Este nuevo viaje de Arteguias
a los Monasterios Altomedievales de Valladolid nos iba a deparar
un magnífico día soleado, la agradable compañía
de más de medio centenar de amigos y un panorama artístico
medieval variado y hasta singular.
El camino hasta nuestro
destino desde Madrid era bastante largo, aunque amenizado por
las vistas desde la carretera de poblaciones tan emblemáticas
como Arévalo, Medina del Campo o Tordesillas.
Tras una breve parada
para tomar café y desayunar nos dirigimos San Cebrián
de Mazote.
La austeridad y cierta
aspereza exterior de este edificio se torna amable suntuosidad
al interior, gracias a las formas redondeadas de la planta y las
arquerías.
San Cebrián de
Mazote es una de esas iglesias "especiales" en que se
vive y siente la Edad Media de manera intensa. No en vano su estructura
del siglo X tiene influencias paleocristianas, visigodas y califales.
En ella pudimos admirar el conjunto arquitectónico, sus
arcos de herradura de influencia cordobesa, la variedad y calidad
de sus capiteles mozárabes, etc.

De regreso al autocar,
el siguiente destino fue la villa amurallada de Urueña.
La llamada "Villa del Libro" es un caso interesante
de promoción cultural. Al conjunto monumental que atesora:
iglesias de la Anunciada, La Asunción, castillo y murallas,
se le ha añadido una colección inigualable de librerías
especializadas y salas de exposición y museos.
Pronto avistamos la inconfundible
y esbelta silueta de la Ermita de la Anunciada, perfilada por
la luz del sol que brillaba con toda intensidad. Allí nos
esperaba Carlos, el guía oficial de La localidad.

Este templo es un "rara
avis" en tierras castellanas. Su arquitectura románica
lombarda fue importada de Cataluña, probablemente como
consecuencia del matrimonio de la hija de Pedro Ansúrez,
señor de estas tierras, con Armengol V de Urgell.
Ya desde el exterior observamos
la pureza de líneas y el juego ascendente de volúmenes
que le presta una inusitada verticalidad. Comprobamos que esta
sensación es mayor cuando entramos y nos ubicamos bajo
la altísima cúpula del cimborrio. La arquitectura
interior de La Anunciada, como corresponde a lo lombardo, es de
una gran austeridad y armonía por la perfecta conjunción
de líneas rectas y semicirculares. Los ventanales de la
nave central y del cimborrio iluminan cálidamente todo
el espacio.

Pero Urueña es
mucho más que la Anunciada. Al llegar al aparcamiento habilitado
en el exterior, recorrimos un buen tramo de la muralla, que tiene
dos puertas, la de la Villa y la del Azogue. Desde la primera
se vislumbra un amplio paisaje de los Montes Torozos vallisoletanos.

Muy próximo a la
plaza Mayor se encuentra el Museo de la Música-Colección Luis
Delgado, donde nos esperaba Carmen, su amable guía. En
él pudimos admirar la fabulosa colección de instrumentos
que atesora de todo el mundo. Preferimos que las explicaciones
se centraran en los instrumentos musicales de la Edad Media cristiana
y musulmana de España: organistrum, salterio, laúd,
fídula, zamfona, etc.
Estos
instrumentos formaron parte esencial de la vida religiosa y el
ocio de aquellos hombres y mujeres que poblaron nuestro Medievo
y que fueron representados frecuentemente en multitud de canecillos
y pórticos de nuestros edificios románicos y góticos.
Tras una suculenta comida
en el Mesón Villa de Urueña y su animada sobremesa
retomamos nuestra ruta por los Montes Torozos de Valladolid en
dirección al Monasterio de la Santa Espina, ubicado en
un territorio poco poblado y en el centro de un valle. La entrada
al recinto es agradable y colorista. La blanca y monumental fachada
de la iglesia, del siglo XVIII, contrasta con el verdor de sus
cuidados jardines y arboledas.

Una vez dentro del monasterio
nos centramos en la iglesia, de la quedan las tres naves del siglo
XIII y en su sala capitular, de las más hermosas del Císter
en España.

Pero éste no era
el final de la ruta. Aún restaba uno de los "platos
fuertes" del viaje. El soleado atardecer nos ofrecía
la posibilidad de contemplar en toda su espectacularidad la fachada
occidental de la iglesia de Santa María de Wamba, con la
mejor portada del románico de Valladolid. Aprovechamos
los últimos rayos para hacernos la "foto de familia"
en los escalones de la puerta.

Luego hablamos de sus
símbolos solares y de la fecha firmada en su tímpano,
lo que nos permitió aclarar la diferencia entre la era
hispánica y la datación en función del nacimiento
de Cristo.

El interior
de esta iglesia ofrece un aspecto cálido y al mismo tiempo
lleno de misterio. Su cabecera prerrománica, de la misma
época que San Cebrián de Mazote sorprende por su
buena arquitectura: arcos de herradura y bóvedas de perfecta
sillería. Engarzada a esta cabecera, el cuerpo de la iglesia
se debe a una reconstrucción de finales del siglo XII por
parte de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

Primero,
nos centramos en el análisis de la curiosa iconografía
de sus capiteles. Luego, Antonio, el guía nos mostró
las dependencias monacales del costado norte, incluyendo sacristía,
sala capitular y los restos del claustro. No podía falta
en nuestra visita a Wamba, un vistazo al inquietante osario que
alberga cientos de esqueletos de los siglos XIII al XVIII.
Este magnífico
día de excursión cultural había sido completado
con este inolvidable lugar de Wamba , que mereció cientos
de fotografías de los participantes del viaje.
En definitiva
otro agradable viaje para disfrutar, conocer y aprender de nuestra
historia y cultura. Y otro agradable viaje en la mejor compañía.