El sábado día 19 de febrero tuvo lugar
el Viaje Guiado ARTEGUIAS "Luz y Color en el Arte Medieval
de Toro", una visita que parecía resistirse debido
a sucesivos aplazamientos debidos a la coyuntura sanitaria y que,
por fin, fue posible llevar a cabo entre mucha expectación.
Tal es así que, dado el interés suscitado y a fin
de que nadie se quede sin disfrutarlo, repetiremos en una segunda
edición el próximo día 5 de marzo. Los grandes
protagonistas de nuestras visitas fueron el románico, el
mudéjar y el gótico.

Así, tal y como estaba establecido, la expedición
partió de la Glorieta de Cristo Rey para, en poco más
de dos horas y con la parada técnica obligatoria a la altura
de Medina del Campo, llegar a la preciosa ciudad de Toro, que
nos recibió con un clima fresco pero soleado y luminoso.

Nuestro autocar nos dejó en el casco antiguo
de la localidad, justo a los pies de su alcázar, donde
realizamos una breve introducción al contexto histórico
de la ciudad. A continuación, nos dirigimos al precioso
mirador que, desde el casco urbano, permite observar magníficas
panorámicas de la vega del Duero.

Por aquello de empezar fuerte, nuestra primera visita
tuvo como escenario su magnífica Colegiata, una de las
joyas del románico español, desde cuya plaza adyacente
se pueden disfrutar de una preciosa y más que fotogénica
perspectiva de su cabecera y su cimborrio, el cual tuvimos ocasión
de explicar al detalle comparándolo con sus homólogos
de Salamanca y Zamora.

Tras explicar arquitectura y escultura de su cabecera,
nos dirigimos a su portada meridional, la más románica
en estilo aunque cronológicamente avanzada, donde nos deleitamos
con la preciosa arquivolta de los ancianos músicos del
Apocalipsis.

Por la propia puerta sur accedimos al interior de
la Colegiata, dirigiéndonos a uno de los lugares más
esperados de la jornada, que no era otro que la suntuosa Portada
de la Majestad, una obra cumbre del románico español
y cuyo desarrollo iconográfico comentamos al detalle.

Antes de abandonar la colegiata, aprovechamos para
recorrer sus naves, admirar el cimborrio desde el interior y comentar
algunos de sus capiteles, también interesantísimos.
Finalizada la visita a la Colegiata iniciamos nuestro recorrido
por varias de las parroquias medievales toresanas, algunas de
ellas ciertamente interesantes pero que quedan injustamente eclipsadas
y al margen de las rutas turísticas.

La primera de ella fue la de San Lorenzo el Real,
construcción mudéjar (o románico de ladrillo)
preciosa al exterior y en cuyo restaurado interior se conservan
magníficos sepulcros además de restos de pinturas
murales en el ábside.

Desde San Lorenzo retomamos la principal arteria
toresana para, en la misma Plaza Mayor, acceder a la iglesia del
Santo Sepulcro, un templo que es una auténtica sorpresa
ya que su anodino exterior contrasta con su precioso e insospechado
espacio interior y su cabecera de triple ábside.

Antes de acercarnos al restaurante comentamos el
edificio del Ayuntamiento y la icónica Torre del Reloj,
levantada sobre el primitivo recinto amurallado del que aún
se observa algún resto por la ciudad.
Tras la comida en un céntrico y acogedor restaurante
justo enfrente de la Colegiata, retomamos nuestra ruta por las
antiguas parroquias toresanas por la iglesia de San Salvador de
los Caballeros, cuyo exterior nos sirvió para presentar
la articulación propia del mudéjar toresano, y en
su interior, convertida en un pequeño Museo de Escultura,
deleitarnos con varias piezas procedentes de esta y otras iglesias
medievales desaparecidas.

Desde San Salvador y pasando frente a las ruinas
de la también mudéjar iglesia de San Pedro del Olmo,
desembocamos en la última de las iglesias urbanas de la
ruta, dedicada a San Sebastián de los Caballeros.

Esta iglesia, algo más tardía que las
demás, resulta de ineludible visita al conservar en su
interior varios ciclos pictóricos góticos de gran
interés procedentes del convento de Santa Clara en un magnífico
estado de conservación.

Para finalizar, tras una parada técnica para
recuperar fuerzas en las cafeterías de la calle Corredera,
nos recogió el autobús para, antes de iniciar nuestro
viaje de regreso a Madrid, visitar una última sorpresa
a modo de guinda del pastel.
Y es que la Ermita de Santa María de la Vega
o del Cristo de las Batallas se encuentra a un par de kilómetros
del casco urbano toresano, en un encantador paraje con vistas
a la Colegiata y al primitivo burgo medieval.
Ya con las luces del atardecer, la ermita lucía
preciosa, y decimos ermita porque tiene esa categoría,
pero se trata de una de las construcciones más bellas y
mejor conservadas del mudéjar toresano.

Ya desde la Vega emprendimos viaje de retorno a Madrid,
donde llegamos dentro del horario previsto. Muchas gracias por
acompañarnos.