La mañana
estaba muy fría a las 9 en la madrileña Plaza de Cristo
Rey, pero el cielo estaba raso y se presumía que disfrutaríamos
de un día soleado y templado a media que avanzara la mañana.
El
camino a Salamanca desde Madrid es un poco largo, así que
dio tiempo a desgranar el contexto histórico y geográfico
en el que se repobló la vieja ciudad romana y en el que
aparecieron las iglesias parroquiales románicas y la catedral
salmantina.
Tras ver algún
vídeo sobre el proceso de repoblación y el nacimiento
del románico en la meseta castellano-leonesa, paramos en
Peñaranda de Bracamonte, en el Bar El oso y el Madroño
(curioso nombre para un bar salmantino) a tomar un café.

Llegamos a Salamanca antes
de las 12 y el conductor del autocar nos dejó, como estaba
previsto, enfrente de la iglesia de Santo Tomás Cantuariense.
Como todavía el sol se encontraba en el sureste, la cabecera
de esta iglesia presentaba un espléndido aspecto soleado
y su piedra refulgía en color dorado.
Estudiamos
el exterior del templo y debatimos sobre las posibles razones
que aconsejaría a los artífices a terminar la iglesia
con una sola nave cuando se había iniciado con tres ábsides.
También comentamos la función de las marcas de cantero
que abundaban en sus sillares y sobre el posible simbolismo de
los dos discos solares superpuestos en uno de los arcos.
Allí nos esperaba
Inés, la amable Guía Oficial de Turismo de Salamanca
que nos invitó a acercarnos a la iglesia, también
románica, de San Cristóbal, (que no estaba prevista
en nuestro recorrido) antes de poder visitar el interior de Santo
Tomás.
Como era lógico,
surgieron preguntas e hipótesis sobre el significado simbólico
de los peculiares canecillos de San Cristóbal, aquéllos
que muestran cabezas humanas solitarias o bien emparejadas y en
tríos de personajes que escudriñan desde el alero.
De vuelta a Santo Tomás
Cantuariense, nos deleitamos en el acogedor y espiritual interior
del templo, con sus tres ábsides y crucero con bóveda
reforzada por nervios. Analizamos la sabiduría y armonía
de la arquitectura románica en esta modesta pero atractiva
iglesia.

A la salida, nos dirigimos
al otro lado del casco antiguo, en dirección a San Marcos
el Real. Esta iglesia ha sido siempre un misterio incluso para
los más eruditos estudiosos, que no se ponen de acuerdo
entre ellos. Así que nosotros no íbamos a ser menos
y lanzamos nuestras propias hipótesis sobre la razón
de la circularidad del edificio, así como de sus
distintas fases constructivas.
El día ya se nos
mostraba magnífico, con un sol reconfortante y una temperatura
que invitaba al paseo. Y así hicimos, pasear hasta el Restaurante
Mesón El Jamón donde nos esperaban (bueno, mejor
las esperamos nosotros) unas ricas ensaladas y parrilladas de
carnes y pescados.
Románico, historia,
viajes y hasta economía y política fueron los temas
de conversación que animaron el almuerzo. Tan agradable
rato pasamos comiendo y charlando durante la comida que se nos
hizo un poco tarde para ir a San Juan de Barbalos y preferimos
dirigirnos hacia San Martín, iglesia que no nos podíamos
perder bajo ningún concepto.

San Martín es una
iglesia que siempre sorprende porque aunque está en el
centro de la ciudad (a escasos metros de la Plaza Mayor) casi
nadie, salvo los muy entendidos, saben que allí se yergue
una soberbia iglesia románica de tres naves muy relacionada
con la catedral.
Primero, disfrutamos de
la bonita portada norte con su expresiva estatua románica
tardía de San Martín rasgando su capa con la espada
para compartirla con el mendigo desnudo.
En el interior apreciamos
la elegancia de sus tres naves, aunque parcialmente rehechas por
los desplomes provocados por el Terremoto de Lisboa. Los capiteles
son de primerísima calidad, tanto los vegetales como los
historiados.

Y si San Martín
es un pequeño secreto casi hermético de Salamanca,
no digamos ya su portada occidental, escondida en una capilla
barroca. Apiñados en un breve espacio, todos nos deleitamos
en la decoración de sus arquivoltas. Nos llamó la
atención el tamaño de la puerta, sus numerosas arquivoltas
decoradas sobre oras tantas parejas de columnas. Lo más
llamativo es, con todo, la decoración escultórica
de la penúltima arquivolta, donde además de aparecer
grandes cabezas de dragones, existen una serie de figuras que
han sido recientemente identificadas como pertenecientes a un
calendario agrícola.
Camino de la Catedral
Vieja, Inés nos habló de la historia y arte de las
emblemáticas Casa de las Cochas, Iglesia de la Clerecía
y de la gótica Catedral Nueva. No todo iba a ser románico
en una ciudad tan monumental como Salamanca...
No
pudimos entrar en la catedral pero pudimos analizar desde el Patio
Chico la arquitectura de su cabecera triabsidal y especialmente
de la Torre del Gallo. Hablamos de sus relaciones con la arquitectura
bizantina y la francesa (Poitou) así como de su parentesco
con otros cimborrios del Duero, tales como Zamora, Toro y Plasencia.
Antes de tomar un nuevo
café (la temperatura bajaba rápidamente a medida
que se echaba la tarde) Inés nos explicó una de
las más afamadas obras de arquitectura de Salamanca, la
iglesia plateresca de San Esteban.
En el autocar y camino
de Madrid, nos sorprendió que nuestros amigos pasajeros
quisieran más románico aún, así que
proyectamos más vídeos sobre el tema casi hasta
llegar a las mismas calles madrileñas.
Aunque un poco cansados
y somnolientos por las caminatas en busca de la piedra románica
salmantina, llegamos satisfechos por haber disfrutado de buen
románico y, sobre todo, de unos buenos amigos con quienes
pasamos un agradabilísimo día.
Desde Arteguias mandamos
a nuestros viajeros acompañantes un afectuoso abrazo y
esperamos que nos podamos ver pronto de nuevo.