El sábado día 3 de marzo tuvo lugar
la cuarta edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta
del Románico Urbano en la Ciudad de Segovia", sin
duda, uno de los viajes que más interés despierta
dada la cercanía de Segovia con Madrid y la riqueza románica
que atesora la ciudad.

Como estaba establecido, el autobús partió
puntual desde la madrileña Glorieta de Cristo Rey en dirección
Segovia, donde, en contra de muchas previsiones que vaticinaban
lluvias, fuimos recibidos con una mañana soleada y una
temperatura de lo más llevadera.

Tras unos minutos de libre disposición para
desayunar en torno a la Plaza del Azoguejo, nos citamos rente
al monumento a Rómulo y Remo para, tras presentar a nuestra
guía oficial Alcázar Rus, iniciar la visita propiamente
dicha.
La primera visita tuvo como escenario la iglesia
de San Juan de los Caballeros, emplazada en la parte más
elevada de la ciudad. Se trata de una de las parroquias de mayor
antigüedad de la capital segoviana, conservando casi intacta
su primitiva estructura de naves, ábsides, torre y galería
porticada.

Tras comentar detalladamente el exterior, accedimos
al interior para detenernos en los interesantísimos capiteles
de sus ábsides, los cuales, suelen ser grandes desconocidos
al tratarse de una iglesia no siempre abierta al público.
Desde San Juan de los Caballeros nos adentramos por
las callejuelas del precisamente llamado Barrio de los Caballeros
para, tras pasar frente a la recientemente restaurada iglesia
de la Santísima Trinidad, detenernos frente a la parroquia
de San Esteban, la cual se enorgullece de conservar la que probablemente
es la torre campanario más esbelta y perfecta del románico
español, siempre inconfundible dentro del "skyline"
segoviano.

Desde San Esteban comenzamos a descender hasta llegar
a la iglesia de San Martín, una de las más conocidas
al ser lugar paso obligado para todo aquél que desde el
acueducto desea acceder a la Catedral y al Alcázar.

Esta iglesia, además de una muy meritoria
galería porticada cuyos capiteles también desgranamos
al detalle, conserva en su reformado interior una curiosa estructura
que ha dado mucho que hablar entre especialistas y aficionados.

Desde San Martín, continuando el descenso
hasta el sector urbano más bajo de la Segovia medieval,
llegamos a la iglesia de los Santos Justo y Pastor, cuyo interés
principal queda cobijado en su interior.
Son nada menos que tres los elementos que hacen de
San Justo, pese a su aparente austeridad externa, visita imprescindible
para cualquier turista interesado en el románico: su ciclo
de pinturas murales casi sin parangón en contextos castellanos,
un encantador tímpano situado en el muro norte, y el llamado
Cristo de los Gascones, protagonista aún hoy en día
de representaciones herederos de autos sacramentales de orígenes
antiquísimos.

Para finalizar la mañana y antes de tomar
el autobús para acercarnos al restaurante, no podíamos
dejar pasar la oportunidad de comentar el mundialmente conocido
acueducto segoviano, cuya visita tras las últimas adecuaciones
urbanísticas de la ciudad resulta de lo más cómodo
al haber quedado liberado su entorno de tráfico rodado.
Tras la comida, que tuvo lugar en un mesón
levantado en los restos de una antigua iglesia mudéjar
llamada San Pedro Abanto, nos dirigimos hacia el Barrio de San
Marcos con el fin de visitar la iglesia de la Vera Cruz, aunque
antes, pudimos disfrutar de una de las vistas más sugestivas
del Alcázar.

La Vera Cruz, como no podía ser de otra forma,
fue una de las iglesias que más sensación causó
de la jornada. Su peculiar planta centralizada así como
su distribución interna que tanto ha dado que hablar, no
dejó indiferente a ninguno de nuestros viajeros.

Desde allí, circunvalando Segovia por su lado
sur, bordeando el antiguo cementerio judío y con magníficas
vistas de la catedral, llegamos con el autobús hasta el
arrabal en el que fue levantado la iglesia de San Millán,
por dimensiones y ambición arquitectónica, la más
grandiosa de las parroquias segovianas conservadas y siempre puesta
en relación con la catedral de Jaca.

En ella, las explicaciones se concentraron en su
interior, tanto en sus particularidades arquitectónicas
como en la iconografía de sus capiteles. Posteriormente,
salimos al exterior para mostrar su curiosa cabecera de cuatro
ábsides frente a los cuales, nos hicimos una última
foto de familia.

Antes de regresar a Madrid se dispuso un tiempo libre
para hacer compras quien así lo deseó y reponer
fuerzas en las cafeterías de la zona antes de iniciar viaje
de vuelta, un viaje durante el cual cayó toda la lluvia
que por fortuna nos respetó durante nuestra visita.
Este próximo sábado día
10 de marzo repetiremos la misma ruta en lo que será ya
nada menos que la quinta edición. Muchas gracias a todos
por vuestra gratísima compañía y hasta una
próxima ocasión.