Solo siete días después de la última
visita a la Soria Mágica del sábado 31 de mayo y
dado el interés despertado entre nuestros amigos, el siguiente
sábado 7 de junio repetimos la visita, sumando así
la tercera edición de esta singular ruta en la que, más
que nunca, lo histórico-artístico comparte protagonismo
con unos paisajes dignos de admirar.


Así pues, salimos de la Plaza de Castilla
en dirección norte atravesando las históricas comunidades
de villa y tierra de Sepúlveda, Ayllón y Maderuelo
hasta llegar a Castillejo de Robledo, primera parada temática
de la ruta.

En Castillejo, tras un corto paseo rodeando el cerro
en el que se asientan las ruinas de su castillo -para algunos
de origen templario- llegamos a la iglesia de Nuestra Señora
de la Asunción, situada junto a uno de los lugares en el
que la tradición sitúa el episodio cidiano de la
Afrenta de Corpes.

En la iglesia tuvimos la oportunidad de comentar
los canecillos de su fotogénico ábside, la portada
y su interior, donde se conserva un curioso repertorio pictórico
tardomedieval.

Desde Castillejo de Robledo tomamos dirección
nordeste para, tras atravesar y contemplar desde el autobús
las históricas fortalezas de Langa de Duero, San Esteban
de Gormaz y El Burgo de Osma, llegar a la población de
Ucero, otrora villa de gran importancia hoy reducida a un humilde
caserío que, aún así, ha sabido conservar
varios de sus monumentos medievales.
Desde el centro de la localidad y en un breve paseo
ascendente llegamos a las ruinas de su castillo, situado en un
paraje espectacular a la misma entrada del Cañón
del Río Lobos.

Con las precauciones debidas, fuimos rodeando sus
lienzos hasta desembocar en el patio principal, pudiendo asomarnos
al interior de su torre del homenaje, donde sobreviven varias
ménsulas esculpidas que también han sido tradicionalmente
puestas en relación con el fenómeno templario.

Desde Ucero continuamos unos pocos kilómetros
aguas arriba con el autobús hasta el restaurante, donde
disfrutamos de una agradable comida casera.

Por la tarde, el autobús nos condujo hasta
el último de los aparcamientos habilitados a la entrada
del Cañón del Río Lobos, desde el cual, en
un agradable paseo de aproximadamente un cuarto de hora, llegamos
al pie de la conocida ermita de San Bartolomé, sin duda,
punto de mayor interés de la jornada así como uno
de los monumentos más fotografiados de la provincia de
Soria.


Como no podía ser de otra forma, frente a
la propia ermita, tuvimos la oportunidad de comentar largo y tendido
todas las particularidades que hacen de ella un edificio de gran
singularidad relacionada también con los caballeros templarios,
aprovechando a continuación para recorrerla por sus cuatro
costados para retratarla desde todos sus encuadres posibles.

Desde el Cañón del Río Lobos
y a través de una pintoresca carretera secundaria que atraviesa
una de las zonas más despobladas de la provincia, llegamos
a Calatañazor, última etapa de la jornada.
En la histórica Calatañazor, hoy muy
venida a menos pese al turismo que su pintoresco casco urbano
atrae, comentamos en primer lugar la ermita de la Soledad, ascendiendo
después a través de su calle principal hasta la
parroquia de Santa María del Castillo.

A continuación, tras una parada frente al
busto de Almanzor para rememorar su historia y su leyenda, ascendimos
al los restos de su castillo, mirador inmejorable hacia el llamado
Valle de la Sangre.

Por último, tras un rato de tiempo libre para
recuperar fuerzas y hacer las oportunas compras, regresamos al
autobús para poner rumbo a Madrid.