El
pasado sábado 22 de septiembre tuvo lugar un nuevo viaje
guiado de ARTEGUIAS -el primero después del verano- que,
en esta ocasión, nos llevó al encuentro de la preciosa
comarca de la Sierra de La Demanda burgalesa, uno de los territorios
de mayor relevancia histórica de la Castilla altomedieval.

Como estaba
fijado, la expedición salió de la madrileña
Plaza de Castilla en dirección norte por la conocida como
carretera de Burgos, en cuyo trayecto, como es tradicional, se
aprovechó para contextualizar histórica y artísticamente
el recorrido a realizar y los monumentos a visitar.

La primera
parada tuvo como escenario la población de Peñaranda
de Duero, en cuya encantadora plaza mayor aprovechamos para tomar
un café y las primeras fotografías de la jornada.
Tras Peñaranda,
un brevísimo trayecto nos condujo a la localidad de Coruña
del Conde; más concretamente, a su ermita del Santo Cristo,
situada sobre una aireada loma a escasos metros del casco urbano
y con vistas privilegiadas sobre el castillo que domina el caserío.

En ella y
sobre el terreno, pudimos comprobar tanto su antigüedad,
manifestada en su propia morfología de nave única
y cabecera cuadrada de cierto aroma prerrománico; como
las distintas piezas romanas que fueron reaprovechadas como aparejo
para la erección de sus muros, sin duda, acarreadas todas
ellas desde las ruinas de la otrora importantísima ciudad
romana de Clunia, emplazada a escasa distancia del pueblo.

Uno de los
platos fuertes de la jornada fue la visita a la villa de Caleruega,
que nos permitió aproximarnos tanto a la importante figura
de su hijo más conocido, Santo Domingo de Guzmán;
como al descubrimiento de su rico patrimonio monumental, siendo
de destacar el Real Monasterio de las Madres Domincas, en cuyo
interior, en torno a su hermoso claustro, ha sido habilitado un
pequeño museo que alberga interesantes piezas de imaginería
medieval.

Tras Caleruega,
emprendimos rumbo nordeste para, ya con las primeras ondulaciones
de la Sierra de La Demanda como telón de fondo y siendo
amenizado el trayecto con la explicación de la tan conocida
como compleja leyenda de los Siete Infantes de Lara, llegar a
Barbadillo del Mercado, lugar elegido para la comida.
Desde el propio
pueblo de Barbadillo partía la carretera que, sin solución
de continuidad y a través de paisajes magníficos,
nos conduciría a las tres paradas previstas de la jornada
de tarde.

La primera
de ellas fue en la localidad de Vizcaínos, cuya iglesia
parroquial de San Martín de Tours causó sensación
entre los asistentes por su coqueta galería porticada y,
sobre todo, por el extraordinario porte de su torre campanario.

Pocos kilómetros
después, llegamos a Jaramillo de la Fuente, pequeña
población que, curiosamente, celebraba ese día sus
fiestas patronales. En su iglesia parroquial de Nuestra Señora
de la Asunción, pudimos disfrutar de una preciosa galería
aún más completa que la anterior, aprovechando la
cuidadísima explanada que la precedía para hacernos
nuestra ya tradicional foto de familia.

La última
de las paradas previstas, en la población de San Millán
de Lara, nos tenía reservada la que, sin lugar a dudas,
iba a ser la gran sorpresa de la jornada: y es que la iglesia
parroquial de la localidad, antaño monasterio fundado a
partir de un eremitorio, no dejó indiferente a nadie por
sus enormes dimensiones en proporción a la hoy minúscula
localidad a la que presta servicio.
Pese a tratarse
de un templo generalmente no visitable, tuvimos la posibilidad,
gracias a la amabilidad de su alcalde D. Aurelio Andrés,
de acceder a su interior, pudiendo admirar a los pies del templo
la primitiva gruta del anacoreta a partir del cual, fue fundado
el monasterio.
Pero las sorpresas
de la iglesia de San Millán de Lara no se limitan a su
interior, ya que al exterior conserva dos magníficas portadas
románicas que nos permitieron debatir sobre su iconografía,
hasta el punto de que, espontáneamente, se planteó
un simpático enigma acerca de la naturaleza de uno de sus
capiteles y que, muy hábilmente, supo resolver nuestro
amigo José Ángel.

Así
pues, finalizada la visita a San Millán, y atravesando
las históricas Tierras de Lara presididas por las menguadas
ruinas del castillo de que vio nacer a Fernán González,
emprendimos camino de regreso a Madrid, a donde llegamos, tras
una breve parada para reponer fuerzas, según el horario
previsto.