides. En el norte se conserva un apreciable
Calvario gótico, donde nos detuvimos para explicarlo durante
unos instantes.