Durante el fin de semana
de viernes 5 al domingo 7 de Abril tuvo lugar la primera edición
del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta de los Monasterios y Ermitas
en las Sierras de Navarra", un itinerario en el que abarcamos
buena parte del sector occidental de la Comunidad Foral al encuentro
de singulares construcciones románicas poco conocidas y enclavadas,
por lo general, en entornos paisajísticos de especial belleza.

La matinal del viernes quedó ocupada en su totalidad
por el viaje de ida, con la pertinente parada técnica y las
ya habituales explicaciones introductorias históricas y artísticas
de los lugares a visitar.

Tras la comida en un mesón de la localidad de
Viana, nos adentramos en el entorno serrano que daba título
al viaje a través de la preciosa Sierra de Codés,
que nos recibió con una climatología bastante inestable
que nos obligó a recurrir a chubasqueros y paraguas durante
el bonito sendero que conducía a nuestro primer destino temático:
la ermita románica de San Bartolomé de Aguilar de
Codés.

Enclavada en un entorno de especial encanto paisajístico,
el interés de esta ermita se centró, como no podía
ser de otra manera, en su portada sur, coronada por un tímpano
con un crismón como protagonista, lo cual nos sirvió
para explicar sus particularidades, variedades y simbolismo ya que
iban a ser varios más los que íbamos a tener la ocasión
de admirar durante el fin de semana.
Desde Aguilar de Codés, en apenas 5 minutos
llegamos a la localidad de Azuelo, antiguo monasterio convertido
hoy en parroquia del pequeño pueblo que lo circunda bajo
la advocación de San Jorge.

Allí, tras una primera parada en un improvisado
mirador de una loma contigua desde que el pudimos tomar magníficas
fotografías del viejo cenobio, nos recibió Pedro,
guía habitual del monumento y siempre activo en su voluntad
de difusión del patrimonio del valle.
Finalizadas las explicaciones históricas, artísticas
y etnográficas de Azuelo, descendimos a territorios más
llanos para realizar nuestra habitual parada técnica en la
población de Los Arcos, desde la cual, accedimos a nuestra
última visita de la jornada: San Andrés de Learza.

Coronando el minúsculo y semidespoblado caserío,
la iglesia de Learza se presenta majestuosa y cuidadísima
gracias al empeño de los moradores del señorío
al que pertenece, y desde cuyos campos adyacentes pudimos tomar
infinidad de fotografías de lo más lucidas gracias
a su situación libre de construcciones anejas.
Desde Learza, regresamos a nuestro hotel en las proximidades
de Logroño para descargar maletas, adjudicar habitaciones
y bajar a cenar.
La jornada de sábado amaneció con una
climatología mucho más benévola de la que tuvimos
el viernes, así que, sin más dilación embarcamos
en el autobús y nos dirigimos al precioso Valle de Yerri,
uno de esos vallecillos de la Navarra Central cuyo aislamiento y
despoblación le ha permitido conservar un rico patrimonio
medieval.

El primer punto de interés fue el Monasterio
cisterciense de Santa María la Real de Iranzu, el cual tuvimos
la fortuna de visitar acompañados de las atinadas explicaciones
del Padre Manolo, que nos condujo por su monumental iglesia primero
y sus diferentes estancias claustrales conservadas después.

Desde Iranzu descendimos hasta las inmediaciones de
la población de Azcona para visitar la aislada ermita de
Santa Catalina de Alejandría, una construcción de
dimensiones reducidísimas y enclavada en una pradería
de cautivadora belleza.

Además, cuenta con una colección de canecillos
y capiteles directamente emparentados con los talleres del Monasterio
de Irache, San Miguel de Estella y del segundo taller de Silos.

A escasos kilómetros de Azcona, la última
visita de la mañana se centró en el también
minúsculo caserío de Eguiarte, cuya antigua iglesia
conserva capiteles hermanos de los anteriormente vistos en Azcona.

A continuación abandonamos el Valle de Yerri
para dirigirnos a la Cuenca de Pamplona, donde nos esperaba una
reconfortante comida en el Palacio de Zuasti, el cual nos recibió
de lo más animado al celebrarse en sus instalaciones una
competición deportiva de gran tradición en la zona
y que acostumbra a reunir a un gran número de participantes.
Junto a Zuasti, no podíamos dejar pasar la oportunidad
de visitar la iglesia de San Andrés de Añézcar,
cuya portada, ya de bien entrado el siglo XIII y de cronología
gótica, conserva en el estilismo de sus capiteles ciertos
resabios románicos.

También en el entorno metropolitano de Pamplona
y a pies del Camino de Santiago, la antigua iglesia hospitalaria
de San Miguel de Cizur Menor fue una de las grandes sorpresas de
la jornada, un templo que, desde hace pocos años, ha recuperado
su función primigenia de hospitalidad y atención al
peregrino junto a un albergue regentado por la Orden de San Juan
de Jerusalén.

Tras aprovechar los bares de Cizur Menor para cumplimentar
nuestra parada técnica de la tarde, el más que digno
colofón a una jornada de lo más intensa, variada y
rica en emociones tuvo como escenario la iglesia de Gazólaz,
construcción que presenta la sorpresa de conservar una armónica
galería porticada al más puro estilo de las que solemos
visitar de manera mucho más habituales en territorios del
sur de Castilla.

Desde Gazólaz, en unos tres cuartos de hora
de viaje en la que nos cayó todo el agua que por suerte conseguimos
esquivar durante la jornada, llegamos a nuestro hotel dispuestos
a cenar y descansar de cara a la jornada final.

El domingo la visita se centró en los alrededores
de las Sierras de Aralar, Andía y Urbasa, comenzando nuestra
visita por el poco conocido Monasterio de Zamartze, muy cerca de
Huarte-Arakil, donde además de su belleza arquitectónica
y escultórica, quedamos absolutamente maravillados por las
explicaciones y la trayectoria vital de la hermana Guadalupe, guardesa
habitual del monumento.

Tras la pertinente parada técnica, nos adentramos
en un vallejo secundario para visitar la solitaria ermita de Santiago
de Itsasperri junto a la localidad de Egiarreta, también
fotogénica como ella sola al situarse en medio de una verde
pradería sin obstáculo visual alguno para su fotogenia.

En esta ermita se celebraban hasta hace no demasiado
tiempo las juntas del Valle de Arakil, por lo que hubo delante de
la portada una Casa de Juntas a modo de porche de madera adosada
al propio templo.

El último de los monumentos visitados en la
ruta fue la iglesia de San Vicente de Larumbe, situada en la parte
más alta de la pequeña aldea y accesible a través
de un empinadísimo camino que nuestros valientes viajeros
afrontaron con una sonrisa en la cara sabedores de que el esfuerzo
merecería la pena.

Y efectivamente, así fue, la iglesia de Larumbe
nos cautivó a todos por su situación, por sus vistas
y por la riquísima iconografía que anima su galería
porticada ya de estilo gótico, la cual, tuvimos la ocasión
de desgranar al detalle con la participación de todos nuestros
amigos.

Desde Larumbe, en apenas diez minutos llegamos a la
populosa población de Irurtzun para comer en un céntrico
restaurante y, ya desde allí, iniciar nuestro viaje de regreso
a Madrid, donde llegamos dentro del horario previsto.
Muchas gracias a todos por acompañarnos
y, los que no pudieron en estas fechas, recordarles que repetiremos
esta misma visita en una segunda edición ya por el mes de
octubre.