El sábado 7 de marzo tuvo lugar un nuevo viaje
guiado de Arteguias que, en esta ocasión y cumpliendo ya
su tercera edición, nos llevó a la ciudad de Salamanca
con el fin de conocer los interesantes monumentos románicos
conservados en sus calles, los cuales, muchas veces pasan desapercibidos
para el gran público ante el esplendor y el carácter
eminentemente renacentista y plateresco de la bellísima
ciudad del Tormes.

Con una climatología auténticamente
primaveral, la expedición partió puntual desde la
madrileña Glorieta de Cristo Rey para, tras las pertinentes
explicaciones introductorias y una parada técnica para
desayunar a la altura de Ávila, llegar a nuestro destino
en Salamanca.

El autobús nos dejó junto a la primera
de las iglesias románicas salmantinas a visitar, concretamente
la de Santo Tomás Cantuariense, situada al este del casco
urbano y que llamó la atención entre los asistentes
por su equilibrio y armonía de formas exterior.

En su interior, por supuesto, aprovechamos para admirar
sus sólidos abovedamientos, los curiosos remates en forma
de expresivas cabezas humanas de los nervios del crucero, así
como la magnífica ejecución de sus capiteles, vegetales
en su mayoría a excepción de uno en el que se adivina
una escena de guerreros a caballo.
Desde la iglesia de Santo Tomás y en un agradable
paseo que nos permitió contemplar de la monumental iglesia
clasicista de San Esteban y la afamada Casa de las Conchas, llegamos
al conjunto catedralicio, compuesto por la primitiva catedral
románica y la posteriormente añadida "Catedral
Nueva", donde nos esperaba Inés, guía oficial
de Salamanca y que nos acompañaría durante toda
la jornada.

Iniciamos la visita al conjunto catedralicio por
el espacio musealizado de la torre que, bajo el nombre de "Ierónimus",
permite recorrer y contemplar las cubiertas catedralicias, gozándose
desde ellas además de unas privilegiadas vistas de la ciudad
de Salamanca, de una perspectiva inmejorable de la famosa Torre
del Gallo de la Catedral Vieja.

A continuación, tras acceder a la Catedral
Nueva, nos detuvimos con especial atención en la soberbia
catedral románica, admirando las características
de su arquitectura, sus capiteles y las pinturas conservadas en
la zona del crucero.

Particular hincapié hicimos en la visión
interior del cimborrio o Torre del Gallo que minutos antes y desde
un privilegiado balcón habíamos contemplado desde
el exterior.

Finalizada la visita a las catedrales y a través
de la muy concurrida Calle Mayor, nos encaminamos en dirección
norte hasta llegar a la última de las visitas programadas
para la jornada de mañana, que no era otra que la parroquia
de San Marcos el Real, cuya conformación externa perfectamente
circular la convierten en una de las más singulares del
románico español.

Una vez explicadas las distintas teorías existentes
sobre su personalísima planimetría, accedimos a
su interior, donde pudimos comprobar que esa morfología
externa de apariencia centralizada, al interior se convierte en
una mucho más canónica estructuración a base
de tres naves con sus correspondientes ábsides semicirculares
embutidos en el muro curvo. En definitiva, un templo que hizo
las delicias de todos los viajeros.

Tras una agradable comida en un restaurante cercano
a San Marcos, iniciamos la jornada de tarde descendiendo a través
de la calle Zamora en dirección al mismo centro neurálgico
salmantino, visitando en primer lugar la iglesia de San Martín,
templo situado en uno de los ángulos de la Playa Mayor
y que, en ocasiones, al estar rodeada de inmuebles, suele pasar
desapercibida para muchos visitantes.
En su interior, pudimos comprobar de primera mano
las consecuencias de los seculares problemas de estabilidad sufridos
por este templo, siendo evidentes las deformaciones de algunos
de los arcos y bóvedas de las naves laterales.

A continuación tuvimos también la oportunidad
de admirar la magnífica portada occidental, oculta en la
mucho más moderna capilla de las Angustias pero en la que
son perfectamente perceptibles los restos de sus arquivoltas.
A la salida de San Martín, tras nuestra tradicional
foto de familia y un breve tiempo libre para recuperar fuerzas
o hacer compras en torno a la universal y monumental Plaza Mayor
de Salamanca, nos dirigimos hacía la última de las
iglesias románicas a visitar, que no era otra que la de
San Juan Bautista de Barbalos.

De proporciones más modestas y empequeñecida
por los bloques de pisos que la rodean, este templo, cuya fundación
se atribuye a los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén,
conserva en su interior un magnífico Cristo románico
del siglo XII.

Una vez finalizada la visita a San Juan y tras aprovechar
las cafeterías adyacentes para tomar un refrigerio, el
autobús nos recogió para emprender camino de regreso
a Madrid, donde llegamos dentro del horario previsto.

Debido al éxito de convocatoria de esta
visita al románico de Salamanca y con intención
de que ningún viajero interesado se quedase sin poder disfrutarla,
repetiremos este mismo viaje el próximo sábado día
14, en lo que será ya su cuarta edición.