A pesar de
que la madrugada de ese mismo domingo se producía el cambio
de hora para la adaptación invernal, nadie se despistó
y todos estuvimos a la hora establecida: las 9 de la mañana
en la acera del Hotel Puerta de Toledo.

El trayecto
a Toledo desde Madrid es especialmente corto y cómodo.
Durante el mismo hicimos una explicación de la historia
medieval de Toledo. Si situarnos en el contexto histórico
y geográfico del lugar que visitamos es siempre conveniente
para poder hacer una correcta interpretación de su arte,
en el caso de Toledo es completamente imprescindible.

Y es que en
la ciudad de Toledo la amalgama de estilos es sólo entendible
si previamente hemos hecho un recorrido por sus fases históricas,
desde su capitalidad del Reino Hispanovisigodo, pasando por su
papel de ciudad relevante de la Al-Andalus emiral y califal, la
conquista cristiana y su estatus en los siglos bajomedievales.
Ya en Toledo
comprobamos que íbamos a disfrutar de un día soleado
y de temperatura primaveral.

Atravesamos
la Puerta Nueva de la Bisagra para acercarnos a Santiago del Arrabal,
donde nos esperaba Margarita, la guía oficial de Toledo
que complementaría las explicaciones que realizó
durante toda el día David de la Garma.

En esta iglesia
se explicaron las principales características del mudéjar
toledano, así como su paternidad románica y musulmana
(especialmente almohade). Pudimos disfrutar del interior, cosa
poco habitual pues suele estar cerrada menos en horario de misas
y comprobar cómo sus estructuras arquitectónicas
y volúmenes espaciales son de ascendencia tardorrománica,
aunque con la habitual fantasía de la decoración
andalusí almohade.
La siguiente
parada fue en la Puerta Vieja de la Bisagra, de gran antigüedad
-cargada de historia- y superposición de estilos.

Nos adentramos
al casco antiguo a través de las escaleras mecánicas
que parten no muy lejos de dicha puerta para visitar el Museo
de los Concilios y la Cultura Visigoda. Sin duda, fue uno de los
platos de nuestra visita. La iglesia de San Román, donde
se asienta el museo, sorprendió a todo el grupo por la
belleza de su interior, con sus grandes arcos de herradura y capiteles
visigodos reaprovechados, pero sobre todo, la colección
de pinturas mudéjares y románicas de sus muros.

La mañana
fue fértil en lugares visitados. Además de lo ya
relatado, nos dio tiempo a ver, antes de la comida, la Sinagoga
del Tránsito y la Ermita del Cristo de la Luz. Esta antigua
mezquita-iglesia también maravilló por su exotismo
oriental, sus cúpulas de sabor cordobés, las pinturas
románicas del ábside, etc.
Puesto
que está a un paso, tras el Cristo de la Luz nos acercamos
a lo alto de la muralla, a la altura del Puerta del Sol. Desde
aquí las vistas del flanco norte de Toledo son magníficas.
Tras la comida
en el Restaurante Los Arcos nos trasladamos a la catedral. Lo
primero fue estudiar el estilo y la iconografía de todas
sus portadas, para luego analizar el interior del inmenso edificio
gótico. Pilares, arcos, bóvedas, vidrieras y en
general su sabia arquitectura gótica nos sorprendieron.
Pero como toda catedral, y la de Toledo no es excepción,
el interior es un museo nutrido de grandes obras de arte, por
lo que nos entretuvimos casi una hora en sus rejerías,
el coro, la estatua de la Virgen Blanca, el retablo de la Capilla
Mayor, etc.

Cuando salimos,
casi se había hecho de noche. Tras visitar una cafetería
en la castiza Plaza de Zocodover nos dirigimos a tomar el autocar
que nos llevó de vuelta a Madrid.
Como siempre,
día muy agradable, compartiendo conocimientos en un inmejorable
ambiente. ¡Hasta la próxima, amigos!