A pesar del madrugón
y de que realmente hacía mucho frío en Madrid (¡Vaya
invierno que llevamos!), los asistentes a este viaje guiado por
la ciudad de Salamanca estábamos realmente animados.
Una vez en el autocar
hicimos una breve introducción a lo que nos íbamos
a encontrar en el románico salmantino. Nuestro objetivo
era visitar la mayoría de los restos de esta época
conservados en la ciudad.
Tras la parada de rigor
para el café, a medio camino, llegamos a Salamanca a las
12 y nos dirigimos directamente la conjunto catedralicio donde
apreciamos la fantástica arquitectura y escultura de la
catedral vieja. No faltaron las explicaciones iconográficas
y simbólicas, incluso estilísticas. Apreciamos también
el amplio repertorio de pinturas murales de los siglos XIII y
XIV que se conservan en la Capilla de San Martín y el brazo
meridional del crucero.
Subimos
a lo alto de las catedrales para observar de cerca las cubiertas
y partes altas de ambos templos, especialmente la magnífica
Torre del Gallo. Para esta hora se empezaban a abrir grandes claros
y se agradecía el sol que brillaba en el cielo.
Nuestra segunda escala
fue la iglesia de San Marcos, con su curiosa forma circular y
su colección de marcas de cantería.
Desde aquí, regresamos
sobre nuestros pasos y visitamos la iglesia de San Martín
(junto a la Plaza Mayor), una de las más interesantes de
la ciudad y tan oculta por edificaciones que casi pasa desapercibida.
Observamos los desperfectos del terremoto de Lisboa, sus similitudes
con la catedral y especialmente la sorprendente puerta occidental,
muy decorada y con restos de policromía original.
Con la caminata se nos
había abierto el apetito que calmamos con las abundantes
parrilladas del Mesón del Jamón.
Desde aquí, por
la tarde, nos dirigimos a Santo Tomás Cantuariense, donde
el amable sacristán nos abrió la iglesia para observar
su equilibrada arquitectura y algunos capiteles cuya autoría
hay que buscarla en los talleres de la catedral.
Teníamos
tiempo antes de ir a San Juan Bautista y seguíamos con
hambre de románico, así que nos acercamos a la iglesia
de San Cristóbal para apreciar y elucubrar con los posibles
significados de los curiosos canecillos del costado norte, con
numerosas cabecitas humanas.
En San Juan Bautista de
Barbalos, además de la arquitectura y escultura pétrea
analizamos las formas del buen Cristo románico de la Zarza,
del siglo XII, que se encuentra en el muro occidental de la iglesia.
Para reponer energías,
nos tomamos un café y subimos al autocar para regresar
a Madrid. Llegamos un poco tarde pero había valido la pena.
Gracias de nuevos a todo/as.