El pasado fin de semana del 29
y 30 de mayo tuvo lugar la 2ª edición del Viaje Guiado
ARTEGUIAS titulado "El enigmático románico
del Valle de Mena"; una visita que, dado el enorme interés
suscitado tras la primera edición del octubre pasado, repetimos
íntegro el itinerario por el Valle de Mena y varios templos
próximos y estilísticamente emparentados de las
merindades adyacentes.
De esta manera, tal y como estaba previsto, el autobús
salió desde la Plaza de Castilla para, tras una primera
parte del viaje muy lluviosa y una parada técnica a la
altura de Lerma, llegar pasado mediodía a nuestro primer
destino temático de la ruta: Almendres.
Perteneciente a la Merindad de Cuesta Urria, Almendres
es una minúscula aldea en la que tan solo habita de manera
continuada una familia; la cual, amabilísima como siempre,
ejerció de anfitriona con el grupo facilitándonos
el acceso a su iglesia parroquial.
Sin embargo, el principal atractivo de la iglesia
de San Millán Abad de Almendres se concentra en su exterior,
concretamente en su portada meridional, en la que fue tallada
a finales del siglo XII un rico y enigmático repertorio
escultórico que sirvió de aperitivo perfecto para
el resto de iglesias que nos aguardaban durante los dos días
de visita.
Desde Almendres, en apenas quince minutos llegamos
a Medina de Pomar, localidad más populosa de Las Merindades
en la que nos esperaba una reconfortante comida de cara a cargar
pilas para la jornada de tarde.
Después de comer, en apenas otros quince minutos
llegamos a Butrera, minúscula aldea de la Merindad de Sotoscueva
cuyo acceso es tan sumamente estrecho que el autobús debe
aparcar a un kilómetro del casco urbano; lo cual nos permitió
dar un agradable paseo entre praderías y acompañados
por el rumor de las aguas del río Trema hasta llegar a
nuestro objetivo.
La iglesia de Santa María de la Antigua de
Butrera estaba llamada a ser uno de los puntos fuertes de la jornada
y no defraudó, ya que se trata de una de las construcciones
románicas más completas del norte de Burgos, conservando
al exterior ábside y portada; y al interior, además
de una personalísima planimetría, un fantástico
frontal de altar dedicado a la Adoración de los Magos.
Tras no dar tregua a nuestras cámaras dada
la inigualable fotogenia de la iglesia de Butrera, desandamos
a continuación el camino hacia el autobús para retomar
rumbo norte y acercarnos, tras una breve parada técnica
en un área de servicio del entorno, a nuestro último
destino del sábado: Bercedo.
Situado en un paraje de lo más despejado,
Bercedo, perteneciente ya a la Merindad de Montija, constituye
el punto de entrada al Valle de Mena propiamente dicho, lo cual,
unido a que su iglesia conserva varios restos románicos
de interés, tenía que ser visita ineludible de este
viaje.
Pese a las reformas que modificaron en parte su aspecto
original, la iglesia de San Miguel de Bercedo conserva una encantadora
portada románica que nos evocó de inmediato a la
ya conocida durante la jornada matinal en Almendres; portadas
ambas cargadas de simbolismo que enlazaron perfectamente con lo
que nos quedaba por visitar al día siguiente ya en el corazón
del Valle de Mena.
Desde Bercedo, en apenas tres cuartos de hora llegamos
a nuestro hotel de Bilbao para hacer noche, aunque nos consta
que fueron varios los viajeros que no desaprovecharon la oportunidad,
dado el céntrico emplazamiento del hotel, de acercarse
a varios de los lugares más renombrados de la capital vizcaína
como el Guggenheim o el Casco Viejo.
La mañana del domingo amaneció con
una climatología de lo más cambiante en la que tan
pronto caía un chaparrón como salía un sol
de mayo que ya comienza a calentar. Así, tal y como estaba
previsto, desde Bilbao nos dirigimos al valle burgalés
de Mena a disfrutar de sus iglesias.
La primera de todas fue la de San Pelayo de Ayega,
la gran desconocida del románico menés por situarse
en un apartado valle secundario y de difícil acceso, pero
que hizo las delicias de todos los asistentes por su emplazamiento
y por el curiosísimo tímpano que conserva.
Desde San Pelayo nos dirigimos de nuevo a Villasana,
capital del valle, con intención de hacer la consabida
parada técnica de la mañana, sin embargo, estando
en Villasana, pese a que su iglesia apenas presenta interés
arquitectónico alguno, no podíamos dejar de visitar
dos interesantes piezas que alberga en su interior, principalmente
un frontal de altar de la Epifanía hermano casi gemelo
del admirado el día anterior en la iglesia de Butrera.
Desde Villasana, regresamos al autobús para
visitar de manera consecutiva las tres iglesias de mayor renombre
del Valle de Mena, empezando en primer lugar por la de San Lorenzo
de Vallejo; una construcción destacable tanto en lo arquitectónico
como, sobre todo, en lo escultórico.
En Vallejo, tras comentar la escultura de su ábside,
cargada de simbolismo, nos desplazamos a la fachada occidental
para exponer al detalle el programa desplegado en sus arquivoltas,
acabando la visita en su suntuoso interior, tan monumental que
parece casi impropio de una pequeña aldea.
En apenas cinco kilómetros desde Vallejo,
llegamos a la iglesia de Santa María de Siones, quizás
la más conocida y fotografiada no solo del propio valle,
sino de todo el románico del norte de Burgos.
En Siones, sin despreciar para nada su armónico
y fotogénico exterior, el grueso de las explicaciones se
concentraron en su interior tanto por la variadísima decoración
de su figuración escultórica, como sobretodo, por
esos dos altarcillos o ciborios auxiliares concebidos con fines
litúrgicos y que, pese a existir algún paralelismo,
resultan tan exóticos.
Finalizada la visita a Siones, aún quedaba
un último enclave de interés por visitar como es
la iglesia de El Vigo, la cual, arquitectónicamente irrelevante,
presenta como elemento que hace ineludible su visita un precioso
tímpano románico en el que fue representado el ciclo
de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Desde El Vigo descendimos de nuevo a Villasana de
Mena para comer en uno de sus afamados mesones y, a continuación,
tras despedirnos de Jorge, emprender viaje de regreso a Madrid,
a donde llegamos dentro del horario previsto tras las reglamentarias
paradas técnicas.
Muchas gracias a todos por vuestra compañía
y hasta una próxima ocasión.