El pasado sábado día 7 de octubre tuvo
lugar la primera edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS titulado
"Ruta bajomedieval por el pintoresco Valle del Tiétar";
cuyo itinerario nos llevó a conocer el sector meridional
de la provincia de Ávila, un territorio al sur de la Sierra
de Gredos salpicado de interesantísimas localidades cargadas
de historia y enclavadas todas ellas en un entorno natural, climático
y paisajístico casi único.

Desde la Plaza de España de Madrid partió
puntual el autobús en dirección suroeste, encarando
la carretera M-501 también conocida como "carretera
de los pantanos" y que nos condujo directamente al corazón
del Valle del Tiétar.

La primera visita de la jornada tuvo como escenario
el castillo de La Adrada, situado en la parte más elevada
de esta populosa localidad de eminente carácter vacacional.

Allí, tras las pertinentes instrucciones de
su guía responsable Juani, iniciamos la visita por sus
diferentes estancias, llamando principalmente la atención
de la concurrencia los restos de un monumental templo bajomedieval
ubicado dentro del recinto fortificado y sobre cuyo posible origen
tuvimos la ocasión de exponer las diversas teorías
existentes.

A continuación, ascendimos por los adarves
de la muralla hasta desembocar en el piso superior de su elegante
patio, en cuyas estancias además de una interesante colección
de estelas, ha sido habilitado un curioso centro de interpretación
del valle.
Desde La Adrada, continuamos la ruta valle arriba
hasta llegar a su principal población, Arenas de San Pedro,
donde dispusimos de un tiempo de libre disposición para
tomar un refrigerio antes de comenzar la visita.

De la mano de su guía oficial Virginia, comenzamos
nuestro recorrido por Arenas de San Pedro por su castillo llamado
"de la Triste Condesa", escenario más que idóneo
para introducir históricamente los avatares de la población
y del propio castillo.

A continuación nos acercamos a su iglesia
parroquial de Nuestra Señora de la Asunción; un
edificio de lo más recio y sobrio al exterior pero que
las líneas góticas de su interior depararon una
agradable sorpresa a los asistentes.

Desde el templo parroquial, accedimos a su casco
histórico primitivo para visitar la Fuente de la Nava,
la pintoresca Plaza del Canchal y, por supuesto, el fotogénico
puente medieval llamado de Aquelcabos, desde donde regresamos
a la trasera del castillo para ser recogidos por el autobús
y poner rumbo al restaurante.

Desde Arenas de San Pedro en pocos minutos llegamos
al complejo turístico habilitado en torno a las Cuevas
del Águila, muy cerca de Ramacastañas, donde disfrutamos
de una reconfortante comida antes de continuar nuestra ruta.
A escasos metros del restaurante, accedimos a las
majestuosas Cuevas del Águila, donde tras las pertinentes
instrucciones de visita por parte del guía y una breve
introducción sobre el descubrimiento de las mismas, accedimos
a su galería principal, cuya visión nos dejó
a todos literalmente boquiabiertos.

A través de un recorrido perfectamente iluminado
y balizado, fuimos recorriendo los diferentes ambientes de la
cueva, deleitándonos con la visión de las cientos
de estalactitas, estalagmitas y caprichosas formas que las filtraciones
acuosas han ido dibujando y componiendo sobre el material calizo
de la gruta.

Desde las Cuevas del Águila, nos dirigimos
hasta la última localidad de la ruta, que no era otra que
Mombeltrán, cuyo castillo nos saludó ya desde su
espectacular emplazamiento desde el mismo autobús.

A la entrada del castillo nos recibió Álvaro,
guía habilitado por la familia propietaria de la fortaleza
y con quien realizamos un interesantísimo recorrido histórico
a través de sus diferentes estancias, teniendo incluso
la oportunidad los más valientes de ascender a sus adarves
visitables.
En Mombeltrán, tras visitar su castillo, no
podíamos dejar pasar la oportunidad de visitar su magnífica
iglesia parroquial de San Juan Bautista, a la que nos acercamos
en un agradable paseo por las calles de la población y
en la que, como en Arenas de San Pedro, su sobrio exterior contrasta
con la sólida elegancia gótica de su interior, que
también causó sensación entre nuestros acompañantes.

Finalizada la visita, regresamos al autobús
para emprender camino a Madrid, donde llegamos dentro del horario
previsto tras la consabida parada técnica a mitad de camino.
Muchas gracias a todos los asistentes por acompañarnos
y hasta una próxima ocasión.