El fin de semana del 23 y 24 de septiembre
tuvo lugar la esperadísima III edición del Viaje
Guiado Arteguias "Románico de Zamora, San Pedro de
la Nave y los arribes del Duero ", una ruta por la capital
española del románico por excelencia y los pueblos
de la llamada España Vaciada demográficamente, pero
rebosantes de historia y arte.

Como estaba previsto, salimos puntuales
desde Madrid para llegar a Zamora temprano y poder aprovechar
bien el día en esta coqueta ciudad, que presume de tener
el mayor número de iglesias románicas del país.

Iniciamos nuestro recorrido en la catedral,
una sede de pequeño tamaño, que sin embargo, destaca
enormemente en su interior por su cimborrio gallonado. A continuación,
salimos para visitar la "Puerta del Obispo", llamada
así por encontrarse frente al antiguo Palacio Episcopal,
y comentamos las elegantes influencias aquitanas que la caracterizan.

Atravesando el casco histórico,
nos acercarnos a continuación a la Iglesia de la Magdalena,
con una presencia y una esbeltez que rompen de inmediato con el
mito del románico como un estilo humilde y bajo.

En su interior todos nos quedamos maravillados
ante un misterioso sepulcro adosado al muro este, decorado con
la efigie de la difunta custodiada por ángeles psicopompos,
cuya manufactura algunos historiadores han querido relacionar
con el coro pétreo realizado por el taller del Maestro
Mateo en la catedral de Santiago de Compostela.

Para cerrar la jornada matutina visitamos
la Iglesia de San Cipriano, posiblemente la más antigua
de Zamora, según atestiguan su cabecera de ábsides
planos y su decoración escultórica y epigráfica,
un tanto primitiva.

Tras una riquísima comida en
un céntrico restaurante, dimos un paseo por las principales
arterias de la ciudad y conocimos algunos hitos monumentales imprescindibles
en su historia, como la legendaria Puerta de Doña Urraca,
desde donde la reina negoció el Cerco de Zamora con Rodrigo
Díaz de Vivar, El Cid.
Nuestra siguiente parada fue la Iglesia
de Santa María la Nueva, escenario del mítico Motín
de la Trucha acontecido en 1158 entre la nobleza y el vulgo. Destaca
por su cabecera de tambor y sus absidiolos laterales planos, reminiscencia
de época prerrománica.

Una de las sorpresas para nuestros acompañantes
fue el "descubrimiento" de las pinturas góticas
descubiertas en el muro de la sacristía.

Muy cerca de esta iglesia se encuentra
la Plaza Mayor, donde pudimos contemplar el exterior de la imponente
Iglesia de San Juan de Puerta Nueva mientras nos tomábamos
un refresco y descansábamos las piernas. Aquí nos
tomamos la primera foto grupal del viaje.

Continuamos la tarde en la Iglesia de
Santo Tomé, reconvertida en Museo Diocesano en 2012. Se
trata de un espacio totalmente diáfano que nos permite
entender la estructura primigenia de la cabecera del templo y
degustar el espectacular capitel de la Epifanía de los
Reyes Magos. De su exposición museística destaca
una bonita colección de tallas medievales..

Para rematar el día en la ciudad
de Zamora, decidimos dar un grato paseo por la orilla del Duero
hasta nuestra última iglesia, Santiago de los Caballeros,
ubicada extramuros. Modesta en primera instancia, su gran arco
triunfal y sus peculiares capiteles interiores no dejaron indiferente
a nadie.

Tras una estupenda cena en nuestro céntrico
hotel nos fuimos a dormir para obtener un merecido descanso.
Dejamos para el domingo por la mañana
una última iglesia románica zamorana: San Claudio
de Olivares.

Pese a su aparente sencillez, su programa
escultórico es realmente ambicioso, pudiendo destacar el
calendario agrícola de la portada o varios de sus capiteles
interiores de temática zoomorfa como los centauros armados
del presbiterio.

Abandonamos la ciudad de Zamora rumbo
a La Hiniesta, una humilde población de 300 habitantes
que sorprende por su enorme iglesia gótica, de fundación
real. Destaca su riquísima portada sur, realizada a finales
del siglo XIII y comienzos del XIV, y las bonitas esculturas marianas
custodiadas en su interior y vinculadas a la Colegiata de Toro.

Nos dirigimos ahora a la joya del viaje,
San Pedro de la Nave. En palabras de uno de nuestros viajeros,
"intenta no levitar cuando entres en ella". Y no es
para menos, porque estábamos ante una sobrecogedora obra
visigótica, cuya planta compartimentada y decoración
bíblica y simbólica son igual de fascinantes. En
este mágico lugar nos hicimos la segunda foto de familia
del viaje.

Flanqueados por el Duero, atravesamos
los agrestes paisajes de la provincia hacia la histórica
villa de Fermoselle para disfrutar de una última comida
familiar. Aquí visitamos la parroquia de Nuestra Señora
de la Asunción, cuyo origen es del siglo XIII pero reconstruida
posteriormente, y nos asomamos a uno de los numerosos miradores
sobre el río para contemplar el espectacular panorama de
los Arribes del Duero.

Tras estas vistas, regresamos a Madrid,
donde llegamos media hora antes de los previsto.
¡Gracias por acompañarnos,
esperamos veros de nuevo muy pronto!