El pasado sábado 25 de febrero
realizamos la primera edición de la interesantísima
Ruta de la Arquitectura subterránea y desconocida de Toledo. Esta
ciudad es tan fascinante que nunca dejará de asombrarnos.

Partimos con total puntualidad de la
madrileña Puerta de Toledo con la alegría añadida
de saber que nos iba a acompañar un día completamente
soleado y de muy suaves temperaturas, casi primaverales.
En el autocar aprovechamos para explicar
con detenimiento el largo itinerario que estaba planeado así
como la historia de Toledo y los principales objetivos del viaje
que además de entretener era conocer la historia enlazada
de sus etapas romana, visigoda árabe y cristiana.

El autocar aparcó frente a Puente
de San Martín, que junto al de Alcántara forma el
binomio de grande puentes medievales de Toledo sobre el río
Tajo. Aquí, además de explicar su historia, pudimos
analizar la dificultad técnica que este tipo de ingenios
exigía a los constructores de la época.
Subimos por las cercanías de
la Puerta del Cambrón hasta el Monasterio de San Juan de
los reyes para desayunar y seguir a la cercana Sinagoga de Santa
María la Blanca, uno de los dos oratorios de origen judío
que conserva la ciudad.

Santa María la Blanca es toda
austeridad al exterior pero su interior subyuga por su bella y
elegante armonía. Explicamos su historia, ligada a la importante
comunidad hebrea toledana, aunque ejecutada por alarifes mudéjares
con formas que más recuerdan a una mezquita.

A continuación realizamos un
tranquilo paseo por la Judería hasta llegar al corazón
de la ciudad, donde nos paramos a analizar el primer monumento
mudéjar del viaje: el campanario de la iglesia de Santo
Tomé, con sus arcos de sabor musulmán y la cerámica
vidriada de sus columnas.

Llegamos a la catedral primada de Santa
María y nos dividimos en dos grupos para aprovechar al
máximo tiempo, de modo que mientras uno visitaba la Casa
Árabe de los sótanos de la calle Cardenal Cisneros,
el otro visitaba la fachada occidental de la catedral para admirar
la escultura de sus portadas.

Subimos a las Termas Romanas que es
a la vez sede del Consorcio de Toledo que tanto ha hecho en estos
últimos años por rehabilitar y dar a conocer un
conjunto importantísimo de monumentos y yacimientos arqueológicos
que se encuentran fuera de las manidas rutas turísticas
tradicionales. Allí pudimos ver cómo se combinan
dos estructuras distintas: los restos de unas termas públicas
con una gran tubería de canalización de abastecimiento
de agua al Toletum romano.

Antes de tomar rumbo al cercano yacimiento
conocido como las Cuevas de Hércules tuvimos la oportunidad
de de adentrarnos en un castizo y precioso patio toledano con
su galerías porticadas, aljibe y hasta restos palaciegos
mudéjares.

Ya en las Cuevas de Hércules,
hicimos un recorrido del inmueble donde se acumula una especie
de resumen de la historia de Toledo en su principales etapas antigua
y medieval: depósito de agua de tiempos del Imperio Romano,
sobre el que se construyó una iglesia visigoda cuyos restos
podemos presenciar en la fachada, luego una mezquita árabe
y, por último, la iglesia de San Ginés.

Ya se había hecho la hora de
comer y todos estábamos deseando sentarnos y descansar
así que nos dirigimos al cercano Restaurante Los Arcos
ubicado junto a otra iglesia mudéjar, la de las Santas
Justa y Rufina.

Tras la comida nos quedaba una tarde
llena de agradable sorpresas como la iglesia mudéjar del
Convento de Santa Úrsula y el descenso hasta el subterráneo
Pozo de El Salvador, hábil combinación de aljibe
y pozo de época medieval mediante la cual se garantizaba
el consumo de agua potable.

A unos pocos metros se encuentra la
iglesia de El Salvador, construida sobre una antigua mezquita
-de la que se conserva su alminar- que a su vez había aprovechado
en sus muros numerosas piezas arquitectónicas y escultóricas
romanas y visigodas. Entre ellas la más importante es un
pilar del siglo VII con escenas talladas de cuatro milagros de
Jesús. Tras los muros de la cabecera penetramos en un espacio
muy sugerente con arquerías árabes que estuvo habilitado
como Patio de Abluciones y cementerio.

Nuestro último objetivo era acercarnos
a la iglesia de San Sebastián, al sur de la ciudad, casi
a la orilla del Tajo y a los Baños Árabes de Tenerías.
Pero organizamos nuestra ruta hasta estos lugares con la intención
de poder admirar una de las iglesias medievales más atractivas
de San Bartolomé, una verdadera joya casi desconocida,
incluso para muchos toledanos. No sólo cuenta este templo
con una de las torres más antiguas de Toledo, sino con
una cabecera mudéjar verdaderamente preciosa.

El de Tenerías fue un complejo
balneario musulmán del barrio de Curtidores que, entre
otras funciones, servía para las abluciones preceptivas
antes de entrar en la Mezquita de Al-Dabbagin, actual iglesia
de San Sebastián.

Precisamente, éste fue el último
gran monumento visitado en el viaje guiado, cuando estaba atardeciendo.
La iglesia de San Sebastián es un austero edificio que
al exterior sólo destaca por su torre mudéjar. Es
cierto que su orientación norte-sur es impropia de un templo
cristiano medieval. Al entrar encontramos la explicación:
en origen fue una mezquita del siglo X con el muro de la quibla
coincidiendo con la actual fachada principal. Consta de tres preciosas
arquerías de ladrillo sobre columnas de fustes y capiteles
reaprovechados de un templo anterior visigodo. También
pudimos disfrutar de su techumbre de madera de par y nudillo.

No sabemos cuántos kilómetros
llegamos a realizar en esta ruta a pie por Toledo, pero estamos
seguros de que había merecido el esfuerzo.
Ya anocheciendo regresamos a la Judería,
no sin antes pasar por la el edificio de las Cortes de Castilla
la Mancha.
Tras tomar un café partimos a
las 19 hs. hasta Madrid. Esperamos que el próximo sábado
1 de febrero, disfrutemos lo mismo de esta preciosa ciudad de
Toledo.